Política
El Partido Socialista Europeo elige a Nicolas Schmit como candidato a presidir la CE
Roma, 2 mar (EFE).- El luxemburgués Nicolas Schmit, elegido cabeza de lista del Partido de los Socialistas Europeos para las elecciones de junio, es un veterano de la escena comunitaria que se ha forjado un perfil marcadamente social y llevará a la campaña su bagaje de impulsor de los derechos laborales de los trabajadores de plataformas o un salario mínimo europeo.
Como cabeza de lista (‘spitzenkandidat’, en la jerga comunitaria) de los socialistas europeos, Schmit (1953) enfrenta la difícil tarea de disputarle la presidencia de la Comisión Europea a su actual jefa, Ursula von der Leyen, en cuyo equipo ha desempeñado en los últimos cinco años el cargo del comisario de Empleo y Derechos Sociales.
Hijo único de un carpintero y nieto de una de las primeras víctimas de la Segunda Guerra Mundial en Luxemburgo, Schmit compaginó sus estudios de Literatura francesa e Historia -para dejar la puerta abierta a la docencia- con Ciencias Políticas.
Era este camino el que realmente le motivaba, según cuenta un perfil del político publicado en 2019 en la revista luxemburguesa Land. Su tesis doctoral sobre la regulación del libre comercio en la Unión Europea dejaba pistas sobre hacia dónde se dirigían los pasos de Schmit, que para entonces llevaba años militando con los socialistas luxemburgueses de LSAP.
Su aventura europea arrancaba a principios de los 90, cuando empezó a trabajar en la representación permanente de Luxemburgo ante la UE en Bruselas, y que dirigió seis años a finales de esa década.
En 2009 entra en el Gobierno luxemburgués como ministro de Empleo y en 2013 amplía sus responsabilidades con la cartera de Economía Social, sus dos grandes líneas de acción en la Comisión Europea entre 2019 y 2024.
Sus primeros pasos en el Ejecutivo comunitario fueron en modo gestión de crisis, con la incertidumbre para el empleo en toda Europa que trajo la pandemia del coronavirus: se puso en marcha el fondo europeo SURE contra el desempleo, para evitar despidos masivos por la congelación de la actividad económica y sufragar con él el gasto de programas nacionales como los ERTE.
Otro de los hitos de Schmit fue la directiva que fija estándares sobre cómo debe establecerse el salario mínimo en los países del club comunitario, que aunque no prescribe cifras específicas sí que obliga a los Estados miembros a que establezcan un procedimiento para fijarlos y actualizarlos con criterios claros.
En los últimos meses, el mayor dolor de cabeza se lo ha dado la directiva de trabajadores de plataformas, que -sin llegar a los estándares de la «ley rider» española- buscaba reducir el número de falsos autónomos en empresas como Uber o Deliveroo, entre otras.
Pero la tramitación ha estado llena de sobresaltos, ya que los Estados miembros han rechazado en dos ocasiones validar el acuerdo ya cerrado entre sus propios negociadores y los del Parlamento Europeo, algo inusual en la política comunitaria y que Schmit, mano a mano con la presidencia belga del Consejo, espera solventar en esta legislatura.
La reactivación de la economía pospandemia, la reacción a la invasión rusa de Ucrania o el protagonismo de las transiciones verde y digital han dejado menos espacio que el luxemburgués hubiera querido a las políticas de las que él es responsable.
Sí le ha dado tiempo a impulsar legislación para reducir la exposición al amianto en el trabajo o para combatir la brecha salarial entre hombres y mujeres, entre otros hitos.
A menos de 100 días para las elecciones europeas, a Schmit se le abre ahora un nuevo reto: defender el valor de la economía social en una campaña marcada por el impulso conservador a nuevas inversiones en industria y defensa. Antes de su etapa de comisario, fracasó en sendos intentos de ser embajador en Francia, de representar a su país en el Tribunal de Cuentas o de ser el segundo al mando de la OCDE.
Sólo Schmit y su entorno saben qué estrategia emplearán para convencer a los europeos de que su perfil es el que Bruselas necesita. En 2019, cuando competía por el puesto de comisario luxemburgués, le pidieron que enviase a Von der Leyen un mensaje «personal».
¿Y cómo convenció a la que acabó siendo su jefa? Según la revista Land, el mensaje fue simple: «Casado, cuatro hijos».
Laura Zornoza
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