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La «Aurora» de Guercino se descubre sobre el público en la villa romana de los tesoros

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Gonzalo Sánchez

Roma, 30 oct (EFE).- En el corazón de Roma, entre árboles y muros centenarios, se levanta la villa de recreo de la dinastía Ludovisi. El palacio siempre estuvo cerrado al público pero ahora, tras el sonado desalojo de su última «princesa», se abrirá por primera vez para mostrar uno de sus muchos tesoros, el mural de la ‘Aurora’ que el maestro barroco Guercino pintó en el techo de su recibidor.

La iniciativa, el acceso «excepcional» a este palacio lleno de historia, forma parte de una imponente exposición dedicada al pintor en las Escuderías del Quirinal hasta el próximo 26 de enero.

«Los visitantes podrán entrar a la villa de los Ludivisi. Se trata de una propiedad privada pero ahora podrá visitarse gracias a un acuerdo maravilloso con los herederos», celebró este miércoles en la presentación el director de las Escuderías, Mario De Simoni.

‘La Villa de la Aurora’

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El palacio, en el corazón de la Ciudad Eterna, es desde el siglo XVII el bastión de los Ludovisi, en aquellos tiempos una de las dinastías romanas más poderosas bajo la guía del papa Gregorio XV.

En su interior amasaron un inabarcable patrimonio artístico: cuentan, por ejemplo, con el único mural conocido de Caravaggio, en una pequeña estancia en una planta alta, así como con la alegoría de la ‘Aurora’ que Guercino, artista predilecto de aquel pontífice, realizó en unos de sus techos.

La pintura, que da nombre a la villa, muestra el despertar de la deidad del amanecer junto al príncipe troyano Titono y su recorrido sobre un carro de caballos por el cielo, hasta iluminar a hombres y mujeres todavía durmientes en la penumbra de la noche.

Guercino no solo demostró con esta obra su genio, teatralmente barroco, todo dinamismo y color, sino también su detallada atención por la naturaleza. Mientras Aurora vuela, alumbrándolo todo a su paso, los búhos, símbolos de nocturnidad, vuelan despavoridos.

Una oportunidad única

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La visita, eso sí, está limitada a la planta baja del palacio, en los últimos tiempos fruto de una contienda legal entre los hijos del último príncipe Ludovisi-Boncompagni y su tercera mujer y viuda, una modelo estadounidense que fue desahuciada y acusada de descuidar un lugar como este, que naturalmente necesita un costoso mantenimiento.

El «sí» de los herederos a abrir al público este lugar ha pillado por sorpresa a los organizadores de la muestra sobre Guercino en las Escuderías del Quirinal, tanto que habían construido una réplica de la ‘Aurora’ para el evento.

La exposición es una de las mayores y más completas jamás dedicada a Giovanni Francesco Barbieri ‘Guercino’, el «pintor del instante» y maestro del Barroco, centrándose sobre todo en sus trabajos a las órdenes del papa Ludovisi entre los años 1621 y 1623.

El recorrido reúne un total de 122 obras, algunas llegadas de museos como El Prado de Madrid o el Louvre de París, para ahondar de paso en la relación entre el arte y poder.

Gregorio XV gobernó poco tiempo, solo tres años hasta su muerte en 1623, pero su «reino» supuso una revolución. Por ejemplo, hizo santos a Teresa de Ávila, Ignacio de Loyola, Isidro de Madrid y Francisco Javier y sacudió la cultura y el arte romano reclutando a artistas como Guercino, llegado de la zona de la norteña Bologna.

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En la exposición destaca el último hallazgo sobre el maestro, un cuadro sobre ‘Moisés’ descubierto en 2022 en una casa de subastas y comprado por la fundación Rothschild.

En el lienzo, según explica una de las comisarias de la muestra, Raffaella Morselli, Guercino innova en la representación del profeta bíblico, mostrándolo con un sorprendente primer plano mientras un haz de luz le da en el rostro y la barba.

Otro de los momentos más impactantes es el inédito «cara a cara» de dos retablos casi contemporáneos: el enorme crucificado que Guercino realizó para la basílica de la Ghiara de Reggio Emilia y la ‘Trinidad’ que Guido Reni pintó para la iglesia de los Peregrinos de Bologna.

Pero el cuadro que da fe del apabullante dinamismo de Guercino, se diría que casi cinematográfico, es «La captura de Cristo» (1621), en el que Jesús aparece apresado de noche, iluminado por la linterna y los destellos de las armaduras de sus captores.

Desde España han llegado otros cuadros de Guercino como ‘Susana y los viejos’ (1617), del Prado madrileño, o ‘Lot y sus hijas’ (1617), llegado del Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial.

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Así como obras de otros autores de referencia como Tiziano, con la exposición en Roma de ‘Ofrenda a Venus’ (1518), o Ludovico Carraci con «La presentación de Jesús en el templo’ (1613) prestado por el Museo Nacional de Arte de Cataluña.

El recorrido en las Escuderías concluye teñido de púrpura, por la presencia del retrato con el que Guercino inmortalizó a aquel papa Ludovisi, Gregorio XV, y los de su corte de cardenales.

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