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Ciencia y Tecnología

La I+D en España supone un 55 % de la media OCDE aunque es de los países donde más crece

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Imagen de archivo de un investigador en un laboratorio. EFE/JJ Guillén

París, 28 oct (EFE).- El peso de la investigación y el desarrollo (I+D) en España representaba un 1,49 % del producto interior bruto (PIB) en 2023, lo que supone sólo un 55 % de la media de la OCDE, aunque en los últimos años es de los países que experimentan los mayores incrementos relativos.

En su informe anual sobre las perspectivas en ciencia, tecnología e innovación publicado este martes, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señala que el peso de la I+D en el conjunto de sus miembros pasó del 2,31 % del PIB en 2013 al 2,70 % en 2023.

En España el incremento en esos diez años ha sido similar en términos relativos (el porcentaje era del 1,27 % en 2013), pero se ha acelerado últimamente y en 2023, el último ejercicio para el que hay datos comparables creció un 9 %, el mayor de todos los países, cuando la media fue del 2,4 % en la OCDE.

Esa ascenso para España también había sido muy significativo en los dos ejercicios precedentes, del 6,7 % en 2021 y del 7 % en 2022, cuando en el conjunto de la OCDE la progresión en ese último año se quedó en el 3,6 %.

Con ese 1,49 % en 2023, España se sitúa en todo caso muy lejos de los países más punteros que son Israel (6,35 %), Corea del Sur (4,96 %), Suecia (3,60 %), Estados Unidos (3,45 %) y Japón (3,44 %), pero también por debajo de grandes socios europeos como Alemania (3,11 %), Reino Unido (2,80 %) o Francia (2,19 %) y de la media de la Unión Europea (2,13 %).

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Fuera de la OCDE, la I+D de China subió un 8,7 % en 2023 y alcanzó el 2,58 % ese año, frente al 1,96 % diez años antes.

Los autores del estudio señalan que la I+D dedicada a objetivos de salud ha crecido de forma muy significativa en las últimas décadas y eso responde a las demandas de la sociedad, pero la situación ha cambiado en los últimos años.

El dinero destinado a sanidad tocó techo en 2020, coincidiendo con la crisis de la covid que movilizó muchos medios, pero una vez pasada esa urgencia la caída en 2024 ha sido del 11,5 %.

En sentido opuesto, la energía ha experimentado en ese periodo un incremento del 51 %, y la defensa del 17 %.

Si se examina el reparto del gasto de I+D por países, España dedicó en 2024 una parte a los fondos generales de las universidades (30,9 %) que está en el entorno de la media de los países para los que hay datos, y la sanidad absorbía un 12,1 %, porcentaje netamente inferior al del Reino Unido (18,4 %), Australia (18,8 %) o Canadá (16 %), pero superior al de Francia (4,8 %) o Alemania (5,3 %).

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La defensa, por su parte, representaba un 4 % en España, un peso superior al de Portugal (0,25 %) Países Bajos (3,25 %) o Noruega (3,58 %), pero muy por debajo de Polonia (9,83 %), Alemania (7,58 %), Francia (7,78 %) o Australia (7,10 %).

La OCDE pone el acento en que, si bien los fondos privados cada vez toman más peso en la I+D, los mercados financieros desincentivan que ese dinero privado se dirija a tecnologías que suponen “cambios transformadores”.

El ejemplo que toma para ilustrarlo es el de las técnicas que a largo plazo pueden reducir de forma radical las emisiones de gases de efecto invernadero, pero que requieren un tiempo de madurez que se considera incompatibles con las exigencias de rentabilidad rápida de las inversiones privadas.

Por eso la organización insiste en que “los poderes públicos pueden tener un papel esencial en la promoción de la inversión privada en la transición hacia más sostenibilidad” con diferentes instrumentos económicos y reglamentarios.

Se trata de crear un entorno que ofrezca un equilibrio satisfactorio para los inversores entre riesgo y rendimiento, por ejemplo con una financiación mixta.

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