INMIGRACIÓN
En Beirut, una de pocas iglesias latinas florece de la mano de trabajadoras inmigrantes
Beirut, 17 nov (EFE).- En un país donde la gran mayoría de los cristianos pertenece a alguna de las iglesias católicas orientales, uno de los pocos templos de tradición litúrgica latina del Líbano florece de la mano de decenas de trabajadoras domésticas procedentes de Filipinas, Sri Lanka, Congo o Costa de Marfil.
En pleno corazón de Beirut, la iglesia de San Francisco está adornada con una estatua de Santa Teresa de Ávila o cuadros con las estaciones del viacrucis. En el jardín, varias inmigrantes ponen velas bajo una imagen de la Virgen María, a la espera de que comience la siguiente misa dominical.
La mayoría de las feligresas son filipinas como Vicky, que lleva 23 años en el Líbano y hace 20 que viene a este lugar, aunque tras su llegada al país fue “invitada” a tomar parte en otras organizaciones como los testigos de Jehová o Iglesia ni Cristo, popular en Filipinas.
“Hay muchas religiones que me invitaron, creo que más de seis, pero mi abuela me dijo ‘donde naciste, en esa religión vas a morir’”, dice a EFE la mujer, que eventualmente encontró su actual congregación de rito latino donde las liturgias son “casi iguales” a las de su país.
Una minoría muy minoritaria

Aunque el último censo data de hace casi un siglo y no existen datos oficiales actualizados, se estima que en la actualidad los cristianos conforman alrededor del 30 % de la población libanesa y que poco más del 0,3 % son católicos romanos, siendo la comunidad más numerosa la maronita.
El propio padre Abdala Noufaily, a cargo de la iglesia de San Francisco y parte de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, afirma que no se sabe con exactitud cuánta gente sigue el rito latino en el Líbano, aunque su apuesta es entre 30.000 y 35.000 personas.
En este contexto, recuerda que antes de la crisis económica de hace seis años residían en el país unas 20.000 trabajadoras procedentes de Filipinas, donde la gran mayoría de la población es católica romana. Según estimaciones oficiosas, estas residentes se redujeron a la mitad a raíz de la guerra de 2023 y 2024 con Israel.
Mientras algunos de los católicos romanos libaneses reivindican remontarse a la época de los cruzados, también fueron despachados al Líbano a lo largo del tiempo misioneros de diversas organizaciones. Otros parecen haber llegado a través de un camino más individual, pues el propio Noufaily nació en el seno de una familia maronita.
“Originalmente era maronita, me uní a los capuchinos y ahora sigo este rito. Pero normalmente servimos a todas las tradiciones litúrgicas, puedo oficiar la maronita y la latina y así”, comenta a EFE.
Si las iglesias de tradición litúrgica latina son pocas en el Líbano, menos todavía son las que ofrecen misas en inglés. El padre capuchino solo conoce tres en todo el país, aparte de la suya, lo que ayuda a su popularidad entre las trabajadoras inmigrantes.
“La mayoría de ellas trabajan en las casas, así que solo tienen un día libre, es el domingo. Vienen y pasan tiempo aquí en nuestra iglesia”, explica el religioso, al describir cómo disfruta teniéndolas como feligresas y aplaudir su implicación en la comunidad.
Una visita especial

Judy también es filipina, y ayuda a organizar donativos y otros aspectos relacionados principalmente con el resto de sus compatriotas que acuden a la iglesia de San Francisco.
Afirma que hay más de un centenar de habituales y que la cifra se dispara en fechas destacadas como Navidad o Pascua, tocando techo cada Domingo de Resurrección con el templo “lleno tanto dentro como fuera”.
La única diferencia que encuentra con las liturgias a las que solía asistir en su país es la frecuencia, pues allá había una cada 45 minutos a lo largo de todo el domingo.
“Aquí solo tienes una misa en árabe, una misa en francés y una misa en inglés, eso es todo. Después de la misa en inglés ya no hay más, mientras que en Filipinas se prolongan desde la primera a las 5.30 hasta la última a las 18.30 o 19.00”, relata a EFE.
Algunas trabajadoras rechazan hablar citando miedos a potenciales represalias por parte de sus empleadores, en un reflejo de la vulnerabilidad a la que están expuestas en este sector, en el que las organizaciones por los derechos humanos denuncian un gran número de abusos.
Pese a ello, todas se muestran emocionadas por la visita que el papa León XIV realizará al Líbano a finales de este mes y que, en el caso de Vicky, será su segunda oportunidad para ver a un pontífice “de cerca” desde que llegó a la nación en 2002.
“Muchos países tienen problemas, no solo uno, así que esperamos que la visita del papa haga bien a la gente y haga que más personas crean”, concluyó.
Noemí Jabois
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