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Hatem Nafti: Europa deja que vuelva la dictadura a Túnez porque controla las costas

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Tunis (Tunisia), 05/10/2024.- Funcionarias preparan las urnas para las elecciones presidenciales del domingo en Tunez (Elecciones, Túnez, Túnez) EFE/EPA/MOHAMED MESSARA

Túnez, 5 oct (EFE).- Por miedo a ser arrestado si vuelve a su casa tunecina, Hatem Nafti lamenta desde Francia en entrevista con EFE haber votado en 2019 al actual presidente de Túnez que concurre el domingo a la reelección: un «populista autoritario» según presenta en su último libro «Notre ami (Nuestro amigo) Kais Said». 

Ha necesitado dos obras para describir el actual Túnez, de la Primavera Árabe a Said, quien no supone «un gran problema» para Europa, «su único socio» real, porque este ha demostrado controlar las costas, la migración: «Es más fácil negociar con una dictadura que con una democracia».

En 2022, un año después de que Said se hiciera con pleno poderes para «rectificar» el curso revolucionario, plasmó en su libro «Túnez: hacia un populismo autoritario» los temores que tuvo cuando el presidente suspendió el Parlamento y depuso al Gobierno aquel 25 de julio de 2021 ante el júbilo de parte de la población y la élite.

«Mucha gente estaba contenta, pero yo me di cuenta de que era el fin de la democracia», recuerda.

El título de su último libro referencia otras dos publicaciones francesas «Notre ami Ben Ali» de Nicolas Beau, sobre el dictador tunecino derrocado en las protestas populares de 2011, y «Notre ami le roi» de Gilles Perrault, sobre el rey Hassan II, que analizan los espejismo de duros regímenes autocráticos.

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El verdadero pueblo

Aunque «Kais Said usa un vocabulario soberanista, después de cinco años el único socio que tiene es Occidente aunque diga lo contrario, no tiene grandes acuerdos con Rusia o China. Habla del sur global y de romper nuestras relaciones o minimizarlas con Occidente, pero no es real», valora, especialmente tras el acuerdo migratorio con la UE y la disminución de las llegadas de migrantes a Italia en un 60%.

Por tanto, pese a las «declaraciones de la diplomacia occidental» sobre la regresión de los derechos humanos en Túnez incluida la población migrante, Nafti cree que la reelección casi segura de Said será aceptada sin cuestionar los cambios de última hora en la ley electoral, la detención de candidatos o su mismo temor a volver a Túnez, como muchas otras voces críticas que residen en el extranjero.

Said ganará mañana con el apoyo «del verdadero pueblo» sin importar el índice de participación, predice: «Kais Said es un populista en el sentido de pensar que hay un pueblo único, bueno, y todas las élites son corruptas pero al mismo tiempo él es un elitista porque está apoyado por la alta administración.»

Un populismo autoritario

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«Es difícil saber qué va a pasar (en las elecciones), porque no hay encuestas, e incluso la gente tiene miedo de responder, es difícil saber cuál es el apoyo real» que mantiene el presidente cinco años después, dice Nafti al tiempo que señala la baja participación en los procesos electorales convocados por Said para consolidar su nuevo sistema ultrapresidencialista.

Como muchos tunecinos, Nafti apoyó a Said en las elecciones de 2019 y, aunque duda sobre la transparencia de los comicios de mañana, se plantea apoyar al candidato detenido, Ayachi Zammel, «para romper su mitología, de que es limpio y justo».

«La gente le apoya porque lucha contra la corrupción, pero para mí es un corrupto (por la intervención en la Justicia), y es muy importante que Túnez se de cuenta», manifiesta.

Este escritor y comentarista, que no ha podido visitar a su madre en Túnez desde febrero de 2023, estima que la larga tradición de gobiernos de «un solo hombre» en Túnez ha facilitado la vuelta a un sistema ultrapresidencialista.

 «Con la revolución (2011), el sistema cambió de una dictadura a uno parlamentario, como España, con el presidente elegido y diputados que pueden controlar la alta administración» dejando atrás las autocracias del Bey (rey otomano), las autoridades coloniales francesas y el régimen presidencialista instaurado con la independencia en 1956. «Hasta 2011 no había gran diferencia», rememora.

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Pero el parlamentarismo, «que obligaba a coaliciones, dio gobiernos muy débiles y no muy estables, a veces pocos coherentes, con islamistas y laicos al mismo tiempo. Era algo muy nuevo para nosotros y eso no estuvo respaldado por la alta administración», en la que asegura que ahora se apoya Said.

«Esa es la paradoja, las órdenes se vuelven a dar desde arriba pero él dice que ha devuelto la voz al pueblo», opina.

por Laura Fernández-Palomo

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