Internacionales
El bolsonarismo cobra fuerza en los bastiones históricos de la izquierda brasileña
São Bernardo do Campo (Brasil), 24 oct (EFE).- En vísperas de la segunda vuelta de las elecciones municipales, la extrema derecha que lidera el expresidente Jair Bolsonaro gana terreno en los bastiones tradicionales de la izquierda brasileña, como São Bernardo do Campo, cuna política del mandatario Luiz Inácio Lula da Silva.
São Bernardo do Campo es casi como un lugar de culto para el progresismo brasileño. Su meca es la sede del Sindicato de los Metalúrgicos del ABC Paulista, en cuyo interior lucen grandes paneles del ‘Che’ Guevara, Gandhi, Frida Kahlo y el propio Lula.
En esta ciudad de la periferia de São Paulo, Lula, entonces un sindicalista aguerrido y barbudo que trabajaba como tornero mecánico, lideró huelgas y manifestaciones multitudinarias en plena dictadura militar (1964-1985).
Fue la semilla del Partido de los Trabajadores (PT), sigla hegemónica durante décadas en el cinturón industrial de São Paulo, hasta hoy. El domingo, dos candidatos de la derecha se disputarán en el balotaje la Alcaldía de São Bernardo.
Uno de ellos es el diputado Alex Manente, apoyado por Bolsonaro y cuyo compañero de fórmula es Paulo ‘Chuchu’, policía y amigo de la familia del exjefe de Estado. El candidato de Lula, Luiz Fernando Teixeira, quedó en tercer lugar.
Más feligreses, menos sindicatos
«La izquierda dejó de hacer algo esencial: el trabajo de base, el diálogo. Antes, en las favelas, cuando una familia tenía dificultades, buscaba a alguien de la izquierda; hoy busca al pastor», explica a EFE Moisés Selerges, presidente del Sindicato de los Metalúrgicos.
Las iglesias evangélicas son uno de los pilares del bolsonarismo y han ganado visibilidad en todos los rincones del país. Hasta en las aldeas más precarias de la Amazonía hay templos evangélicos.
Esto coincide con la curva menguante de los sindicatos. Según datos oficiales, en 2023 solo el 8 % de los trabajadores estaban sindicados, el menor porcentaje desde 2012, cuando llegaba al 16 %.
Para revertir ese escenario, Selerges puso en marcha el proyecto La Retomada, para recuperar «el contacto con las bases», devolver protagonismo al sindicato conversando con todos los actores sociales, incluida la derecha moderada, y renovarse.
«Necesitamos formar líderes. Hay que colocar a jóvenes al frente del partido porque hoy hay una derecha popular que antes no existía. La derecha hoy está en la favela, en la fábrica», analiza.
La derecha avanza en el noreste
El descalabro de la izquierda en São Bernardo se repitió en otras localidades del cinturón industrial paulista, otrora ‘cinturón rojo’, que además ha perdido el importante peso económico de antaño.
Un fenómeno parecido, aunque aún incipiente, se está dando en algunas de las grandes ciudades del empobrecido noreste brasileño, principal granero de votos del PT y donde la derecha avanza.
Bolsonaro, inhabilitado por deslegitimar la democracia, y su Partido Liberal (PL) lograron colocar más candidatos en la segunda vuelta de las elecciones en las capitales del noreste que el PT de Lula.
«El PL se estructuró muy bien para las elecciones, con estrategias bien definidas, candidaturas competitivas y mucha inversión», dijo a EFE la politóloga Luciana Santana, profesora en la Universidad Federal de Alagoas, estado en cuya capital, Maceió, fue elegido en primera vuelta el candidato de Bolsonaro con el 83 % de los votos.
Para Valter Moura Júnior, presidente de la Asociación Comercial e Industrial de São Bernardo do Campo, la decadencia del PT se debe a que se ha transformado «en un partido igual al resto».
«El discurso de la izquierda perdió mucha fuerza, se parece mucho a los de centro», expresa a EFE.
Su padre fue uno de los empresarios más importantes de la región. Tuvo un papel muy importante en la formación de São Bernardo, actuando en la construcción civil, y fue clave para levantar la patronal, que hoy cuenta con 2.000 asociados.
Moura Júnior recuerda que el sindicalismo de São Bernardo «era uno de los más temidos de todo Brasil», pero cree que eso cambió desde la globalización.
Al mismo tiempo, los trabajadores perdieron capacidad de movilización por «el miedo» a quedarse sin empleo, en un contexto donde la tercerización avanza, según Moura Júnior.
Carlos Meneses
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