Política
Dios, patria y Trump: auge del nacionalismo religioso entre los votantes latinos
Houston (Texas), 1 nov (EFE).- En un austero edificio blanco al noreste de Houston (Texas), con suelo de concreto y sin aire acondicionado, el pastor Rubén Grijalva habla sobre Babilonia y las penurias que los judíos exiliados pasaron allí en los tiempos antes de Cristo.
Desde un púlpito flanqueado por la bandera de EE.UU. y la de Honduras, el hombre de 70 años hila la experiencia migrante con los textos bíblicos y su fe con la realidad política de EE.UU. al borde de unas ajustadas elecciones presidenciales entre la demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump.
«Igual que Daniel (un profeta del Antiguo Testamento en la Biblia cristiana), yo llegué a EE.UU. solo y poco a poco Dios me empezó a abrir puertas», relata ante al pequeño grupo de fieles que acudió al servicio a mitad de semana en esta parroquia evangélica. Ese mismo Dios, profetiza, salvará el país «del mal de los demócratas» y se asegurará de entregarle «la victoria» a Trump.
Los republicanos han ganado terreno entre los latinos en la última década y la candidatura de Harris es la apuesta demócrata a la presidencia que menos apoyo ha tenido entre esta población desde 2004.
La religión es importante para entender este fenómeno. Los hispanos son más religiosos que el resto de la población y se identifican cada vez más como evangélicos, un movimiento dentro del cual los valores conservadores son populares y con una fuerte conexión con el nacionalismo cristiano enquistado en el proyecto político de Trump.
El ‘milagro’ del sueño americano
La promesa de EE.UU. permea la historia que Grijalva cuenta de su vida: llegó con su hijo a Nueva Orleans en los años 80 buscando un tratamiento para los problemas de crecimiento del menor, que por ese entonces tenía nueve años. Por un «milagro», lo consiguieron.
Decidió quedarse en el país, aunque no tenía un estatus migratorio permanente, y se mudaron a Texas, donde trabajó «en todo, hasta enterrando muertos».
En 1997, llegó a su casa una orden de deportación y, cuando ya se había resignado a su suerte, un juez le citó «de milagro» para indicarle que le habían concedido la residencia gracias a la regularización de Ronald Reagan.
«Miro todo eso que me ha pasado y pienso, ¿cómo me tengo que portar con Dios?», cuenta el religioso al concluir el servicio. «Esta es una gran nación, pero va para abajo porque le está dando la espalda al creador».
Al igual que Grijalva, un 55 % de los latinos evangélicos comulgan con la noción de que EE.UU. debe tener valores cristianos y que si se alejan de ellos el país no será el mismo, según un informe del Public Religion Research Institute.
El pastor, ciudadano estadounidense desde hace varios años, insiste en que los migrantes deben «aprender» la cultura y el idioma del país. Entre risas, comenta que les dice a sus amigos y familia que no le llamen Rubén sino Ruben -tal y como se pronuncia en inglés- porque «suena más bonito».
Todos los servicios de su iglesia son en español y la mayoría de sus feligreses son mexicanos o centroamericanos. Entre ellas está Ana, de 58 años y que pide ocultar su apellido porque no tiene un estatus migratorio en EE.UU..
Originaria de Guanajuato, lleva 20 años en el país y ha formado una familia y – aunque no puede votar – le gustaría que el 5 de noviembre gane Trump: «Es un conocedor de Dios, es quien más nos conviene».
La defensa de Harris al aborto y a la comunidad LGTBQ le generan rechazo – «ella apoya todo lo malo» – y espera que el republicano mejore la situación económica, ya que siente que «todo está muy caro».
Ana no cree que Trump, de ser elegido, vaya a ejecutar su plan de deportaciones masiva de migrantes, que la incluiría al formar parte de los más de 11 millones de indocumentados. Sin embargo, está de acuerdo con expulsar a quienes tienen antecedentes criminales.
«Pensaron que nos tenían»
La pérdida de apoyo a los demócratas por parte de los latinos en EE.UU. –de los cuales 36,2 millones podrán votar este año- se debe en parte a que el partido «dio por sentado» su respaldo, cuenta a EFE Jorge Martínez, director para Texas de LIBRE Initiative, una organización que promueve ideas libertarias.
«Los latinos somos más de fe, familia y libertad y si no alcanzas esas ideas vas a perder a la población”, indica.
Desde Bill Clinton (1993-2001), Magda Saucero, de 51 años, no ha vuelto a votar demócrata porque, para ella, los políticos de ese partido están siendo «muy liberales».
Nacida en la ciudad fronteriza de Ciudad Acuña (México), se casó con un estadounidense de origen boliviano y ha establecido su vida en Texas. «Soy católica practicante y no estoy a favor del aborto ni del cambio de género», indica.
Aunque cree que «Trump es racista», piensa que su discurso xenófobo busca «ganar más gente anglosajona» pero no considera que «odie a los inmigrantes».
En la iglesia de Grijalva, Trump, patria y religión son palabras que van unidas. Daniel, hijo de una parroquiana, se alistó en la marina y a sus 18 años dejará pronto la casa para ir al entrenamiento.
«Danielito», le dice el hondureño apretándole los hombros, «te vas a ir a servir a Dios y a Estados Unidos».
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