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Japón, sin «línea defensiva» concreta frente a la caída del yen

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Fotografía de archivo de personas que caminan al frente de la bolsa de Japón en Tokio (Japón). EFE/EPA/KIMIMASA MAYAMA

Tokio, 29 mar (EFE).- Las autoridades monetarias japonesas dijeron este viernes que el país asiático no cuenta con «una línea defensiva concreta» frente a la rápida depreciación del yen, que cayó esta semana a niveles que no registraba desde julio de 1990.

«Todas las medidas son posibles para frenar los movimientos excesivos del yen», afirmó este viernes el ministro de Finanzas, Shunichi Suzuki, en una rueda de prensa donde dijo que «no existe una línea defensiva concreta» para hacer frente al mercado», según señaló.

Las declaraciones de Suzuki se producen ante las especulaciones de que la divisa local japonesa podría caer por debajo de los 152 yenes por dólar y esto llevar a una rápida intervención por parte del Ejecutivo, que no suele querer confirmar este tipo de acciones.

El yen se hundió brevemente a un mínimo de 34 años de 151,97 frente al dólar en Tokio el pasado miércoles. La moneda japonesa se desplomó por última vez a 151,94 en octubre de 2022, antes de que Japón interviniera comprando yenes por dólares.

El yen viene registrando desde 2022 un progresivo abaratamiento que ha generado preocupación en el país y llevado a varias intervenciones monetarias por parte del Ejecutivo nipón.

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Esta caída se venía asociando con la divergencia entre las subidas de tipos de interés que se han sucedido en Estados Unidos y la política monetaria del Banco de Japón (BoJ), que mantiene la tasa de referencia en terreno negativo y se ha mostrado partidario de mantener sus medidas de estímulo ultraflexibles.

En su última reunión, sin embargo, el BoJ decidió subir los tipos de interés de referencia a corto plazo hasta el 0,1 %, la primera medida de este tipo en 17 años, además de retirar otros de los estímulos que aplicaba dentro de su amplio programa de flexibilización monetaria.

Un yen débil beneficia a la facturación en el extranjero de las empresas japonesas, que ven infladas sus remesas al repatriarlas y mejora la competitividad de sus productos, pero también repercute negativamente en las cuentas nacionales al encarecer las importaciones en un país altamente dependiente de ellas.

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