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Medio Ambiente

El Impenetrable, un ‘pulmón’ de Sudamérica amenazado por la ganadería y la deforestación

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Vista general de un tramo del río Bermejito, el pasado 24 de octubre, en el Parque Nacional el Impenetrable, en la provincia del Chaco (Argentina). EFE/Juan Ignacio Roncoroni

La Armonía (Argentina), 2 nov (EFE).- El Impenetrable, un vasto territorio del norte de Argentina ubicado en la ecorregión boscosa más grande de Sudamérica después del Amazonas, enfrenta la doble amenaza de la deforestación y la ganadería, actividades que ofrecen ingresos de subsistencia para sus habitantes pero que generan daños difíciles de reparar.

Esta región, cuyo nombre proviene de las arduas condiciones ambientales que limitaron su accesibilidad, es parte esencial del Gran Chaco americano, que con su millón de kilómetros cuadrados repartidos entre Argentina, Paraguay, Bolivia y Brasil funciona como un ‘pulmón’ continental clave para contener el aumento de las temperaturas.

En las entrañas del bosque un viento cálido levanta el polvo fino entre la densa vegetación: añosos algarrobos de madera dura conviven con quebrachos y espinosos vinales, que con facilidad destrozan las ruedas de los camiones que recorren sus senderos, rodeados también por las flores amarillas de la brea y envueltos por el aroma del palo santo.

A su vez, esta zona de más de 128.000 hectáreas de superficie es una de las más olvidadas por los sucesivos gobiernos nacionales y provinciales de Argentina, algo que se evidencia en el escaso servicio eléctrico, la ausencia casi total de señal de telefonía móvil y el limitado acceso al agua, dependiente en buena medida de las lluvias, que son impredecibles y solo llegan en verano.

Proteger el bosque o vivir de él

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Un par de pescadores fue captado el pasado 24 de octubre, en el río, en el Parque Nacional el Impenetrable, en la provincia del Chaco (Argentina). EFE/Juan Ignacio Roncoroni

Las casi 60.000 personas que lo habitan son en su mayoría indígenas, campesinos y pequeños productores rurales.

Jorge Luna tiene 55 años, cuatro hijos y toda su vida transcurrió en parajes del Impenetrable como La Armonía, donde actualmente desarrolla tres actividades simultáneas: cría vacas, cerdos, cabras y caballos, guía a turistas por los senderos cerrados del bosque y es dueño de un camping a orillas del río Bermejito, uno de los dos cursos de agua primordiales para la zona.

Hace siete años, en momentos de crisis económica, aceptó una oferta de una empresa maderera que quería talar y llevarse toda la vegetación valiosa de sus 100 hectáreas de tierra.

“Acá tengo molles, algarrobos, palo santo, quebracho colorado y blanco. Son especies de madera buena. Por suerte rescindí el contrato”, relató a EFE desde la sombra verde de su arboleda, y explicó que recibió asesoramiento de la Administración de Parques Nacionales y de la Fundación Rewilding Argentina.

Desde 2014, gracias a una iniciativa de organizaciones ambientales locales, esta región forma parte del Parque Nacional El Impenetrable, por lo que se prohibió la tala y la caza en su interior y se asignaron guardaparques para protegerla.

Uno de ellos, Matías Almeida, dialogó con EFE en una de las puertas de acceso al parque, y advirtió sobre los crecientes peligros que enfrenta el bosque: “Hace tres años que estoy trabajando en el área protegida, y en este corto tiempo he visto grandes cambios. El paso de camiones de extracción maderera es constante”.

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Durante sus patrullajes diarios bajo el agobiante sol del mediodía, Almeida y su equipo se topan con frecuencia con grandes extensiones de monte quemadas. “Todo se hace rápido, en el anonimato”, señaló, y denunció que a la extracción maderera se suma el avance de cultivos de soja, que produce “riqueza para unos pocos en poco tiempo, pero no equivale a los beneficios ecosistémicos que tiene este bosque con su biodiversidad”.

El problema de la deforestación ilegal no se limita únicamente al área protegida sino que afecta a buena parte de Chaco, la provincia argentina que lo alberga, donde, según un reciente estudio de la organización Greenpeace mediante imágenes satelitales, entre noviembre de 2020 y julio de 2025 esta práctica afectó 167.684 hectáreas.

“A mi papá y mi tío les dije ‘¿qué le quieren dejar a las generaciones siguientes? Si seguimos talando árboles, algún día no vamos a tener más lluvia o el calor va a ser insoportable’. Hemos tenido veranos de 50 grados”, aseguró Melina Ybañez, estudiante de guardaparque de 26 años nacida y criada en el Impenetrable.

Ybañez es además guía de turismo, una industria creciente en la zona y vista por cada vez más vecinos como una alternativa prometedora y sustentable.

En los últimos años, muchos pobladores comenzaron a adaptar sus viviendas para ofrecer alojamiento y comidas a viajeros que llegan para observar la fauna. El turismo, sin embargo, enfrenta todavía fuertes trabas producto de la difícil accesibilidad y la falta de inversión.

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La ganadería, otra amenaza

Un hombre fue captado e pasado 24 de octubre al recorrer una zona del Parque Nacional el Impenetrable, en la provincia de Chaco (Argentina). EFE/Juan Ignacio Roncoroni

Otro de los peligros que enfrenta El Impenetrable acecha a plena luz del día, masticando pastos y hojas con aire cansino: las vacas. Criadas ‘a monte’, como sus dueños locales le llaman a la práctica de soltarlas en zonas del bosque sin delimitar, consumen las escasas reservas de agua disponibles para los animales silvestres.

Si bien la zona se emplaza entre el Bermejo y el Bermejito, dos ríos sinuosos y cargados de sedimento que dan su característico color té con leche al caudaloso Paraná y al Río de la Plata, la cantidad y diversidad de fauna en el bosque es tal que el agua no siempre alcanza.

“El ganado genera una competencia hídrica. Las vacas y los caballos toman mucha cantidad de agua por día, lo que seca muy rápidamente las charcas”, alertó Almeida, que comprende que el ganado es un factor de subsistencia para los vecinos de la zona, pero que desbalancea tanto el frágil ecosistema que lo mejor sería erradicarlo.

En los márgenes inestables del Bermejo abrevan a diario decenas de especies de aves, así como tapires y pecaríes, mamíferos herbívoros que atraen a la creciente repoblación de yaguaretés, impulsada por la Fundación Rewilding.

“Los humanos somos los responsables de esa destrucción del bosque chaqueño, pero también podemos participar activamente de su recuperación”, afirmó a EFE Débora Abregú, integrante del equipo de la fundación, que trabaja en paralelo en la concienciación de la población en la idea de que proteger y “producir naturaleza” es más beneficioso que el negocio de la tala y la ganadería.

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Sebastián Rodríguez Mora

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