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La ultraderecha brasileña desafía al Supremo contra los indigenas y apunta a homosexuales

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Fotografía de archivo del Supremo Tribunal Federal en BrasIlia (Brasil). EFE/ Andre Borges

Brasilia, 28 sep (EFE) – La ultraderecha brasileña ha mostrado su músculo parlamentario y desafía a la Corte Suprema con la aprobación de una ley que restringe los derechos de los indígenas a la tierra, así como avanza en un proyecto para vetar el matrimonio homosexual.

La agenda conservadora ha revivido con fuerza en pleno Gobierno del progresista Luiz Inácio Lula da Silva y ha sido una suerte de respuesta a recientes decisiones de la Corte Suprema sobre asuntos espinosos que contrarían al poderoso sector agropecuario y, sobre todo, a las influyentes iglesias evangelistas.

El primer paso de esta ofensiva parlamentaria, encabezada por el Partido Liberal (PL), del expresidente Jair Bolsonaro, ha sido la aprobación del llamado «marco temporal», que limita los derechos de los indígenas a las tierras que ocupaban al día 5 de octubre de 1988, cuando fue promulgada la actual Constitución brasileña.

El proyecto fue aprobado con «urgencia» por el pleno del Senado en un debate convocado una semana después de que el Supremo rechazó esa tesis jurídica por nueve votos contra dos y consagró el derecho de los indígenas a la tierra que han ocupado tradicionalmente.

En las últimas semanas, el tribunal también ha admitido a trámite sendas demandas que proponen descriminalizar el aborto hasta las 12 semanas y liberar, con límites, la marihuana para fines recreativos.

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«Atentan contra el campo y ahora quieren el aborto y las drogas», reclamó el senador Jorge Seif, un exministro de Bolsonaro que hoy es una de las voces de la ultraderecha en el Parlamento.

Una vez aprobado el «marco temporal», el proyecto será remitido a Lula, cuya base parlamentaria ya ha anunciado que el mandatario lo vetará, aunque eso sólo lo devolvería a las cámaras para una nueva deliberación, que puede desgastar más al Gobierno en el Congreso.

Al mismo tiempo, el oficialismo denunciará ante la Corte Suprema la «inconstitucionalidad» del marco temporal, en pleno conflicto entre los poderes Legislativo y Judicial.

Uno de los problemas que se le presenta a Lula es que la mitad de los votos favorables al «marco temporal» fue dado por partidos que integraban la base bolsonarista y que ahora llevó al Gobierno en un intento por «pacificar» la política y sumar el apoyo que las urnas no le dieron en un Parlamento con mayoría conservadora.

 

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Obstrucción con homosexuales y aborto en el punto de mira

Esta misma semana, en protesta por las decisiones del Supremo, los conservadores se han declarado en obstrucción en el Parlamento y ya impidieron varias votaciones.

Aún así, promovieron el debate sobre el «marco temporal» y otros proyectos opuestos a la corte y que afectan indirectamente a Lula, hasta ahora apoyado en el Parlamento en cuestiones económicas de corte liberal pero no en la «agenda de valores y costumbres».

Un proyecto que avanza propone acabar con el matrimonio entre personas del mismo sexo, consagrado en 2011 por el Supremo y sobre el cual el Parlamento nunca ha legislado.

El texto tramita en una comisión de Diputados, con clara mayoría bolsonarista, y será votado dentro de diez días para luego pasar al pleno de la Cámara baja.

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Además, los conservadores pretenden convocar un plebiscito para consultar a la población sobre el aborto, lo cual será decidido por las cámaras en las próximas semanas.

También han anunciado una movilización nacional el 12 de octubre, cuando en Brasil se celebra el Día del Niño, a fin de preparar el terreno para una eventual campaña hacia ese plebiscito.

Es otra respuesta directa al Supremo, que ha aceptado a trámite una demanda para descriminalizar el aborto hasta las 12 semanas, presentada por el oficialista Partido Socialismo y Libertad (PSOL), que tiene sólo 14 de los 513 diputados y ningún escaño en el Senado.

Esos asuntos deberán tramitar en el Legislativo, pero la «agenda de valores y costumbres» le ha devuelto oxígeno a un conservadurismo arrinconado desde enero, cuando activistas de ultraderecha asaltaron las sedes de los tres poderes de la nación en un intento de derrocar a Lula.

Eduardo Davis

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