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EDITORIAL

Trump: de la horrible retórica a terribles acciones

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Maribel Hastings/Asesora de America’s Voice

Según se aproxima la elección del 5 de noviembre, los ataques de Donald Trump contra los inmigrantes y contra la nominada presidencial demócrata, Kamala Harris, son más virulentos, violentos y peligrosos porque esa retórica ya ha tenido consecuencias mortales en Estados Unidos. 

Y lo que es peor, Trump sigue allanando el terreno para, en caso de perder, afirmar que hubo “fraude” lo que puede tener consecuencias violentas en la atmósfera altamente polarizada de este ciclo electoral.

En uno de sus recientes actos de campaña, Trump la emprendió contra los inmigrantes con lenguaje altamente violento afirmando que “te cortan la garganta y ni siquiera piensan en ello a la mañana siguiente”. “Agarran jovencitas y las descuartizan delante de sus padres”, declaró Trump.

Y sobre Harris lanzó una andanada de insultos sobre su salud mental. La culpó de la “invasión” en la frontera con México por lo cual debe ser “destituida y acusada”. Se ha referido a Harris, la primera mujer afroamericana y de ascendencia india en ser nominada a la presidencia de Estados Unidos, como “estúpida, débil, tonta como una roca y perezosa”.

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Entre todos los ataques de Trump y también de su compañero de fórmula, J.D. Vance, contra los inmigrantes indocumentados, figuran llamarlos asesinos, violadores, traficantes de fentanilo, terroristas, criminales, envenenan la sangre del país, votan de manera fraudulenta en las elecciones, son culpables del alto costo de la vivienda, de la inflación, de provocar una baja en los salarios de los estadounidenses, de usar programas federales como Seguro Social y Medicare de manera fraudulenta; de absorber los fondos de FEMA para manejos de desastres; de la presencia de armas en las escuelas; y a los haitianos los han acusado de comerse las mascotas de los residentes de Springfield, Ohio. 

Eso es apenas una lista parcial. Vergonzosamente, la retórica racista y deshumanizante de Trump se ha normalizado entre ciertos sectores que lo despachan como “es Trump siendo Trump”.

Pero esto va más allá de la ofensa. Estamos en medio de una elección presidencial bastante atípica, desde la forma en que Harris llegó la nominación luego de que Joe Biden decidió no buscar la reelección tras su pobre desempeño en el primer debate con Trump.  Y con la presencia de Trump en la boleta, una figura divisiva y polarizante, no es de extrañar que el ambiente esté cargado y que el lenguaje incendiario del expresidente tenga el potencial de echarle leña al fuego con terribles consecuencias.

Trump incluso ya afirma que si pierde las elecciones es por el “fraude” que están cometiendo los demócratas. Aunque es falso, sus fanáticos lo creen como siguen creyendo que Biden se “robó” las elecciones de 2020 y que por eso el violento asalto al Capitolio el 6  de enero de 2021 para impedir la certificación del triunfo de Biden estuvo justificado.

De hecho, este ciclo electoral ha producido dos atentados contra el propio Trump porque las consecuencias son de dos vías y sus ataques contra inmigrantes, minorías y demócratas pueden generar actos de violencia contra esos objetivos, o en su contra.

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Tan reciente como el 3 de octubre el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) y la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) emitieron un boletín advirtiendo que extremistas violentos domésticos “con agravios relacionados con las elecciones” puedan atentar contra la seguridad de candidatos, opositores políticos, funcionarios electorales, funcionarios judiciales y periodistas, entre otros. Esos “agravios» también incluyen la inmigración.

El gran peligro no es únicamente que la retórica desencadene en violencia antes, durante o después de las elecciones sino que, en caso de que Trump gane la presidencia, qué hará para concretar su amenaza de deportaciones masivas contenida en el Proyecto 2025 pues ya indicó que implementar el plan “será una historia sangrienta”.

Si algo hemos aprendido del trumpismo es que no hay que subestimar sus amenazas. El mismo Trump y sus asesores, entre esos el maquiavélico Stephen Miller, separaron a niños y bebés de sus padres en la frontera para “disuadir” a otros de llegar a Estados Unidos. Son los que quieren despojar a los Dreamers de las protecciones de DACA para hacerlos deportables.

La pregunta es si la horrible retórica de Trump dará paso a acciones terribles contra los inmigrantes si resulta victorioso el 5 de noviembre.

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