Crimen y Justicia
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Jerusalén, 8 may (EFE).- Al menos 80 viviendas fueron demolidas este miércoles de la aldea beduina de Wadi al Jalil, cerca del pueblo de Umm al Batin en el desierto del Néguev, sur de Israel, en una operación israelí en la que 320 vecinos han sido expulsados, la mitad de ellos niños, según confirmó a EFE Nati Yefet, portavoz del Consejo Regional para las Aldeas no Reconocidas del Néguev.
«Cientos de residentes, niños y ancianos, están siendo evacuados de sus hogares por un Gobierno (israelí) que insiste en pisotear y dañar por la fuerza a la sociedad beduina del Néguev», denunció ºel representante del Negev en la Lista Árabe Unida, Waleed Alhwashla en su cuenta de X.
Asimismo, Yefet indicó que las autoridades israelíes destrozaron la mezquita del aldea, granjas y otras estructuras en una operación que han empezado a las ocho de la mañana con excavadoras y un centenar de policías. Durante las demoliciones, una persona fue arrestada.
El Gobierno israelí está obligando a los residentes de Wadi al Jalil a trasladarse a Umm al Batin, donde no son bien recibidos y sufren amenazas, debido a la ampliación de la autopista 6 hacia el sur, explicó Yefet.
«Estas personas no tienen dónde ir, y algunos vecinos siguen en la aldea en estado de shock. Algunos están pensando en dormir en las tiendas de campaña que establecieron anoche», lamentó el portavoz, que consideró que esta situación sería impensable si los vecinos fueran judíos.
«Israel quiere decidir dónde tienen que vivir las personas que no son judías», sentenció Yefet.
Este mismo organismo ya había denunciado este martes que esta demolición es la mayor realizada en un solo día contra viviendas desde 2010 y que fue promovida por el ministro de Seguridad Nacional, el ultraderechista y colono Itamar Ben Gvir, y por el ministro de la Diáspora, Amichai Chikli.
«Su objetivo es encender el Néguev para profundizar la discriminación racial. Esto es una grave violación de los derechos humanos de cientos de personas», dijeron en un comunicado de prensa.
Israel no reconoce a unas 37 comunidades beduinas, árabes y seminómadas, en las que viven unas 80.000 personas, y muchas como Wadi al Jalil enfrentan desde hace años órdenes de demolición y de expulsión y «multas exorbitantes», según la oenegé Machsom Watch.
El Estado israelí busca que los más de 300.0000 beduinos que viven en su territorio desde hace cientos de años, mucho antes del establecimiento del Estado en 1948, renuncien a sus trabajos agrícolas para habitar reducidas y empobrecidas zonas urbanas que les ha concedido.
En el 2002, las demoliciones de estructuras beduinas aumentaron hasta alcanzar 2.580, según la ONG Foro de Coexistencia del Néguev (NCF).
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