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Juan Carlos Rubio presenta «La Isla» para alumbrar los sentimientos humanos más infaustos

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El autor teatral cordobés Juan Carlos Rubio explora en el idioma anglosajón aquellos sentimientos que por convención moral no nos permitimos sentir, en su nueva creación The Island (La Isla), en escena hasta el 21 de octubre en el Teatro Cervantes de Londres. EFE/Teatro Cervantes SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)

Londres, 29 sep (EFE).- El autor teatral cordobés Juan Carlos Rubio explora en el idioma anglosajón aquellos sentimientos que por convención moral no nos permitimos sentir, en su nueva creación “The Island” (La Isla), en escena hasta el 21 de octubre en el Teatro Cervantes de Londres.

En una escenografía simple, Rubio y la directora Jessica Lazar ponen al espectador ante los sentimientos socialmente permitidos en un drama introspectivo que se sirve de la lucha interna maternal, una pareja gay Ada y Laura, ante la desdicha de su vástago, un niño

“Trata de la resiliencia y la fragilidad del ser humano” en el amor, señala a los medios tras el estreno Lazar, quien define la obra como viva y apunta que “en cada actuación la emoción es ligeramente diferente”, más que en ningún proyecto anterior.

Ada (Rebecca Crankshaw) y Laura (Rebecca Banatvala) se enfrentan a sus miedos y verdades internas, en duelos dialécticos de pareja y monólogos en un amor que languidece en la planta de un hospital esperando al destino de su hijo, que abstrae al público en un espacio de setenta minutos.

“Es el papel más difícil que he hecho nunca”, afirma la actriz Rebecca Crankshaw, ya que “la cantidad de emociones es muy dura en ella” pero más que prepararse el papel, según puntualiza, es “sentirlo, estar en ello”, y en eso su maternidad le ha sido útil a la hora de representar.

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Por el contrario, para su compañera de reparto, Rebecca Banatvala, fue clave la empatía, “tratar de entender cómo sería tener un hijo no verbal” (con una discapacidad mental) e investigar “lo que los personajes necesitan, y explorar ese viaje” en la representación, según resalta.

A pesar de compartir escenario por primera vez y de forma individual, ambas desprenden una simbiosis que Banatvala describe como “bastante agradable”, que posibilita una sinergía que de forma paradójica permite reflejar en la obra qué es lo que sucede cuando la comunicación se rompe en pareja.

Un estreno en el que las dos confían “seguir construyendo y crecer” señala Crankshaw, quién hace hincapié en la importancia de la audiencia en esta representación ya que “lo hace mucho más sencillo”.

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