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Cultura

Nikita Mijalkov, cineasta de éxito y telepredicador del imperialismo ruso

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Foto archivo. Nikita Mikhalkov. EFE/EPA/ETTORE FERRARI

Moscú, 21 oct (EFE).- El ruso Nikita Mijalkov, el cineasta más laureado en la historia de este país, que cumplió este martes 80 años de edad, se ha convertido en los últimos tiempos en un telepredicador del imperialismo y del conservadurismo ortodoxo más trasnochados, tan en boga en la Rusia de Putin.

Mijalkov, hijo del autor del texto del himno soviético y ruso, ha visto como sus películas han recibido durante décadas premios en los principales festivales del mundo, desde los Óscar a Venecia, Cannes y San Sebastián.

En los últimos tiempos se ganó muchos enemigos por su servilismo hacia el Kremlin, lo que incluye el firme apoyo a la campaña militar rusa en Ucrania y la represión de la oposición democrática, y el respaldo a ultranza de la Iglesia Ortodoxa y la censura en el mundo de la cultura.

De actor a director

Miembro de una estirpe de artistas descendientes del pintor ruso Vasili Súrikov, saltó a la fama al protagonizar con apenas 18 años “Yo paseo por Moscú” (1964), actuación que le convirtió de la noche a la mañana en una celebridad.

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Aunque empezó a dirigir películas en 1974, nunca dejó de actuar como en las exitosas “Siberiada” (1978), dirigida por su hermano Andréi Konchakovski, y “Una romanza cruel” (1984).

Su primer éxito internacional detrás de la cámara le llegó pronto. En 1977 recibió la Concha de Oro del Festival de San Sebastián por “Una pieza inacabada para piano mecánico”, obra basada en varias piezas de Antón Chéjov.

En 1987 Mijalkov estuvo a punto de tocar el cielo con “Ojos negros” en Cannes, donde el italiano Marcelo Mastroianni recibió el premio al mejor actor del certamen.

Lluvia de premios

El año que cayó la Unión Soviética (1991) se estrenó “Urga, territorio del amor”, una película sobre la amistad entre un ganadero mongol y un camionero ruso.

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La cinta se llevó el León de Oro del festival de Venecia, algo que su compatriota Andréi Tarkovski había logrado con su primera película,”La infancia de Iván” (1962).

Su obra cumbre es “Quemado por el sol” (1994), que aborda la vida de un oficial del ejército rojo y su familia durante las purgas estalinistas.

Cannes le concedió el Gran Premio del Jurado y un año después recibió el esperado Óscar a la mejor película extranjera.

Su decadencia comenzó con “El Barbero de Siberia”, la película más cara en la historia de Rusia y que fue estrenada con todos los honores en el Gran Palacio del Kremlin.

Con todo, en 2007 Venecia volvió a reconocer la maestría de Mijalkov al otorgarle un León de Oro especial por su contribución al cine por “12”, una nueva versión de la aclamada “Twelve angry men” de Sidney Lumet, aunque en este caso el acusado era un niño checheno.

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Escarceos políticos

Al tiempo que se proclama monárquico, es un empedernido nostálgico de la URSS, a la que sigue considerando “un gran país”. Pese a todo, apoyó en su momento al primer presidente democrático ruso, Boris Yeltsin, aunque después se arrepintió.

Se planteó seriamente presentar su candidatura a la Presidencia en las elecciones de 2000, aunque después dejó el camino libre al desconocido Vladímir Putin.

En los años siguientes estrecharía sus lazos con el partido del Kremlin, Rusia Unida, e incluso firmaría una carta abierta en 2007 en la que pidió a Putin que continuara en el poder un tercer mandato consecutivo, algo que prohibía entonces la Constitución.

Posteriormente, sería apoderado del líder ruso en los comicios de 2012 y 2018, y abogó por procesar al último dirigente soviético, Mijaíl Gorbachov, por la desaparición de la URSS, aunque después le llamó para disculparse.

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Además, participó en actos públicos en apoyo de los ultranacionalistas serbios y en contra de la independencia de Kosovo, con el argumento de que la religión ortodoxa es el último bastión ante la hegemonía de McDonald´s.

Telepredicador ultraconservador

En los últimos años Mijalkov compaginó la producción de películas con la presentación del controvertido programa BesogonTV, en el que aparece rodeado por iconos ortodoxos y que es de obligada emisión en los cuarteles rusos.

Al estilo de los telepredicadores evangelistas estadounidenses, Mijalkov critica por igual la hegemonía de Estados Unidos, el capitalismo salvaje y, particularmente, la corrupción moral occidental.

Apoyó abiertamente desde un principio la campaña militar en Ucrania, lo que le valió ser sancionado tanto por Kiev como por la Unión Europea.

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“Siento lo mismo que sentiría Serguéi Eisenstein si le hubieran prohibido la entrada en la fascista Alemania en 1939”, respondió.

Debido a sus tendencias autoritarias al frente de la Unión de Cineastas de Rusia, que él dirige con mano de hierro desde 1998, varios de sus miembros se rebelaron e intentaron crear una organización alternativa.

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