Ciencia y Tecnología
Cierra el Centro Español de Moscú, el hogar de los ‘niños de la guerra’ civil
Moscú, 5 dic (EFE).- El histórico Centro Español de Moscú, el hogar de ‘los niños de la guerra’ civil, cierra sus puertas tras casi 60 años como lugar de reunión de la comunidad española, primero en la Unión Soviética y después en Rusia.
“Cuando nos enteramos, los pocos que quedamos nos disgustamos mucho. El centro siempre ha sido como un trozo de España”, comentó a EFE Concha Rodríguez Fernández, uno de los últimos ‘niños de la guerra’ con vida en Rusia.
El local, situado en un lugar privilegiado en el mismo corazón de Moscú, fue cedido en 1965 por las autoridades soviéticas al Partido Comunista de España (PCE) y después se convirtió en la casa de los españoles y sus descendientes, función que siguió manteniendo tras la desintegración soviética en 1991.
En total, durante la Guerra Civil española (1936-1939) fueron evacuados a la URSS unos 3.500 niños españoles, en su abrumadora mayoría vascos y asturianos, mientras otros fueron enviados a países como Francia o México.
Los últimos de Moscú

Pese a sus 91 años, Concha, que vive “a cuatro paradas de metro” del centro, asistió a la reunión de despedida.
“El edificio es de un particular y quiere que nos vayamos. Quiere hacer reformas. No pudimos hacer nada”, comenta apesadumbrada.
Ella es uno de los once niños que aún viven en este país, ya que muchos ya han muerto y otros regresaron a España. Fue evacuada a Barcelona y después a la Unión Soviética por las Brigadas Internacionales -su madre murió en el camino- después de que los alemanes bombardearan Bilbao en plena Guerra Civil.
“Llegué a Leningrado en 1938 con mis dos hermanos, de 3 y 10 años”, recuerda. Los alemanes atacaron el barco, pero llegó a su destino. Nunca volvió a ver a su padre.
Tras la Segunda Guerra Mundial, fue enviada a la península de Crimea -según ella, porque era una de las más débiles-, donde vivió hasta 1950. Después estudiaría escultura en Moscú, aunque siempre soñó con ser bailarina.
Sus hermanos ya han muerto y su hijo, Jorge, insiste en que se vaya a vivir con él a Valencia. “Pero cómo voy a viajar con las maletas. Debido a la guerra en Ucrania, no hay vuelos directos”, lamenta.
“La guerra es terrible. No sé que piensan nuestros dirigentes”, añade.
Un pedazo de España

El centro cerrará sus puertas el 15 de diciembre. Como despedida, organizó un concierto al que acudieron más de medio centenar de personas, incluido representantes de la Embajada española y el Instituto Cervantes.
“Es un gran dolor para cientos de personas que consideraban este lugar como su segunda casa. Pero la vida es cruel a veces”, comentó a EFE Enrique, secretario durante muchos años del centro nacido en 1938 en Moscú de padres republicanos valencianos.
Pese al paso de los años, el local mantiene intacto su aroma español y rezuma nostalgia por los cuatro costados. El bar no es muy diferente de la tasca de cualquier pueblo de la península ibérica, con su barra impoluta, figurillas de toreros y anuncios con la imponente imagen del toro de lidia.
En sus paredes hay diplomas del Rey de España; fotos de paisajes; carteles de corridas; pinturas costumbristas; un relieve del árbol del Guernica; una escultura en madera de El Quijote e innumerables imágenes de los ‘niños’.
Los españoles se congregaban en otros lugares hasta que la Cruz Roja habilitó el local. Desde entonces, el bullicio era la norma en el centro, donde el ruso era una lengua extranjera y todos eran bienvenidos.
En las últimas décadas, los visitantes podían encontrarse los martes con las niñas y los viernes con los niños, que jugaban a las cartas. La ausencia de un ascensor para acceder a la tercera planta del edificio dificultó cada día más la presencia de los más mayores.
La historia sigue
“Nos vamos a un sótano”, señala María Teresa Casero, directora del centro a la que avisaron con tres meses de antelación sobre el cierre.
Hija de un asturiano que arribó a la URSS con 14 años, ya ha encontrado donde guardar el preciado archivo de los españoles en Rusia, aunque se propone buscar otro local para mantener viva la llama de la patria perdida.
“No puedo decir que es el último acto del centro, pero sí en este lugar. El trabajo no termina. Seguiremos con las clases de español y de sevillanas”, señala
María Teresa recuerda varias presentaciones que tienen en cartera sobre la relación entre España y Rusia, los 90 años de la Guerra Civil y los artistas españoles que se hicieron famosos en la Unión Soviética como músicos, arquitectos o artistas, como Concha.
“Estamos orgullosos de los niños de la guerra”, subraya.
No quiere entrar en polémicas, aunque reconoce que las autoridades moscovitas están convirtiendo el centro de la capital rusa en un lugar para los turistas, no para la gente común y corriente.
“¡Que viva España!¡Que viva España!”, se despide Concha, feliz de hablar en castellano con un compatriota.
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