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Crimen y Justicia

Senador oficialista: El Gobierno colombiano podría ser más decidido contra la corrupción

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Bogotá, 20 jun (EFE).- Al senador colombiano Iván Cepeda, del oficialista Pacto Histórico, no le extraña que la corrupción haya llegado a un Gobierno que prometió ser impecable, pues cree que es «sistémica» en Colombia, pero aún así considera, en una entrevista con EFE, que podría haber acciones más contundentes contra ese flagelo.

«Tenemos grandes problemas, y el primero de ellos es la corrupción en el Estado y dentro del propio Gobierno, y ese es un problema que hay que abocar con decisiones, no con excusas, no con el indicar la responsabilidad a otros en el pasado, sino a lo que ha ocurrido en este Gobierno», afirma Cepeda, que lleva más de una década en el Congreso, casi siempre en la oposición.

La corrupción ha salpicado al Gobierno de Gustavo Petro con las acusaciones de malversación de fondos en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) durante la gestión de Olmedo López, el anterior director, nombrado por el mismo presidente.

Petro forzó la dimisión de López, que está bajo investigación, y en ese sentido Cepeda considera que «hay que seguir purificando el Gobierno de cualquier persona que esté en esas prácticas».

«La corrupción es sistémica en Colombia; es un problema que tiene un carácter profundo estructural», explica. Se ha filtrado en la política y la ha convertido «en una especie de constante comercio, no solamente de prebendas, sino también de cargos públicos y de instituciones».

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Pero esto «no se cambia de la noche a la mañana y obviamente no basta con tener conciencia de ello, hay que tomar decisiones y hay que generar mecanismos preventivos y de anticuerpos contra la corrupción», añade Cepeda, quien cree que «dentro del propio Gobierno puede haber faltado en eso una acción más decidida».

Dos años de «cambio»

Cepeda «temía», el día que la izquierda logró las cifras más altas en las dos cámaras, que impulsar la agenda de reformas de Petro iba a ser una «carrera de obstáculos».

Ha habido victorias, como la reforma fiscal, el Plan Nacional de Desarrollo o la de pensiones, aprobada la pasada semana, que «tienen un sello de equidad social y que implican reformas serias en el país», pero también derrotas y muchas críticas.

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Sin embargo, señala que empieza a haber «un cambio de cultura política, a mostrar que sí se puede reformar, que se puede mediante la deliberación democrática llegar a ciertas nuevas reglas del juego».

El camino hacia la ejecución

En los dos años que quedan hasta las próximas elecciones, la tarea está en «una lucha sin cuartel contra la corrupción»; en mantenerse «fieles al programa» y por ello a las «organizaciones y al movimiento social»; en «un acuerdo nacional» y también en centrarse en la ejecución.

De su discurso se saca una crítica velada al poder Ejecutivo, que es el que tiene que hacer que las leyes impacten en la gente.

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Y también una autocrítica ante las leyes o decretos que han sido tumbadas por instancias judiciales, como la Corte Constitucional, por «formalismos legales».

«Creo que hay una mezcla de inexperiencia de dificultades que ha creado la maraña kafkiana legal y burocrática que existe en Colombia, pero también hay necesidad de voluntad y de aplicarse con eficacia a las tareas», afirma Cepeda, quien hace un llamamiento a la Corte «a que escuche las necesidades que tiene hoy el país».

Acuerdo nacional y constituyente

Recuperar esa primera esencia del Gobierno, la de coalición con sectores de la política tradicional es el deseo de este político convencido del diálogo, aunque ve a la oposición alejada de estas intenciones y en modo electoral.

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«Yo creo profundamente en la necesidad de que en Colombia haya un acuerdo entre todos los sectores políticos y sociales para lograr la paz», dice Cepeda, integrante también del equipo negociador del Gobierno con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Y ese acuerdo nacional es necesario frente a una Asamblea Constituyente, idea esbozada por Petro que luego, ante las numerosas críticas, se ha transformado en hablar de un «proceso» constituyente donde la sociedad se haga con la política.

«Yo lo que entiendo, interpreto -y diría que tengo la certeza- es que el presidente hace referencia a un proceso más que a una Asamblea Constituyente; un proceso en el que la ciudadanía tiene una mayor injerencia y hace que la Constitución se cumpla», explica.

Pero ese proceso, «sin tener un acuerdo nacional es imposible», añade el senador.

Irene Escudero

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