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Solidez, orden táctico y un plan claro de futuro, las claves del Marruecos campeón

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Yassir Zabiri (i) y Othmane Maamma, de Marruecos, posan con sus trofeos de mejores jugadores del Mundial Sub-20 en el estadio Nacional de Santiago de Chile. EFE/Elvis González

Santiago de Chile, 19 oct (EFE).- El título este domingo de Marruecos, segundo país africano en proclamarse campeón del mundo juvenil, en el Mundial Sub-20 de Chile ante Argentina, no ha sido una sorpresa.

Jugadores de Marruecos levantan el trofeo de campeón, tras ganar la final de Mundial Sub-20 ante Argentina en Santiago de Chile. EFE/Elvis González

Desde su primera victoria por 2-0 frente a España en el debut del grupo C, ‘el de la muerte’, demostró todas las virtudes futbolísticas que le han llevado a un entorchado histórico: solidez defensiva, orden y rigor táctico, velocidad en la salida y unas gotas de gran calidad técnica en un tridente de ataque espectacular.

Ali Maamar (i) y el entrenador de Marruecos, Mohamed Ouahbi y celebran el título del Mundial Sub-20 ante Argentina en el estadio Nacional de Santiago (Chile). EFE/Esteban Garay

Y las extradeportivas: concentración, convencimiento, hambre y un plan claro de la federación marroquí de formación, de cara al mundial de 2030, que se disputará en España, Portugal y la propia Marruecos.

La misma receta que combinó para derrotar después a Brasil por 1-2 y llegar al último partido del grupo C ante México con los deberes hechos, el único que perdieron en el torneo (1-0) jugando con suplentes.

La solidez defensiva la han puesto sus dos centrales, que han demostrado un orden y una tranquilidad digna de los profesionales: Ismael Baouf y Fouad Zahouani, han sido, con la ayuda de Ismail Bakhty, un muro en un sistema defensivo flexible, en el que se alternaban una línea de tres, con cinco por delante, o el clásico 4-4-2 según las necesidades del partido.

El rigor táctico y el orden lo ponía el capitán, Housanne Essadak, incansable en la presión pero, sobre todo, faro para todos sus compañeros, tanto en la presión como en la salida rápida de la pelota hacia los extremos.

Pero sin duda, lo que ha sorprendido es la capacidad de trabajo y la velocidad del tridente de ataque: en las bandas con Gesinne Yassine y Othame Maamma, elegido mejor jugador del torneo.

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Y la efectividad y la potencia de Yassir Zabiri, delantero del Famalicao portugués, autor de cinco goles, bota de oro y el mejor jugador de la final.

También es reseñable la labor del seleccionador Mohamed Ouahbi, que frente a Argentina en la final ganó el desafío a su rival, Diego Placente, con una tela de araña que desarmó el juego interior de Argentina, un 3-5-2, bien cerrado y con una idea clara de contraataque.

Otra fortaleza del campeón Marruecos es el hambre de sus jugadores, conscientes de que estaban en Chile para hacer historia pese a las aparentes dificultades de jugar en un grupo con Brasil, España y México.

De admirar también su capacidad de resistencia psicológica, sobre todo en la final, donde no se apresuraron y jugaron sin aparente presión, siempre muy tranquilos.

Y para destacar el trabajo de la Federación de Marruecos, que desde hace años tiene un plan claro, con jugadores en distintas ligas de Europa, algunos ya consagrados como Brahim, en el Real madrid, o Abde, que del Barcelona pasó al Betis, pero también en equipos como el Famalicao portugués o el Dunkerque francés, donde juegan dos de las estrellas de este torneo.

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Un plan que tiene un objetivo que quizá ahora les ponga presión: el mundial absoluto de 2030, que se disputará en España, Portugal y en su propio país, Marruecos.

Por Javier Martín

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