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Economía

China consolida su presencia económica en Latinoamérica, nuevo punto de fricción con EE.UU

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Imagen de archivo del presidente de China, Xi Jiping, con banderas de Estados Unidos de fondo, en un encuentro bilateral con empresarios estadounidenses celebrado en Pekín. EFE/Lingtao Zhang

Shanghái (China), 25 dic (EFE).- China se ha consolidado como principal socio comercial de múltiples países latinoamericanos como Brasil o Argentina, y ha elevado su presencia en la región con importantes proyectos como el puerto de Chancay (Perú), una expansión que le ha valido, una vez más, nuevas fricciones con Estados Unidos.

Ese puerto, inaugurado el año pasado para conectar directamente Sudamérica y China, se une a otras iniciativas como fábricas de vehículos en México y Brasil, minas de cobre o hierro en Chile, proyectos ferroviarios en Argentina o las explotaciones de litio en el ‘triángulo’ formado por esos dos países y Bolivia.

Según el Ministerio chino de Comercio, la inversión directa del país asiático en Latinoamérica alcanzó en 2024 los 14.710 millones de dólares.

Datos de la Universidad Nacional Autónoma de México muestran que, entre 2010 y 2019, esta llegada de capital fue casi siete veces superior a la de la década anterior, aunque desde la pandemia el ritmo se ha ralentizado.

Ya en 2011, Jin Liqun, entonces presidente de China Investment Corp (CIC, fondo soberano con unos 1,57 billones de yuanes en activo y el encargo de invertir en mercados extranjeros), mostró su “optimismo” por el crecimiento en América Latina y avanzó que “incrementarían” su inversión en la región, apuntando específicamente a las oportunidades en países como Brasil, Chile o Colombia.

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Sin embargo, lo que, en un principio, fue una búsqueda de nuevos mercados e inversiones fructíferas, ahora es visto por Washington como una “amenaza estratégica”, según William Jackson, economista jefe para mercados emergentes de la consultora británica Capital Economics.

En un informe publicado este año, el analista opina que la región podría convertirse en el escenario para una reedición, esta vez con China como protagonista, de la ‘doctrina Monroe’, mediante la cual EE. UU. buscó reducir la influencia europea en el continente americano en el siglo XIX.

Nueva hoja de ruta

Este mismo mes, Pekín publicó una nueva hoja de ruta oficial hacia América Latina y el Caribe, la tercera de su tipo desde 2008 y sustituta del plan de 2016, en la que asegura que China y esa región comparten “amplias perspectivas de desarrollo”.

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Concretamente, las autoridades chinas ven oportunidades de trabajar conjuntamente con países latinoamericanos en sectores como inteligencia artificial (IA), telecomunicaciones, energías renovables, hidrógeno, minería o procesamiento de minerales.

Además, en el texto se menciona también la voluntad de impulsar proyectos en transporte, logística, vivienda, energía eléctrica y desarrollo urbano bajo el paraguas del proyecto chino de infraestructuras de Nuevas Rutas de la Seda, al que alrededor de una veintena de países de la región se han adherido.

También se refieren iniciativas turísticas -desde hace meses, China exime de visado a visitantes de Argentina, Perú o Chile-, un incremento del uso de monedas locales en transacciones comerciales transfronterizas, y el diálogo entre reguladores y bancos centrales.

Acerca de esto último, Argentina es también un ejemplo del papel financiero de China, acreedor clave gracias a un acuerdo de permuta (‘swap’) de divisas por el equivalente a 18.570 millones de dólares del que este mismo año se renovó un tramo por 5.000 millones.

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Un mercado clave

Además, Latinoamérica está siendo, junto al sudeste asiático o a África, uno de los mercados alternativos más importantes en los que China está apoyando su comercio exterior ante la guerra arancelaria con Estados Unidos.

Hasta noviembre, mientras las destinadas a EE. UU. caían un 18 %, las exportaciones a los países latinoamericanos aumentaron casi un 8 %, hasta el equivalente a unos 276.000 millones de dólares, y ya representan una cifra equivalente al 70 % de lo que compra la primera potencia mundial desde el gigante asiático.

En las últimas dos décadas, destaca Jackson, las exportaciones chinas a Latinoamérica se han multiplicado casi por once, principalmente por bienes manufacturados -y también, recientemente, por los vehículos eléctricos en mercados como Brasil-, mientras que en el sentido opuesto son ahora 14 veces superiores, con protagonismo para cuatro productos concretos: hierro, cobre, soja y petróleo.

Los países con mayor exposición exportadora a China son Chile, Brasil y Perú, todos ellos con una cuota superior al 25 % del gigante asiático sobre el total de sus ventas al extranjero, apunta el informe.

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Sin embargo, Capital Economics llama a “no exagerar el papel de China” en el comercio con Latinoamérica: “La región exporta tres veces más a EE. UU. que a China. Buena parte de ello se debe a México, pero incluso si quitamos a México de la ecuación, las ventas a EE. UU. no quedan muy por detrás de las destinadas a China”.

Jackson incide en esta idea: “China no ejerce la hegemonía que a menudo se le atribuye en la región. De hecho, en especial para México y Centroamérica, EE. UU. es mucho más importante y esos países probablemente cederían ante la presión estadounidense para limitar las inversiones chinas y rechazar las importaciones desde China”. EFE

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