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Ciencia y Tecnología

Nobel Medicina: “Mi máximo deseo es que la inmunoterapia llegue a todo el mundo”

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Mary Brunkow, actual encargada de programas de investigación en el Instituto de Biología de Sistemas de Seattle, durante la entrevista concedida a la Agencia EFE. Hace 24 años, Mary Brunkow (Portland, Oregón, 1961) desveló la pieza que faltaba para explicar por qué el sistema inmune, en su misión de protegernos, no daña el cuerpo humano; pero ha necesitado un Premio Nobel para ser consciente de que su descubrimiento ha revolucionado la Medicina. EFE/Caty Arévalo

Estocolmo, 7 dic (EFE).- Hace 24 años, Mary Brunkow (Portland, Oregón, 1961) desveló la pieza que faltaba para explicar por qué el sistema inmune, en su misión de protegernos, no daña el cuerpo humano; pero ha necesitado un Premio Nobel para ser consciente de que su descubrimiento ha revolucionado la Medicina.

Brunkow, actual encargada de programas de investigación en el Instituto de Biología de Sistemas de Seattle, abandonó el campo de la inmunología en 2004, cuando cerró la empresa biotecnológica en la que ella y su colega premiado Fred Ramsdell hicieron el descubrimiento que les ha valido el Nobel (compartido con el japonés Shimon Sakaguchi).

Al describir cómo un gen de los ratones también presente en los humanos, FOXP3, se ocupa de ‘apagar’ ciertas células inmunes para que el cuerpo no se ataque a sí mismo, abrió las puertas a una nueva comprensión de la regulación del sistema inmunitario, gracias a la cual se han desarrollado tratamientos que salvan millones de vidas, como la inmunoterapia.

A pocos días de recibir el galardón, el máximo deseo de esta bióloga molecular tímida y humilde es que las terapias desarrolladas gracias a su hallazgo “lleguen de forma generalizada a todo el mundo”, confiesa en una entrevista con EFE.

Pregunta (P): El día que la llamaron para anunciarle que había ganado el Nobel cortó dos veces la llamada pensado que querían venderle algo. Poco después una periodista llamó a la puerta de su casa en Seattle y le dio la noticia a su marido. Y cuando éste se lo dijo le respondió que ‘¡Anda ya!’. Dos meses después, a punto de recogerlo, ¿se ha hecho ya a la idea?

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Respuesta (R): (ríe) Mi primera reacción fue de absoluta sorpresa, no me lo podía creer. Ahora lo tengo más asumido, me siento incluso más agradecida. Estos dos últimos meses me han servido para valorar la trascendencia del descubrimiento que hicimos hace casi 25 años.

P: ¿En qué momento fue consciente de que desvelar el papel de un gen (FOXP3) iba a revolucionar la investigación médica?

R: Es curioso porque yo soy experta en biología molecular y genómica. Y desde que cerró la empresa biotecnológica en la que Fred (Ramsdell) y yo hicimos ese descubrimiento nunca más he vuelto a trabajar inmunología. He seguido los avances que se han ido produciendo pero no en primera línea. A raíz de haber ganado el Nobel es cuando he sido consciente de que he contribuido, humildemente, a abrir la puerta a una forma completamente nueva de entender el sistema inmunológico.

P: Su descubrimiento ha derivado en tratamientos como la inmunoterapia, que salva la vida a millones de personas con cáncer, o en avances que permiten que los trasplanten funcionen. ¿Hay alguno en particular del que se sienta especialmente orgullosa?

R.: En mi entorno cercano tengo a gente que padece cáncer o enfermedades autoinmunes, y veo claramente lo que ha supuesto la aplicación de nuestra investigación, pero mi máximo deseo es que estos tratamientos se implanten de forma generalizada y puedan llegar a todo el mundo. Ese sería el máximo orgullo.

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P: Es la única mujer que ha ganado un Nobel en las categorías científicas en 2025. En total, 911 hombres se han alzado con el galardón y solo 65 mujeres. ¿Qué dicen estos datos de la igualdad y del papel de las mujeres en la ciencia?

R: Implica que, históricamente, ha habido una enorme desigualad en el reconocimiento al trabajo hecho por las mujeres, y que ha habido hombres que se han atribuido el mérito de cosas que han logrado las mujeres. Esto está cambiando. Cada día hay más mujeres científicas, el reto es que lleguen a los niveles más altos en los centros de investigación o en las empresas. Pero para ganar un Nobel no hace falta estar a ese nivel, yo lo he logrado por una investigación en la que trabajé entre 1995 y 2001, cuando aún no tenía ni 40 años.

P: ¿Qué hace falta para ganar un Nobel de ciencia?

R: Estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado y con las personas adecuadas. No quiero decir que cualquiera pueda ganarlo, pero pienso que hay cierta dosis de azar en el hecho de que puedas contar con todos los elementos que te lleven a hacer un descubrimiento científico realmente importante.

P: ¿Qué consejo le daría a una persona joven que empieza ahora su carrera científica?

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R: Que busque un tema que le interese y que se centre en buscar respuestas a problemas muy específicos a varios años vista. Y al mismo tiempo, que mantenga la mente abierta y, si fuera necesario, que no tenga miedo a cambiar de dirección.

P: ¿Qué le gusta hacer cuando no sé dedica a la ciencia?

R: Disfruto mucho cocinando y saliendo al campo, a caminar o a montar en bicicleta.

Por Caty Arévalo

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