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Douglas Rushkoff: Los milmillonarios que niegan el cambio climático son los que se lo toman más en serio

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Fotografía de Douglas Ruskoff, autor de "La supervivencia de los más ricos", facilitada por la editorial Capitan Swing. EFE

Marta Montojo

Madrid, 3 oct (EFE).- “Que los cinco hombres más ricos que he conocido gasten su tiempo y energía averiguando cómo escapar de nosotros significa que han fracasado”, sostiene Douglas Rushkoff, quien se ríe en su último libro de los planes de huída de los milmillonarios ante el colapso y advierte de que estas personas que niegan el cambio climático son en realidad “las que se lo toman más en serio”.

Rushkoff (Nueva York, 1961) se define a sí mismo como la “dominatrix intelectual” de la élite económica, alguien a quien los banqueros ricos solían invitar a sus conferencias “para que los castigara por ser codiciosos” con sus argumentos marxistas contra el crecimiento infinito y la desregulación del mercado, cuenta en una entrevista con EFE.

Sin embargo, desde la publicación de su último ensayo, ‘La supervivencia de los más ricos. Fantasías escapistas de los milmillonarios tecnológicos’ -que acaba de traducir al español la editorial Capitán Swing- le han cancelado varias de esas charlas que tenía programadas, asegura.

El escritor, que también es columnista en medios como The New York Times y profesor de cultura virtual en la Universidad de Nueva York, perfila en este libro a una generación de milmillonarios que “han sucumbido a una mentalidad”, la del capitalismo “expansionista” y “extractivista” de Silicon Valley.

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Una mentalidad, precisa al comienzo del ensayo, de la que estos magnates son «víctimas» y en la cual “vencer significa ganar suficiente dinero para aislarse del daño que están causando ellos mismos al ganar dinero de ese modo”.

El libro parte de una anécdota: En 2017 Rushkoff viaja a un lujoso complejo turístico en medio del desierto para dar una conferencia por la que le ofrecen una suma de dinero que no es habitual recibir por una charla –un tercio de su salario anual como profesor en una universidad pública–, y al llegar se encuentra con que no se trata de un acto para el público sino para apenas cinco hombres, todos ellos milmillonarios.

Los empresarios no le preguntan por las tendencias tecnológicas o las mejores opciones de inversión, sino por los lugares estratégicos donde levantar sus búnkeres para sobrevivir “el evento”, entendido como algún tipo de colapso civilizatorio que, creen, podrá llegar por causas como la crisis climática o la guerra biológica.

Rushkoff sugiere que estas visiones más colapsistas de la élite económica responden en parte a su “adicción” a las historias con un principio, un clímax y un desenlace -estructura que equipara al orgasmo masculino-, unida a la idea de la competición entre humanos como lo natural e inevitable frente a la empatía y la solidaridad.

“¿Qué tal si no colapsamos? A lo mejor no estaría tan mal”, bromea Rushkoff, que incide en que estos empresarios prefieren imaginar un fin del mundo en el cual se aíslen del resto y sólo ellos sobrevivan antes que pensar en un escenario de cooperación global en el que se pueda prevenir una crisis devastadora.

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“Los hermanos Koch en Estados Unidos son los principales financiadores del negacionismo climático pero también son uno de los principales investigadores del cambio climático; creen en el fenómeno, pero quieren ir dos pasos por delante del público. Se están preparando para ello y pretenden que los demás no lo sepan”, aduce Rushkoff.

“Les resulta más fácil pensar en ‘The Walking Dead’ que negociar con todos de una manera sostenida”, recalca, e insiste en aclarar que “la evolución no es la historia de la supervivencia del individuo mejor; sino que es la historia de la colaboración y la cooperación que conducen a la supervivencia y el florecimiento entre especies”.

También asocia esta mentalidad de lo que denomina “el tecnobro” a la lógica de dominación sobre la naturaleza y las mujeres propia del capitalismo, y cita para ello a Francis Bacon, padre del empirismo científico -filosofía que abanderan estos milmillonarios- quien afirmó que “hay que agarrar la naturaleza por el pelo (…), sujetarla y capturarla (…), conquistarla y someterla, para sacudir hasta sus cimientos”.

Para combatir esa «mentalidad» aislacionista de los ricos de Silicon Valley, Rushkoff incide en que primero hay que desmitificarlos y comprender que empresarios como Elon Musk “no son héroes», sino que están «locos» y son «patéticos»; y aboga en paralelo por «restablecer los lazos sociales», «hacer que la gente reconecte con sus comunidades», empezando por lo más fácil: «ser sociable y tener sexo».

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