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Ciencia y Tecnología

De España a las pirámides mayas: enzimas y nanotecnología al servicio del patrimonio

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La doctora Águeda Sáenz Martínez (Logroño 1994) durante una entrevista concedida a la Agencia EFE. "La ciencia y el patrimonio van de la mano", asegura Sáenz Martínez, la investigadora principal de CoNFine, un proyecto europeo pionero liderado desde Aragón que comenzará en enero en México y plantea tratamientos basados en enzimas inmovilizadas en nanopartículas como alternativa sostenible y eficaz a los biocidas tradicionales que se emplean para combatir el biodeterioro en monumentos históricos. EFE/Javier Belver

Lourdes Sarsa Granell

Zaragoza (España), 17 dic (EFE).- “La ciencia y el patrimonio van de la mano”, asegura la doctora Águeda Sáenz Martínez, la investigadora principal de CoNFine, un proyecto europeo pionero liderado desde Aragón (España) que comenzará en enero en México y plantea tratamientos basados en enzimas inmovilizadas en nanopartículas como alternativa sostenible y eficaz a los biocidas tradicionales que se emplean para combatir el biodeterioro en monumentos históricos.

En una entrevista con EFE, Sáenz afirma que el patrimonio “tiene fecha de caducidad si no se cuida correctamente”. Ni la ciudadanía ni las instituciones son conscientes de la importancia de protegerlo con políticas públicas adecuadas, que en la actualidad están “infradotadas”, y sin asumir, insiste, que “somos lo que conservamos”.

Con estas premisas, esta investigadora del Instituto de Nanociencia y Materiales de Aragón (INMA), instituto mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Universidad de Zaragoza, lidera este estudio financiado por la Unión Europea con las convocatorias Marie Curie que busca revolucionar la conservación del patrimonio construido.

La investigación, que se desarrollará durante tres años entre Zaragoza y México, surge de la búsqueda de soluciones innovadoras basadas en productos naturales, como son las enzimas, para controlar el desarrollo de biodeterioro en patrimonio construido, según Sáenz.

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Esto es, cualquier daño producido por microorganismos en distintas superficies patrimoniales, un factor que provoca graves alteraciones que incluso pueden llegar a la pérdida de los materiales afectados.

Enzimas encapsuladas frente a biocidas tóxicos

La doctora Águeda Sáenz Martínez (Logroño 1994), acompañada por Scott Mitchell, supervisor en el INMA (Instituto de Nanociencia y Materiales de Aragón), durante una entrevista concedida a la Agencia EFE. "La ciencia y el patrimonio van de la mano", asegura Sáenz Martínez, la investigadora principal de CoNFine, un proyecto europeo pionero liderado desde Aragón que comenzará en enero en México y plantea tratamientos basados en enzimas inmovilizadas en nanopartículas como alternativa sostenible y eficaz a los biocidas tradicionales que se emplean para combatir el biodeterioro en monumentos históricos. EFE/Javier Belver

Las formulaciones que desarrollará CoNFine se basan en enzimas inmovilizadas y nanopartículas. “La encapsulación o inmovilización de las enzimas consiste en introducirlas en una matriz y dotarlas así de una estructura, de un andamiaje, que les confiere estabilidad y aumenta la actividad antimicrobiana”, detalla.

En este sentido, apunta que los biocidas tradicionales están compuestos por productos tóxicos y son en general inespecíficos, lo que favorece la recolonización en muchos casos, siendo ineficaces a medio y largo plazo. Las soluciones que busca desarrollar CoNFine presentarán una alta especificidad al adaptarse a un caso de estudio concreto y, además, serán seguras para los materiales intervenidos, el medio ambiente y las personas.

Del laboratorio de Zaragoza a las pirámides mayas

La doctora Águeda Sáenz Martínez (Logroño 1994) durante una entrevista concedida a la Agencia EFE. "La ciencia y el patrimonio van de la mano", asegura Sáenz Martínez, la investigadora principal de CoNFine, un proyecto europeo pionero liderado desde Aragón que comenzará en enero en México y plantea tratamientos basados en enzimas inmovilizadas en nanopartículas como alternativa sostenible y eficaz a los biocidas tradicionales que se emplean para combatir el biodeterioro en monumentos históricos. EFE/Javier Belver

El calendario del proyecto comienza en los dos primeros meses de 2026 en Zaragoza (Aragón), en el noreste español, donde se dedicarán a desarrollar las formulaciones, antes de trasladarse a México en marzo, donde permanecerán el resto de ese año y 2027 para poner a prueba los tratamientos en el yacimiento arqueológico de Oxpemul, en la península de Yucatán, para regresar a la capital aragonesa en 2028 y evaluar los resultados finales.

La elección de Oxpemul no es casual, ya que se trata de un caso de estudio único al ser un yacimiento cerrado al público, lo que desde la investigación es una oportunidad para evaluar los productos frente a un biodeterioro virgen que no ha sido alterado por la presencia del ser humano.

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El yacimiento, que conserva pirámides mayas y estelas con jeroglíficos, enfrenta condiciones ambientales extremas de humedad y temperatura que favorecen el crecimiento de microorganismos que literalmente “engullen” las inscripciones históricas.

Aplicaciones globales desde Aragón

Aunque el proyecto se centra en México, sus aplicaciones son globales y todo el patrimonio pétreo que presente biodeterioro será susceptible de ser intervenido con estos tratamientos. “Siempre y cuando los materiales que vayamos a intervenir sean semejantes, las formulaciones desarrolladas se podrán adaptar”, asegura Sáenz.

En el caso de Aragón, el patrimonio del Pirineo con mayor humedad relativa alta sería candidato a aplicarlo, aunque también puede extenderse a construcciones como el puente de Piedra de Zaragoza, el castillo de Loarre, la Cartuja de las Fuentes o los monasterios de San Juan de la Peña y Sijena.

Desafíos de la nanotecnología en patrimonio histórico

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Trabajar con nanotecnología en superficies históricas presenta retos significativos y el más complicado al que se enfrenta CoNFine es que los materiales que utilizan sean compatibles con los bienes culturales y que no les afecten de manera negativa, como con cambios de color, aumento de la rugosidad o disminución de la consistencia, reconoce.

Por ello, el equipo -del que también forman parte los doctores Scott Mitchell, supervisor en el INMA, y Javier Reyes Trujeque, de la Universidad Autónoma de Campeche-, utilizará “materiales similares, de sacrificio, como piedra de cantera, antes de intervenir los materiales originales”, además de realizar ensayos de envejecimiento acelerado simulando distintas condiciones ambientales para estudiar los cambios a lo largo del tiempo.

Sáenz es optimista y confía en poder ver resultados preliminares a “finales de 2026”, aunque reconoce que en investigación se pueden hacer estimaciones pero luego la realidad “sorprende”, sobre todo cuando se trata de cosas que no se han hecho antes.

Participación ciudadana y visibilidad internacional

El proyecto incluye un componente de ciencia ciudadana, ya que la población ayudará a recabar datos sobre la eficacia de los tratamientos mediante fotografías de rocas de cantera colocadas en espacios públicos como el campus de la Universidad Autónoma de Campeche, donde se desarrollará el proyecto en México, y otros yacimientos que sí están abiertos al público.

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La financiación Marie Curie, que cubre los tres años de investigación, supone “el reconocimiento científico de la calidad y la novedad del proyecto” y una “alta visibilidad a nivel nacional e internacional” tanto para el INMA —primer centro aragonés con acreditación Severo Ochoa— como para las instituciones mexicanas participantes: la Universidad Autónoma de Campeche y la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.

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