Crimen y Justicia
Brasilia, entre oraciones y festejos por la prisión preventiva de Bolsonaro
Brasilia, 22 nov (EFE).- La prisión preventiva del expresidente brasileño Jair Bolsonaro, dictada este sábado por la Corte Suprema, ha dejado dos imágenes radicalmente opuestas en Brasilia: una vigilia a favor de su libertad y una fiesta con derecho a batucada para celebrar su arresto.
El exmandatario, condenado a 27 años de cárcel por intento de golpe de Estado, fue detenido en la mañana de este sábado por “riesgo concreto de fuga” y “amenaza al orden público”, mientras cumplía prisión domiciliaria en su residencia de Brasilia.
Los agentes se lo llevaron, sin esposas ni exposición mediática, a la sede de la Superintendencia de la Policía Federal de Brasilia.
A las puertas del recinto ya se reunieron los primeros simpatizantes del líder ultraderechista y algún que otro detractor que incluso tocó con una trompeta los acordes de una marcha fúnebre.
En paralelo, el Supremo iba desgranando los detalles de la reclusión del ex jefe de Estado (2019-2022) en una sala reservada de 12 metros cuadrados con baño privado, televisión, refrigerador y aire acondicionado.
El episodio más sorprendente fue la divulgación de un video en el que Bolsonaro admite a las autoridades que utilizó un soldador para manipular la tobillera electrónica que supervisaba sus movimientos.
Samba en el Bar Pardim

Y mientras una parte del país seguía con atención el cierre de la cumbre climática de la ONU (COP30), en la ciudad amazónica de Belém, a miles de kilómetros de distancia se empezaban a concentrar simpatizantes de izquierda para festejar la prisión del capitán retirado del Ejército.
Lo hicieron en torno al popular Bar Pardim, un punto de Brasilia conocido por ser un reducto del público progresista de la capital del país.
Allí también se concentraron el 4 de agosto, cuando Bolsonaro pasó a prisión domiciliaria, y el 11 de septiembre, cuando fue condenado por “liderar” un complot para “perpetuarse en el poder”, tras perder las elecciones de 2022 frente al actual gobernante, Luiz Inácio Lula da Silva.
En un ambiente típico de carnaval, la gente bailó samba en la calle, bebió y comió al son de las músicas más populares del país.
Esa alegría contrastó con la vigilia que reunió a alrededor de un centenar de bolsonaristas a pocos metros de la urbanización donde residía el expresidente hasta su detención.
Dos de sus hijos, el senador Flávio y el concejal de Río de Janeiro Carlos, encabezaron la protesta convocada un día antes para orar por la salud de su padre y exigir su libertad.
La vigilia sirvió, de hecho, al juez Alexandre de Moraes, relator del proceso por golpismo, para justificar el arresto de Bolsonaro, ya que, en su opinión, se organizó para crear un tumulto y favorecer su posible huida a una embajada extranjera.
Un acto religioso con ‘un infiltrado’
Al evento asistieron también pastores evangélicos y varios congresistas fieles al líder del Partido Liberal (PL). Encima de un camión una gran pancarta decía “¡Vuelve, Bolsonaro!”.
Fue una suerte de ceremonia ecuménica. La mayor parte del tiempo rezaron alrededor de una figura de cartón de Bolsonaro tamaño natural y sonriente.
“Vamos a encender las luces de nuestros celulares porque la luz está llegando para espantar la oscuridad” que “se apoderó de Brasil”, animó a los manifestantes Flávio, quien aseguró que el país vive “una dictadura”.
Justo antes, hubo un incidente que generó tensión. Un detractor de Bolsonaro se puso camisa y corbata, agarró el micrófono y, entre líneas, empezó a criticar al expresidente.
Nadie se dio cuenta de ello hasta que, pasados unos minutos, dijo abiertamente que Bolsonaro debería ser juzgado por las 700.000 muertes que causó la pandemia de covid-19 en el país.
Descubiertas sus verdaderas intenciones, algunos bolsonaristas lo expulsaron a patadas y la Policía se vio obligada a lanzar gas pimienta para detener la tangana, según presenció EFE.
Entre el público, Regina Perpetuo, ama de casa de 52 años, no se esconde: es una firme defensora de la inocencia de su líder. Dice que la prisión es “inconstitucional”, “ridícula” y “vergonzosa”.
“No tengo palabras”, expresa indignada.
Daniel Raposo, militante ultra de 31 años, denuncia que el Supremo “ha rasgado la Constitución” y llama a las Fuerzas Armadas a intervenir para “combatir el comunismo”. Su mayor esperanza, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Wallace Dias y Carlos Meneses
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