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Crimen y Justicia

Colegio a colegio, los sanitarios del Líbano atienden a los desplazados por la violencia

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Krayyeh (Líbano), 31 oct (EFE).- Una doctora, un enfermero, dos trabajadores sociales y una matrona viajan cada semana hasta el albergue para desplazados de Krayyeh, en el sur del Líbano, donde esta mañana ya han atendido a una treintena de pacientes que se han quedado sin acceso a sus médicos habituales.

Mientras varias mujeres esperan su turno para chequearse la tensión, el enfermero ausculta a un niño antes de proceder a administrarle una vacuna. Su consulta, una improvisada en el aula de uno de los cientos de colegios habilitados para acoger a los desplazados por los ataques israelíes contra el Líbano.

«Vienen cada semana, son varios los que vienen y los cuidados son buenos (…) Miran la presión arterial, hacen pruebas y (reparten) medicación», explica a EFE Kawthar Zaitoun, desplazada a esta escuela desde la ciudad de Nabatieh, muy castigada por los bombardeos.

Esta jornada el equipo sanitario atiende a los pacientes en el aula donde Kawthar reside con su familia, los instrumentos y botes de gel antiséptico colocados sobre pupitres mientras los hijos de la joven se entretienen jugando junto a la pila de colchones que les hacen de cama en medio de la violencia.

Según comenta, normalmente las consultas tienen lugar en otra habitación, pero esta mañana se ha producido un deceso en el edificio.

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Hasta el último paciente

Así es como muchos reciben atención médica rutinaria en el Líbano, a través de equipos móviles enviados a los albergues, desde que la ofensiva aérea iniciada hace cinco semanas por Israel provocara la mayor crisis de desplazados en la historia del país: 1,2 millones de personas.

Este equipo del Centro Médico de Mjaydel, apoyado por Unicef, se encarga de nueve albergues repartidos por los distritos de Sidón y Jezzine, donde en dos semanas han examinado a unos 300 enfermos.

«Hoy llevamos aquí desde las 9.00, son las 12.00, (estaremos) hasta que terminemos con todos los pacientes que tenemos que ver. Hoy, por ejemplo, podría decir que hemos tenido a unos 30 o 35 pacientes», explica a EFE el enfermero Hussain Mohammad Mashmoushe.

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Vienen a Krayyeh una vez a la semana y, al igual que en los otros centros que tienen asignados, no solo chequean a los desplazados si no que también les ofrecen medicamentos para enfermedades crónicas o graves si los requieren.

«Vamos todos a un mismo centro, porque cada uno tenemos una misión que completar», dice Mashmoushe, al apuntar que viajan en grupos de cinco expertos para cada visita.

A su lado, otra de las trabajadoras sanitarias del Centro Médico de Mjaydel explica a una madre las instrucciones sobre una serie de medicinas que le han sido recetadas y apunta cuidadosamente en cada caja los detalles para que pueda distinguir para qué es cada una de ellas.

Hospitales sobrecargados

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Entre el gran número de desplazados del Líbano, también hay pacientes que requieren tratamientos para enfermedades crónicas. En esos casos, el Ministerio de Salud Pública les asigna un centro hospitalario en sus nuevas zonas de acogida.

«Para diálisis y cosas como esa que requieren una rutina, son transferidos a hospitales cerca de los distritos en los que se están quedando y sobre todo a hospitales públicos», confirma el enfermero.

La oleada masiva de desplazamientos ha puesto un poco más contra las cuerdas al ya debilitado sector sanitario libanés, golpeado por los efectos de una grave crisis económica iniciada a finales de 2019 y que en un año de conflicto ya se ha hecho cargo de 13.000 heridos por ataques israelíes.

En los distritos de Sidón y Jezzine la situación no es diferente: «Todos los hospitales están enfrentando presión y especialmente los públicos, porque todo el mundo va allí», asegura Mashmoushe.

En este sentido, agrega que muchos médicos también han tenido que abandonar sus localidades debido a los bombardeos, aunque en la otra cara de la moneda, su desplazamiento «beneficia a las áreas a las que se han movido», creando una suerte de «equilibrio».

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«Especialmente desde que varios hospitales del sur han cesado sus operaciones», interviene otro empleado desde atrás.

Abir Farid Aayad conoce muy bien las dificultades para recibir atención médica como desplazada, pues su hijo tiene una inflamación en los pulmones que no ha logrado combatir con la medicación recetada la semana pasada y ahora tiene que llevarle a realizar un escáner.

«Me han dicho que hable con la señora Mariam (…) No tengo un coche para ir y volver», relata a EFE esta viuda, albergada en el colegio junto a sus cuatro hijos pequeños.

Noemí Jabois

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