Crimen y Justicia
La oposición tunecina ante el dilema de votar en unos comicios que considera ilegítimos
Túnez, 4 oct (EFE).- La oposición tunecina se debate entre el boicot en las presidenciales del domingo o el apoyo al candidato encarcelado, Ayachi Zammel, para mostrar su rechazo al presidente, Kais Said, al que acusan de persecución a la disidencia.
Partidos políticos, hoy fuera de la escena tunecina, y sociedad civil coinciden en considerar estas elecciones «ilegítimas» pero, a diferencia de los procesos electorales convocados por Said, la llamada al boicot ya no es unánime y creen que el apoyo a Zammel podría trastocar los «planes» del presidente, confiado en ganar por mayoría la primera vuelta.
«Corriente democrática y Afek Túnez (que participó en un gobierno de coalición) han comenzado a decir que el boicot no es la solución; mientras que en el Frente de Salvación Nacional hay división», dijo a EFE, Messaoud Romdhani, expresidente del Foro de Derechos Económicos y Sociales (FTDES) que no ve clara la estrategia, aunque algunos de sus compañeros de la sociedad civil también la apoyen.
El Frente de Salvación Nacional emergió en mayo de 2022 como la principal coalición opositora que integraba al islamista Ennahda, partido mayoritario del disuelto Parlamento, y fue la primera en calificar como «golpe de Estado» la apropiación de poderes por parte del presidente el 25 de julio de 2021.
El elemento islamista, acusado de los desmanes de la transición democrática por los que Said dio el golpe de mano con cierto apoyo popular y político, no arrastró al resto de la formaciones de la oposición que dos años después, y ante las oleadas de arrestos de disidentes, indagan caminos para reencontrase.
Hoy el histórico líder islamista Rached Ghannouchi, la cabeza más visible del Frente, y el líder constitucionalista Jaouhar Ben Mbarek, están detenidos, este último sin juicio desde febrero de 2023 en un caso que hizo saltar las alarmas: una «conspiración contra la seguridad del Estado» por la que se arrestaron a empresarios, políticos y activistas de todo el espectro político.
La hermana de Jaouhah y conocida abogada defensora de «detenidos políticos», Dalila Ben Mbarek, es una de las firmantes de la llamada «A la participación en las elecciones» que desde esta semana se difunde entre personalidades opositoras.
Votar o no votar, Ennahda ha estado debatiendo toda la semana previa la opción de apoyar a un candidato de consenso como Zammel, que promete «un retorno a la democracia, así como revisiones políticas y legislativas para superar los obstáculos de la fase de transición democrática», explica a EFE Rafik Abdessalem, exministro de Exteriores, dirigente islamista y hoy fuera de Túnez.
Finalmente, decidieron «in extremis», y dado que no presentan candidato oficial, dar «la libertad de elegir a las bases», aclara Abdessalem, al que condenaron a prisión junto a su yerno Gannouchi.
Sin campaña electoral visible en las calles de Túnez y en prisión, el exdiputado Zammel se ha convertido en la figura más nombrada y ha creado un dilema entre partidos políticos y sociedad civil, que se desmarcaron del referendo constitucional y las legislativas de 2022, y las elecciones locales de 2023.
Todos los comicios convocados por Said para «dar la voz» al pueblo en su proyecto de instaurar un nuevo sistema ultrapresidencialista con un Parlamento sin partidos políticos y funciones limitadas tuvieron la participación electoral más baja de toda la transición democrática: 30% el referendo y 11% las legislativas y locales.
Al margen de la participación Said «no se plantea ir con otro (candidato) a una segunda vuelta, porque él piensa que es el presidente, y debe serlo. Kais Said no cree en la democracia como la vemos ahora, él cree en su estilo de democracia; que tiene una personalidad santa, que no es igual al resto del mundo», considera Romdhani.
Cree que permitieron a Zammel concurrir por su bajo perfil, en lugar de ser excluido, detenido o procesado como otros destacados candidatos, pero «ahora es posible que (Said) le vea como un competidor».
Zammel fue detenido horas antes de anunciarse la lista de candidatos final y condenado durante la campaña a 14 años de prisión en tres sentencias diferentes, otro de los motivos que junto al «clima de represión» y los cambios legislativos de última hora, hacen de estas elecciones «ilegítimas» para la oposición.
El dilema del boicot abre otro interrogante para la oposición que, de elegir votar, tendrá que mostrar su capacidad movilizadora, algo de lo que no está convencido Romdhani.
La gente «perdió la confianza en los partidos políticos, en las asociaciones, en las personalidades, en la élite», afirma Abdessalem, al señalar que desde el derrocamiento del dictador Ben Ali en 2011 hasta el 2019, cuando Said ganó las elecciones, los tunecinos no han visto que la situación mejorara.
Para él, más allá de la cita del domingo el verdadero reto político es «recuperar la confianza de la gente».
Laura Fernández Palomo
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