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Tintes naturales y ‘huipiles’: el arte indígena mexicano brilla en Viena

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Un proyecto de arte social expuesto en el Museo Etnológico de Viena ('Weltmuseum'), explora a través de los hilos y los colores el concepto del "tiempo" como reliquia ancestral, devolviendo el valor al proceso creativo de artesanas y artesanos tejedores de 30 comunidades indígenas de México. En la imagen, el artista visual mexicano Carlos Barrera junto a la exposición 'Los colores de la tierra' inaugurada esta semana y abierta al público hasta abril de 2026. EFE/ Núria Morchón

Núria Morchón

Un proyecto de arte social expuesto en el Museo Etnológico de Viena ('Weltmuseum'), explora a través de los hilos y los colores el concepto del "tiempo" como reliquia ancestral, devolviendo el valor al proceso creativo de artesanas y artesanos tejedores de 30 comunidades indígenas de México. En la imagen, telas decoradas en telares junto a retratos de las tejedoras y materiales naturales usados para los tintes en la exposición 'Los colores de la tierra' inaugurada esta semana y abierta al público hasta abril de 2026. EFE/ Núria Morchón

Viena, 24 oct (EFE).- Un proyecto de arte social expuesto en el Museo Etnológico de Viena (‘Weltmuseum’), explora a través de los hilos y los colores el concepto del “tiempo” como reliquia ancestral, devolviendo el valor al proceso creativo de artesanas y artesanos tejedores de 30 comunidades indígenas de México.

Un proyecto de arte social expuesto en el Museo Etnológico de Viena ('Weltmuseum'), explora a través de los hilos y los colores el concepto del "tiempo" como reliquia ancestral, devolviendo el valor al proceso creativo de artesanas y artesanos tejedores de 30 comunidades indígenas de México. En la imagen, huipiles indígenas teñidos con plantas, minerales e insectos, que deslumbran con sus colores en la segunda sala en la exposición 'Los colores de la tierra' inaugurada esta semana y abierta al público hasta abril de 2026. EFE/ Núria Morchón

Tintes naturales y bordados con patrones simbólicos. Así son las piezas que el artista visual mexicano Carlos Barrera ha trasladado a la capital austríaca desde las regiones de Oaxaca y Chiapas para su muestra ‘Los colores de la tierra’, inaugurada esta semana y abierta al público hasta abril de 2026.

Barrera, profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), inició este proyecto en 2008, con la intención de investigar las técnicas ancestrales de teñido y la relación entre arte, comunidad y memoria.

“La obra no es una pieza final, sino la experiencia: las relaciones humanas”, contó el artista de 46 años en diálogo con EFE, durante un recorrido por la muestra, situada en una parte del antiguo Palacio Imperial Hofburg.

Barrera fue acogido por dos mujeres tejedoras de dos comunidades indígenas durante seis meses, para enseñarle los conocimientos sobre el teñido de textiles que había adquirido durante su investigación.

Se trata de una metodología que se había ido perdiendo en muchos de los pueblos originarios, especialmente a partir del siglo XX, cuando las técnicas ancestrales fueron cambiadas por hilos baratos teñidos de forma industrial.

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Ante el interés de las mujeres, el artista tomó la decisión de acercarse también a otras comunidades con el objetivo de impartir formaciones y aprender, al mismo tiempo, cómo eran esos procesos de creación en el trabajo de los artesanos.

“No siempre fue fácil entrar a las comunidades. A veces me abrieron las puertas enseguida; otras, tuve que ganarme la confianza poco a poco. En algunos casos no les interesaron los tintes naturales, y eso también estuvo bien”, aseguró Barrera.

Según el artista, el aprendizaje fue mutuo: “Yo comencé como profesor, pero ahora también soy alumno. Las tejedoras me han enseñado sobre iconografía, simbología y, sobre todo, sobre la vida en comunidad, sus valores y formas de respeto”.

Las tres salas que componen la exposición, situada en el mismo museo donde se expone el mítico Penacho de Moctezuma, recogen el resultado final de esa investigación, reflejando el rescate del legado colectivo en el que Barrera trabajó durante casi dos décadas.

En la primera sección, telas decoradas y tensadas en telares cuelgan frente a los retratos de las tejedoras, y bajo esas piezas textiles se encuentran los materiales de los que se extraen los tintes de ciertas plantas y animales.

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Prendas utilizadas en festividades religiosas y elaboradas con tintes a partir de plantas, minerales e insectos del entorno inmediato de las tejedoras, que reciben el nombre de ‘huipiles’, impresionan en la segunda sala por sus luminosos colores.

La última estancia refleja la situación actual en las comunidades, abarcando el papel de las redes sociales en la difusión del arte textil indígena, además de la exploración de nuevos métodos sobre el tejido, más sostenibles y amigables con el medio ambiente.

“Es un proyecto que nació del corazón, con muchos caminos y objetivos distintos, pero con un mismo hilo que los une: el arte como tejido de tiempo, memoria y comunidad”, subrayó el profesor, que trasladó para la muestra en Viena parte de su colección privada.

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