Crimen y Justicia
El parque arqueológico de Sebastia, último golpe israelí para extenderse por Cisjordania
Sebastia (Cisjordania), 28 nov (EFE).- Vecinos del pueblo palestino de Sebastia, localizado a unos doce kilómetros de Nablus (norte de Cisjordania), aguardan con incertidumbre un futuro muy próximo: en los próximos días Israel podría arrebatarles no solo un importante yacimiento arqueológico local, sino también gran parte de sus negocios y miles de olivos.
El pasado día 12 de noviembre, la Administración Civil israelí anunció su intención de ejecutar la mayor confiscación de tierras de valor arqueológico en Cisjordania: 182 hectáreas de Sebastia, incluyendo su acrópolis pero también unas 550 parcelas de propiedad privada.
“El gobierno (israelí) quiere tomar todo el área C. Y eso es un problema porque significa que los Acuerdos de Oslo ya no existen”, dice a EFE el dueño de una tienda de regalos, próxima al parque arqueológico, que prefiere no dar su nombre.
Si la expropiación se materializa, él mismo perderá un restaurante que durante décadas sirvió a miles de peregrinos y 80 acres de olivares. Como él, cientos de palestinos se verán afectados o podrían perder su único medio de vida.
Los Acuerdos de Oslo dividieron Cisjordania en tres zonas administrativas —A, B y C— siendo el área C (el 61 % del territorio) el único bajo control total de Israel; tanto civil como militar.
Pese a ser una separación de carácter temporal, la Administración Civil de Israel ha ido confiscando gran parte de ese ‘área C’, declarándola propiedad estatal, zona militar o reservas naturales. A su vez, ha asignado asentamientos israelíes, impedido a los palestinos construir y demolido decenas de sus aldeas.
“Patria histórica”
A simple vista, los montículos arqueológicos que asoman en este pequeño pueblo -con kioskos pensados para unos peregrinos que no llegan debido a los coletazos de la ofensiva en Gaza y un centro de interpretación cerrado- no parecen motivo suficiente de disputa: quedan en pie partes de las columnas de un antiguo foro romano, las gradas inferiores de un anfiteatro, los restos de una iglesia donde se cree que fue enterrado Juan el Bautista.
Sin embargo, algunos israelíes -entre ellos ministros sionistas de extrema derecha- creen que la capital, Samaria, del antiguo reino israelita durante la Edad del Bronce (hace unos 3.000 años) está sepultada bajo las ruinas de Sebastia, y sobre todo, ven este lugar como una prueba irrefutable de la soberanía israelí sobre Cisjordania; territorio ocupado ilegalmente desde 1967.
“La bandera del pueblo inventado (el palestino) será retirada del palacio de Ahab y reemplazada por la bandera del pueblo judío: Se expropiarán 1.800 dunams en beneficio del Estado de Israel. El Ministerio de Patrimonio invertirá 32 millones de séqueles (unos 9M de dólares)”, confirmó en X el ministro de Patrimonio, Amichay Eliyahu, el 20 de noviembre.
Y añadió: “Ya no legaremos nuestra herencia a asesinos. Ya no expulsaremos a los judíos de su tierra. No permitiremos que este error se repita. Este es nuestro país. Esta es nuestra patria histórica. Nunca nos iremos”.
Según la ONG israelí Emek Shaveh, que trabaja para prevenir la politización de la arqueología en Cisjordania, el objetivo final es separar la acrópolis del resto de Sebastia y convertirla en una “atracción turística dirigida por colonos”, similar a la Ciudad de David en Jerusalén Este.
Otras cinco confiscaciones previas
La orden de expropiación que ahora pende sobre Sebastia es inusual por su extensión, pero no es una anomalía. Otros cinco yacimientos ya han sido confiscados en Cisjordania, y solo en la gobernación de Nablus, Israel alcanzó 60 lugares declarados de interés arqueológico, un máximo histórico.
Ya en 1986, Israel declaró el terreno donde se ubicaba la aldea palestina de Susya (Hebrón) como sitio arqueológico y expulsó a sus residentes a tierras agrícolas. Hasta Sebastia, esta era la mayor confiscación asociada a arqueología: 27,7 hectáreas de las que, según estudios consultados por Emek Shaveh, solo unas ocho ocupaban el parque arqueológico, donde se cree que existió una sinagoga.
Esta ONG denuncia que, en este y otros yacimientos, académicos israelíes y europeos se centran solo en el período en el que el pueblo judío se asentó en el lugar, entre el período bizantino y el inicio del islámico. Además, en Susya, las excavaciones destruyeron la “capa más reciente” que contenía información sobre el estilo de vida en los últimos 500 años.
“Lo que está claro y visible es que el Gobierno israelí va hacia un control total de la ‘zona C’”, dice a EFE el alcalde de Sebastia, Moamad Azem, que menciona la expansión de asentamientos cercanos y dice que el objetivo final es impedir la creación de un Estado palestino.
Algunos vecinos se preguntan ahora dónde y qué esta haciendo la UNESCO para impedir esta expropiación, ya que Sebastia está incluida, desde 2012, en su lista provisional de Sitios de Patrimonio Mundial para el Estado de Palestina.
“Lo estoy perdiendo todo. Toda mi vida. Llevo 60 trabajando aquí. Es lo que me da de comer”, dice a EFE el palestino Adli Mosleh, que regenta otra tienda para turistas en la que vende cristalería de Hebrón.
Patricia Martínez Sastre
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