Crimen y Justicia
La nueva misión de dos religiosos españoles ante la crisis de desplazados en el Líbano
Rmayleh (Líbano), 17 oct (EFE).- En un centro a pocos kilómetros de la ciudad meridional de Sidón, dos religiosos españoles y sus compañeros del Proyecto Fratelli han dado un giro a sus labores de ayuda habituales después de que llegaran a la zona unos 90.000 desplazados por los ataques israelíes contra el Líbano.
El 23 de septiembre, cuando Israel inició su campaña de bombardeos, los miembros de Fratelli vieron caer un centenar de bombas en la distancia desde la colina de Rmayleh en la que se ubican sus instalaciones, hasta entonces centradas en actividades educativas para residentes de la zona.
El vallisoletano Guillermo Moreno, hermano de La Salle, reconoció a EFE que fue la «primera vez en su vida» que vio «algo así».
«Hasta ese momento había visto conflictos, problemas, pero no la guerra. La guerra en el sentido de desplazándose montones de personas, hospitales hechos un caos, ambulancias todo el tiempo sonando. Era un escenario caótico, de eso de bombas todo el tiempo, una, otra, otra», recordó.
Tres semanas después, aún escuchan explosiones de tanto en tanto, pero su centro no solo ha reabierto sino que ya está inmerso en varias acciones para ayudar a los afectados por la situación.
«Si antes hacíamos falta, ahora hacemos más. ¿Cómo nos vamos a ir?», dijo Moreno, que lleva tres años en el Líbano y es el coordinador de la comunidad en el Proyecto Fratelli.
Un oasis para los niños
La situación obligó a frenar las actividades rutinarias de la iniciativa, a cargo de las congregaciones de La Salle y Maristas, así que el equipo decidió comenzar a visitar a las familias de Rmayleh para preguntar cómo estaban y qué necesitaban.
«Lo que nos encontramos es que todas ellas estaban recibiendo a una o dos familias de desplazados en su propia casa. Y luego nos empezamos a encontrar familias nuevas también desplazadas libanesas que estaban viviendo en diferentes casas abandonadas o diferentes lugares», explicó el hermano.
Ante esta nueva realidad, Fratelli reabrió sus puertas cada mañana para entretener a los niños, que «lo están pasando psicológicamente complicado».
Esta mañana, la pista deportiva está llena de pequeños enfrascados en juegos dirigidos por varios monitores. Moreno estima que la mitad son nuevos desplazados y que los restantes son antiguos beneficiaros del proyecto.
«Esto ha ido creciendo, creciendo, creciendo, porque se corre la voz (…) Vuelven a casa súper contentos y al día siguiente vienen con más niños», comentó, al asegurar que el primer día de actividades asistieron unos 20, mientras que hoy ya vienen unos 200.
Mientras tanto, en el patio trasero de Fratelli, otros desplazados se van acercando a la mesa de registros para recoger desde colchones hasta mantas, medicinas, material higiénico, pañales y paquetes de comida. Y es que en medio de la violencia, también están apoyando a unas 1.000 familias.
El vallisoletano afirmó que no tienen intención de irse y que solo harán las maletas si la población evacua la zona por amenaza de bombardeos directos.
«No queremos héroes ni locos ni mártires ni poner en riesgo nuestra vida, pero tampoco podemos tomar decisiones por miedo, porque te arrepientes (…) Tienes que tomarla por valores, por motivos de fondo», zanjó.
Vocación
Su compañero valenciano Juan Carlos Fuertes, gestor de proyecto en Fratelli, tampoco dudó en quedarse en el Líbano para ayudar tras el inicio de la intensa oleada de ataques israelíes.
«En ese momento no hay como mucho tiempo para pensar, pero sí, ya veíamos que la tensión iba aumentando y en las semanas previas íbamos hablando de esto», indicó a EFE.
«En una hora podemos visitar 30 familias que viven cerca y que son familias de Fratelli o no, pero que han acogido en su casa cuatro más. Entonces nos damos cuenta de que es un montón de gente la que viene y por ejemplo nuestros niños, hay un montón de niños nuevos», comentó sobre la nueva situación.
Junto a los cuatro hermanos que lideran el proyecto, trabajan un gran número de educadores locales y también una pareja de voluntarios portugueses a quienes la reciente escalada sorprendió en Rmayleh.
Estaban ayudando en el centro desde el pasado mayo y aunque hace tres semanas tuvieron unos días de dudas, la «realidad» les marcó el camino enseguida y también decidieron permanecer en el país. «Las necesidades empezaron a surgir muy rápidamente, muy evidente», explicó a EFE Teresa Acensão.
En sus visitas a los candidatos a beneficiarios, la voluntaria ve «casas muy sencillas», tanto que «a veces es difícil llamarlas casas».
«Las familias de refugiados sirios son las que están también acogiendo otras familias de refugiados sirios. Las familias ya estaban en una situación muy vulnerable», lamentó.
Noemí Jabois
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