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Clima y desastres

Las nuevas ciudades nacidas sobre los escombros del terremoto en el sureste de Turquía

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Junto a tres inmensos campos de desplazados por el terremoto que hace un año devastó 11 provincias del sur de Turquía y dejó más de 50.000 muertos, se levanta la nueva ciudad de Orenli (Adiyaman), una de las cientos de poblaciones que el país construye a contrarreloj para ofrecer un hogar permanente a los damnificados. EFE/Jorge Fuentelsaz

Dogan Tiliç

Ankara, 5 feb (EFE).- Las promesas del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, de una rápida reconstrucción tras el devastador terremoto en Turquía hace un año se han visto superadas por la realidad, en la que los escombros todavía cubren las calles y muchas víctimas aguardan con desesperación un nuevo hogar.

Erdogan prometió tras los terremotos del 6 de febrero de 2023, que causaron más de 53.000 muertos, la construcción de 319.000 viviendas en un año y un total de 650.000 en dos.

Promesas incumplidas

Sólo una mínima parte de esa promesa, destinada a dar un nuevo hogar a cientos de miles de personas que perdieron su vivienda, se ha cumplido, según los propios datos oficiales.

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Según la Agencia de la ONU para refugiados (ACNUR), unas 680.000 personas viven en viviendas prefabricadas y tiendas de campaña en alrededor de 400 «ciudades de casetas».

Los terremotos sacudieron un área de 120.000 kilómetros de Turquía -un área equivalente a países como Grecia o Bulgaria- y han sido denominados por las autoridades turcas como el «desastre del siglo».

Un total de 11 provincias en las que viven 14 millones de personas se vieron afectadas. Casi 37.000 edificios se derrumbaron durante el terremoto, mientras que, en total, más de 300.000 viviendas quedaron inhabitables.

«Dentro de un mes habremos entregado 46.000 viviendas», explicó a finales de enero ante la prensa el viceministro turco de Urbanismo, Refik Tuzcuoglu, sin aclarar cuántas ya están en uso, pero dejando entrever que serían algunas miles.

El aumento de los costos de construcción, los elevados tipos de interés, la caída de la lira y, en general, la incertidumbre económica, han disuadido a algunas empresas de entrar en las licitaciones de reconstrucción.

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Cascotes y desaparecidos

Un año después de los terremotos todavía siguen desaparecidas 145 personas, incluidos 38 niños. Las familias afectadas están agotadas de ir de un hospital a otro, de un cementerio a otro, de dar muestras de ADN y de escuchar rumores sobre el paradero de sus seres queridos.

«Hemos llegado a un punto en el que estamos dispuestos a aceptar incluso una uña o un trozo de hueso perteneciente a nuestros hijos, cónyuges, madres, padres y hermanos», dijo Sema Güleç, que encabeza una asociación de víctimas del terremoto.

«¿Puede alguien alegrarse al encontrar el cuerpo sin vida de un ser querido? Queremos tener al menos una tumba a la que ir», agregó

En un año tampoco se ha podido retirar todo el escombro de los edificios derrumbados, aunque el Gobierno asegura que se limpiaron el 90 % de los cascotes.

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La oposición y las ONG que trabajan en la zona consideran que esa cifra es demasiado optimista y además critican que la retirada de cascotes no se hizo de forma adecuada, lo que supone un riesgo para la aparición de cánceres relacionados con el asbesto.

Las condiciones de vida de las cientos de miles de personas que viven en contenedores afectan también al crecimiento de los menores, según un reciente informe de la Asociación Médica Turca (TTB).

En ese estudio, realizado en los distritos afectados por el terremoto de Antakya, Samandag y Defne, se revela que debido a la pobre nutrición, el retraso en el crecimiento (6,2 %) y el bajo peso (12,6 %) aumentaron en niños menores de cinco años.

Más del 76 % de las familias carecen de empleo seguro, y más de la mitad no tienen ingresos regulares. Casi la mitad de las familias no tienen acceso al agua potable o es insuficiente, mientras que los cortes de energía reducen la posibilidad de conservar alimentos.

¿Consecuencias electorales?

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Las demoras en la reconstrucción puede tener un impacto en las elecciones locales del 31 de marzo, con la ambición del partido islamista de Erdogan, el AKP, de recuperar los ayuntamiento de Estambul, Ankara y otras grandes ciudades perdidas frente a la oposición en 2019.

Con la campaña centrada en los terremotos y en hacer más resistentes las ciudades a los sismos, ha reaparecido una de las principales críticas al gobierno tras el desastre: la «amnistía» para las construcciones ilegales aprobada en 2018, cuando se legalizaron casas construidas de forma irregular.

No pocos expertos consideran que las consecuencias de los sismos no hubieran sido tan graves si no se hubieran legalizado viviendas construidas de forma deficiente.

Murat Kurum, ministro de Urbanismo entre 2018 y 2023, cuando se aprobó la amnistía para las viviendas ilegales, es ahora el candidato a alcalde del AKP para Estambul, una megalópolis de 17 millones de habitantes que siempre está bajo amenaza de terremoto.

Expertos de la Universidad Técnica de Oriente Medio advierten de que 25 años después del terremoto del Mármara de 1999, que causó 17.000 muertos en los entornos de Estambul, la ciudad sigue sin estar preparada para un gran sismo

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