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Crimen y Justicia

Con el fin de las bombas, los colegios de desplazados se van vaciando en el Líbano

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Un hombre recoge un colegio que le ha dado cobijo durante los últimos dos meses de una intensa ofensiva aérea contra el Líbano, durante este primer día de alto el fuego con Israel. EFE/ Noemí Jabois

Noemí Jabois

Beirut, 27 nov (EFE).- Con sus pertenencias cargadas en el remolque de un pequeño tractor, una pareja de ancianos abandona el colegio que les ha dado cobijo durante los últimos dos meses de una intensa ofensiva aérea contra el Líbano, como han hecho muchos otros desplazados durante este primer día de alto el fuego con Israel.

Desde las primeras horas tras la entrada en vigor del cese de hostilidades esta madrugada, las carreteras que llevan hacia el sur y este del país se llenaron de atascos, colapsadas ante el gran número de familias deseosas de llegar a sus hogares en las regiones más golpeadas.

A la vez, las escuelas habilitadas como albergues para las familias que huían de la violencia se fueron vaciando. Sin embargo, en este primer día de calma en el Líbano, una parte de los 1,5 millones de desplazados causados por la campaña de bombardeos israelíes todavía no tiene a donde ir.

Sin agua ni electricidad

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En una escuela del suburbio beirutí de Bir Hassan, solo alrededor de la mitad de los ocupantes regresaron a sus localidades este miércoles, mientras que otros perdieron sus casas en los ataques o sus zonas aún no son seguras, principalmente en las áreas fronterizas con Israel.

Las aulas aún habitadas por desplazados se intercalan con otras prácticamente vacías, en las que solo queda algún bote de especias o pieza de ropa dejada atrás por las familias que se van marchando. Otros permanecen, pero ya tienen sus macutos empacados esperando junto a la puerta.

Ahmad Ali es uno de los que no se podrá ir por ahora, al menos hasta que su tío le confirme si podrá acogerle en Bint Jbeil, un distrito meridional cercano a la divisoria de facto que contempla como plan temporal hasta que pueda regresar a su propio hogar.

«Nuestras áreas aún están golpeadas por el desastre y no tienen electricidad ni agua. Golpearon la compañía de agua en nuestra zona, que Dios no perdone a los israelíes», explica el joven a EFE, en la clase donde vive desde finales del pasado septiembre.

Aunque su vivienda en la aldea sureña de Kfar Melki no ha quedado destruida, afirma que es «inhabitable» debido a la falta de servicios básicos. Otros sí seguirán en el colegio porque directamente ya no tienen un hogar al que volver.

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«Hay gente que perdió su casa en los suburbios sur (de Beirut, el Dahye), que claro, se están quedando aquí», comenta, por su parte, la desplazada Zeinab Jaber en uno de los pasillos de la escuela.

Por suerte, no ha sido su caso y espera volver a ese golpeado extrarradio mañana mismo junto a sus cinco hijos. Su vivienda, dice, solo ha sufrido algunos daños en la última oleada de bombardeos contra el Dahye, que precedió a la entrada en vigor del alto el fuego.

«Atacaron al lado de nuestra casa ayer, pero gracias a Dios solo son daños menores y la casa aún sigue allí. Lo más importante es que estamos bien», asegura la mujer, feliz por el final de la violencia y convencida de que su vida ya ha vuelto a la normalidad este mismo miércoles.

Los gajes de la logística

Para Zeinab, el retorno solo se ha retrasado un día, debido a los daños en su piso y a que su marido no estuvo en la ciudad durante esta primera mañana de paz en el país, de modo que no contaba con un coche para trasladar de vuelta a casa los enseres que se llevaron al huir.

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A muchos les pilló por sorpresa el anuncio de acuerdo a última hora del martes.

«Trajimos toda nuestra ropa con nosotros, tengo la ropa de mis hijos, cuatro. También traje menaje de cocina y cosas, más nosotros, ¿cómo nos vamos? Ahora mismo no hay medios de transporte para esto», lamenta la desplazada Nada Abbas Thine.

Al igual que Zeinab, cuenta con volver al Dahye en el segundo día del cese de hostilidades, pero hoy le resultaba difícil también porque su vivienda sufrió daños en los ataques y porque las carreteras están «accidentadas» en esos golpeados suburbios.

«También por los olores en las calles», agrega en declaraciones a EFE.

Esta mañana, el ambiente aún estaba cargado en el Dahye por el humo de los bombardeos de las horas anteriores, mientras algunos repartían mascarillas desechables a los desplazados que iban llegando. Tras dos meses de intensos ataques, estos barrios están salpicados de escombros y edificios derruidos.

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Ahora queda esperar que el acuerdo aguante su primera fase de 60 días de tregua, algo de cara a lo que Nada se muestra optimista.

«Eso es lo que esperamos», concluye. EFE

amo-njd/cgs/jg

(foto) (vídeo)

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