INMIGRACIÓN
Venezolano en Raleigh teme por la vida de su padre
Una historia de dolor que muestra las heridas que deja el régimen de Nicolás Maduro en las familias
Raleigh, 2 de septiembre de 2024- “Mi papá fue secuestrado por la dictadura venezolana el 30 de julio, dos días después de las elecciones y Mi mayor temor es que no vuelva a casa, que un día reciba una llamada catastrófica y que no lo pueda volver a ver ni a abrazar”.
Con estas palabras, Jesús Tortoledo, un venezolano que vive en Raleigh, denunció el arresto de su padre por funcionarios policiales que cumplieron la orden de encarcelar a líderes políticos opositores, miembros de mesas electorales y protestantes en Venezuela.
“Vivir esta tragedia desde lejos, sin poder abrazar a mi papá, consolar a mi madre y acompañar a mi hermano, es una pesadilla”, dijo a los medios de comunicación durante las concentraciones y protestas protagonizadas por venezolanos en Raleigh desde el 28 de julio.
Jesús no puede volver a Venezuela. Está en Estados Unidos desde hace 8 años. El pasaporte con el que él ingresó legalmente a este país se venció y no hay consulados ni embajadas de Venezuela en territorio americano, por lo cual renovar este documento es imposible.
Sus noches transcurren dando vueltas en su cama pensando en qué hacer para mantenerse junto a su familia y luchar por la liberación de su padre, quien es uno más en la larga lista de presos políticos venezolanos que, a la fecha y según el Foro Penal venezolano, registra 1,780 personas, solamente desde el 29 de julio.
Las detenciones arbitrarias se comenzaron a registrar pocos minutos después del anuncio de los resultados electorales.
Jesús escribió las siguientes líneas, con la intención de contar su historia frente a los miembros del Consejo Asesor para Asuntos Hispanos y Latinos del gobernador Roy Cooper, el pasado viernes 23 de agosto, pero lamentablemente no pudo desincorporarse de su trabajo.
Hoy día, La Conexión USA las comparte, como un gesto de solidaridad con un habitante de Carolina del Norte, cuya historia muestra la profundidad de las heridas que marca el régimen dictatorial de Nicolás Maduro en millones de familias.
Un hondo sufrimiento
“A mi padre lo arrestaron en la calle. Cinco camionetas lo emboscaron, en una acción de intimidación y amedrentamiento. Lo esposaron y se lo llevaron sin orden judicial y fue confinado sin el debido procedimiento en una cárcel ubicada en el centro del país, en la llamada Policía Nacional de Los Guayos, estado Carabobo.
Yo me entero porque lo veo en los estados de las cuentas whatsapp de tus vecinos.
Sentí el peor miedo que se pueda experimentar y llamé a mi mamá, con el temor de confirmar lo que sería la noticia más desgarradora que pude haber recibido en mi vida.
Yo salí de Venezuela, huyendo de la inestabilidad política y social, hace 8 años.
Este es el mismo tiempo que llevo sin ver a mi padre.
A él lo secuestraron por haber sido un activista político opositor desde el año 2001, líder del partido Voluntad Popular y fundador de partidos políticos opositores en el municipio donde vive. Mi padre es un hombre honrado, pacífico y luchador por la defensa de la democracia.
Lo secuestraron por pensar distinto y hacer valer la voluntad popular de la mayoría que votó por un cambio de gobierno.
Yo llevo un mes angustiado, sin poder dormir bien, comer bien, pensar bien, trabajar bien, y tengo que sacar fuerzas de donde no las tengo para demostrar a mi madre que no estoy devastado.
Pero la verdad es que este arresto arbitrario me ha clavado una estaca en el pecho, una desolación en mi corazón y una impotencia que no me deja vivir en paz.
Las heridas que la dictadura venezolana ha marcado en mí, en mi familia, en mis vecinos, en mi comunidad y en mi país entero serán difíciles de sanar por muchos años.
Mi mayor temor es que mi padre no vuelva a casa, que un día reciba una llamada catastrófica y que no lo pueda volver a ver ni a abrazar.
Yo soy un exiliado que huyó de Venezuela porque temía por mi integridad física. Yo me llamo igual que mi padre y en los registros de perseguidos de la dictadura está mi nombre escrito, por esa razón. También soy perseguido por llamarme igual que mi papá.
El pasado sábado recibí la dura noticia de que mi hermano está siendo solicitado por la policía por haber sido miembro de mesa, líder del partido opositor Un Nuevo Tiempo y por salir a las calles a protestar por el respeto a los resultados electorales.
Desde aquí, yo también temo por su vida.
Me tuve que venir, solicitar TPS y ahora no puedo regresar porque no tengo pasaporte vigente y no tengo donde renovarlo porque no hay consulados ni embajada de Venezuela en Estados Unidos, debido a la ruptura de las relaciones diplomáticas.
Yo estoy viviendo un infierno, una pesadilla, de la que quisiera despertar un día y creer que nada de esto pasó.
Los venezolanos en Carolina del Norte la pasamos mal. Nos sentimos solos, deprimidos, vulnerables y sin el apoyo de ustedes, y la presión internacional que puedan ejercer, nosotros no podremos recuperar la democracia en nuestro país y la paz que necesitamos para continuar nuestras vidas en este país de oportunidades que nos ha abierto sus puertas”.
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