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Medio Ambiente

La desconfianza del Sur Global hacia los países ricos tensiona el ambiente antes de Bakú

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El presidente de Colombia, Gustavo Petro, pronuncia un discurso este domingo, en Cali (Colombia). Petro tildó de "ilusos" a quienes "niegan que ha comenzado la extinción de la biodiversidad y la vida", al inaugurar la COP16 de Biodiversidad en Cali, donde además defendió que "es fundamental hoy cambiar deuda por acción climática". EFE/ Mauricio Dueñas Castañeda

Marta Montojo

Madrid, 24 oct (EFE).- La cumbre del clima que se celebrará en noviembre en Bakú (Azerbaiyán), deberá enfrentarse a la polarización entre el Sur y el Norte Global, avivada por la desconfianza del mundo en desarrollo hacia los países ricos, según han trasladado a EFE fuentes de la negociación, que describen un ambiente de «mucha tensión» tras los últimos encuentros ministeriales.

Los países en desarrollo siguen sin fiarse de que los estados ricos vayan a aportar el dinero necesario para afrontar la crisis climática de una manera que llegue a sus cuentas y que no les ahogue en deuda.

Tras los últimos encuentros entre las partes –un diálogo ministerial informal en Nueva York durante la semana del clima y una reunión formal en la precumbre celebrada en la capital azerí–, el ambiente está muy crispado, han señalado diferentes fuentes involucradas en el proceso de negociación.

El asunto que centra la discusión, y que se espera protagonice las conversaciones de Bakú, es cómo financiar la acción climática: la mitigación del calentamiento global, por un lado, y la adaptación y las pérdidas y daños ocasionados por el cambio climático, por otro.

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En concreto, las protagonistas de la COP29 de Bakú serán cuatro letras: NCQG, que responden a las siglas en inglés de “Nueva Meta Cuantificada y Colectiva”.

Las partes de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático (CMNUCC) llevan desde 2021 negociando esta nueva meta de financiación, que, por mandato del Acuerdo de París, reemplazará al anterior objetivo de destinar 100.000 millones de dólares anuales a la acción climática.

Pero en este tiempo los países no han conseguido ponerse de acuerdo sobre qué estructura adoptará, ni tampoco sobre si se podrán contabilizar como financiación climática de NCQG solamente los flujos Norte-Sur o también los Norte-Norte.

Los países en desarrollo sólo admiten que se cuenten los flujos Norte-Sur porque eso supondría que una cantidad fija estará asegurada para ellos. A su juicio, contar también como parte de esta meta, por ejemplo, las inversiones de Francia en proyectos renovables en Alemania no resolverá el problema de acceso a la financiación que denuncian.

Estos países salieron de las últimas reuniones sin mucha confianza en que se pueda llegar a un consenso, pues no confían en que los países ricos vayan a plantear una solución que a ellos les resuelva el problema del acceso a la financiación, según han informado a EFE negociadores de un país en desarrollo, que han tachado la postura de los países ricos de “criminal”.

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Acusan además a los estados desarrollados de estar derivando la atención mediática a la discusión sobre qué estructura podrá adoptar la nueva meta de financiación climática: si se dotará de varias capas, como una cebolla, en que cada capa dé más espacio al sector privado, o si contará con apenas dos partes, como un aguacate, con un núcleo duro de financiación pública garantizada, entre otras opciones planteadas.

Pero, en el fondo, según estos negociadores el tema más polarizador ahora mismo es si se van a poder contabilizar como financiación del NCQG las inversiones Norte-Norte.

Si esa tensión no se resuelve en Bakú, lamentan que será difícil que la nueva meta pueda aprobarse para 2025, como pide el Acuerdo de París.

“Crisis de endeudamiento”

En parte, los países en desarrollo alegan que desconfían de los desarrollados porque no están viendo que los fondos prometidos durante años lleguen efectivamente a sus cuentas y constatan en cambio una “crisis de endeudamiento” que se acentúa conforme avanza la crisis climática.

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Para costear la mitigación –la reducción de las emisiones, que pasa por descarbonizar un modelo productivo basado en combustibles fósiles– y la adaptación -esfuerzos para resistir los impactos que ya son inevitables-, el mundo en desarrollo tiene que echar mano de préstamos que terminan engrosando sus deudas.

Por eso, estos países piden que la financiación climática pública se dé en forma de subvenciones.

“No puede existir el riesgo como criterio de medida de la tasa de interés, ni así tasar los préstamos. Rebajar el riesgo en la deuda del tercer mundo es hoy sustancial. Si los fondos de capital y los fondos de pensiones de los países vivos cimentan su rentabilidad en las economías de los países pobres, dejarán a la humanidad sin los instrumentos para superar la crisis climática”, señaló el presidente de Colombia, Gustavo Petro, en la inauguración de la cumbre de biodiversidad que se celebra en la ciudad colombiana de Cali.

Por otro lado, desde la delegación consultada, que prefiere mantener el anonimato, critican que más del 80% de la inversión en acción climática está concentrada en los mercados de los países ricos.

Así, temen que si se acepta que la meta incluya flujos Norte-Norte, los estados desarrollados terminarán destinando menos dinero a costear la crisis climática en países donde esos recursos hacen falta, pues contarán como financiación de la meta cuantificada colectiva los flujos que ya existen.

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Según esta delegación, y como confirman otras fuentes consultadas (observadores presentes en las negociaciones sobre financiación sobre NCQG), el único país industrializado que ha puesto sobre la mesa la necesidad de que la movilización de fondos sea únicamente en la dirección Norte-Sur es el Reino Unido.

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