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Shigeru Ishiba es nombrado primer ministro de Japón por el Parlamento

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Shigeru Ishiba (arriba a la derecha), antes de la votación en la que el Parlamento le ha elegido como primer ministro de Japón en Tokio, el 1 de octubre de 2024. EFE/EPA/FRANCK ROBICHON

Tokio, 1 oct (EFE).- Shigeru Ishiba, un político veterano y respetado por sus conocimientos de Defensa, se convirtió este martes en nuevo líder de Japón, un cargo que asume con la prioridad de recuperar la confianza de los japoneses en el conservador partido gobernante de cara a las elecciones generales de fin de mes.

Ishiba fue elegido hoy por la Dieta (Parlamento) de Japón como nuevo primer ministro en reemplazo de Fumio Kishida, tras imponerse el pasado viernes en los comicios internos del conservador Partido Liberal Democrático (PLD), que ostenta una amplia mayoría parlamentaria.

De 67 años, ha ejercido anteriormente como ministro de Defensa y de Agricultura y Pesca, además de como secretario general del PLD, cuyas primarias ganó por un escaso margen de votos y superando a otros candidatos que partían a priori como más favoritos.

De perfil rupturista con el ala más dura y nacionalista de su partido -defensora del legado del histórico exmandatario Shinzo Abe-, tendrá como primera tarea de urgencia unificar a esta formación compuesta tradicionalmente por múltiples facciones de cara a los comicios anticipados que se celebrarán el próximo día 27.

Un liderazgo sometido a las urnas

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Su llegada al poder se produce tras la renuncia de Fumio Kishida el pasado agosto a continuar al frente del PLD y del Ejecutivo, una retirada dirigida a promover una «renovación» del partido y a asumir la responsabilidad por la sucesión de escándalos que sacudieron a esta formación y hundieron la popularidad del Gobierno.

Ishiba tratará ahora de convencer a los votantes nipones de que el PLD, que ha gobernado Japón de forma prácticamente ininterrumpida desde 1955, ha acometido en efecto una profunda renovación para despojarse de los vicios de sus facciones, disueltas en su mayoría por Kishida.

El peso de estas subagrupaciones en la política nacional y sus prácticas opacas, sobre todo las de financiación irregular que han llegado a los tribunales, han indignado a los nipones y desembocado en la caída de Kishida.

Aunque aspira a ser el rostro de un partido reformado y rejuvenecido, Ishiba ha elegido para cargos clave de la formación a longevos barones de la formación como los ex primeros ministros Taro Aso (84 años) y Yoshihide Suga (75).

 El nuevo primer ministro cuenta ahora con menos de un mes para presentar sus prioridades de Gobierno en los temas más sensibles para los votantes, entre ellos la caída de la natalidad o el encarecimiento de los precios, antes de los comicios en los que el PLD tratará de revalidar su cómoda mayoría.

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Fría acogida de los mercados

Ishiba apuesta por mantener la política económica de su predecesor, es decir, un «nuevo capitalismo» centrado en promover subidas salariales que acompañen al avance de la inflación.

También se ha mostrado partidario de mantener los estímulos económicos que aplica el banco central nipón, aunque anteriormente había criticado su agresiva estrategia de flexibilización que incluía los tipos de interés negativos que recientemente dejó atrás la entidad.

Esta ambigüedad, acompañada de su propuesta durante la campaña de las primarias de incrementar el impuesto sobre ganancias de capital y dividendos, dio lugar a un «lunes negro» en la Bolsa de Tokio en la víspera, con una caída de casi el 5 % del índice Nikkei en la primera jornada de negociación tras conocerse su victoria en las primarias.

No obstante, el parqué tokiota rebotó casi un 2 % este martes a la espera de que se concreten más medidas económicas del nuevo Ejecutivo, entre ellas un plan para revitalizar industrias tradicionales de las zonas rurales de Japón como la agricultura, la pesca, la explotación forestal o los servicios.

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Hacia una «OTAN asiática»

En materia de Exteriores, Ishiba tiene como prioridad hacer frente a la compleja situación de seguridad de Japón ante el auge militar de China, la guerra de Ucrania o los desarrollos armamentísticos de Pionyang.

En este contexto, el mandatario apuesta por revisar el acuerdo de seguridad con Estados Unidos para hacerlo «más equitativo» o impulsar una OTAN asiática.

En concreto, ha planteado combinar los acuerdos bilaterales de seguridad vigentes en la región entre Japón y Estados Unidos, entre EE.UU. y Corea del Sur o entre Estados Unidos y Filipinas para crear un marco más amplio que incluya «la asistencia obligatoria entre sus miembros» como en el caso de la alianza atlántica, según dijo.

Antonio Hermosín Gandul

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