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Salud

Un índice de calidad busca reducir el tiempo de diagnóstico del cáncer de mama en México

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Desde la izquierda, el líder del Área Terapéutica de Oncología en AstraZeneca, Ramses Hernández; la oncóloga médica e investigadora en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, Yanin Chávarri y la directora de la Fundación Rebecca de Alba, Miryana Pérez, participan en una rueda de prensa, este jueves en Ciudad de México (México). EFE/ Isaac Esquivel

Ciudad de México, 30 oct (EFE).- En México, las mujeres pueden esperar entre cinco y ocho meses para obtener un diagnóstico de cáncer de mama, un tiempo cuatro veces mayor al estándar de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que recomienda un máximo de 60 días, y mediante un índice de calidad se busca reducir ese tiempo.

El recorte del lapso en mención y garantizar diagnósticos de calidad son las prioridades del sector Salud en el país, afirmó este jueves Yanin Chávarri Guerra, oncóloga médica e investigadora en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, perteneciente a la Secretaría de Salud de México.

Durante el encuentro “Índice de Calidad del Cáncer de Mama: métricas que guían, voces que lideran, acción que sucede”, en el cierre del mes de sensibilización sobre el cáncer de mama, la especialista explicó que los retrasos se deben tanto a barreras personales como institucionales.

“Las mediciones más recientes, hechas por la doctora Karla Unger en distintos hospitales, muestran tiempos de cinco a ocho meses. Una tercera parte se debe al miedo o desconocimiento de las pacientes; el resto, a la saturación y fragmentación del sistema. Muchas mujeres van de un médico a otro, repiten estudios o pierden citas por trámites administrativos”, detalló la investigadora.

Chávarri señaló que el Índice de Calidad de la Atención del Cáncer de Mama (BCCQI en inglés), impulsado por la OMS, ofrece una herramienta concreta para revertir este panorama, al evaluar todo el proceso: detección temprana, diagnóstico oportuno, adherencia al tratamiento y resiliencia del sistema. “Lo que se mide se puede mejorar; y medir la calidad del proceso salva vidas”, sostuvo.

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Una de las metas del BCCQI es que más del 80 % de las pacientes completen su tratamiento, lo cual exige atender los factores cotidianos que las alejan de los hospitales.

“El transporte, el cuidado de hijos o la falta de información son barreras reales. Los programas de navegación de pacientes -que acompañan a las mujeres desde la sospecha hasta la recuperación- han demostrado mejorar la adherencia”, explicó la oncóloga.

Chávarri también llamó a fortalecer la calidad de los estudios de imagen. “No basta con hacerse una mastografía o un ultrasonido; necesitamos buenos radiólogos, reportes precisos y comunicación clara para actuar a tiempo”, dijo.

Diagnóstico más joven y personalizado

La oncóloga médica e investigadora en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, Yanin Chávarri participa en una rueda de prensa, este jueves en Ciudad de Mexico (México). EFE/ Isaac Esquivel

México enfrenta un fenómeno particular: el cáncer de mama se diagnostica una década antes que en los países de altos ingresos. “Mientras en otras regiones el promedio es de 60 años, aquí es de 50 a 52. Tenemos una población más joven y con más alteraciones genéticas, por lo que debemos adaptar nuestras estrategias de detección”, señaló la especialista.

En mujeres con alto riesgo, los protocolos cambian. “Empezamos la vigilancia desde los veinticinco años con resonancia magnética, y a partir de los 30 o 35 añadimos mastografía. También existen nuevas mastografías con contraste que permiten ver mejor el tejido en mamas densas. No se trata de hacer más estudios, sino de hacer los correctos”, precisó Chávarri.

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Sobre los factores hormonales, advirtió que el uso de anticonceptivos combinados conlleva un riesgo ligeramente aumentado, aunque “el efecto más claro se observa en terapias de reemplazo hormonal prolongadas”. En cambio, los tratamientos de fertilidad “no muestran asociación” con mayor riesgo, según estudios internacionales.

La especialista agregó que las pruebas genéticas no deben aplicarse de manera indiscriminada. “En México el acceso aún es limitado, así que hay que pedirlas a quienes más se beneficien. Tenemos alianzas con instituciones y con la industria para acercarlas a pacientes elegibles; son pocas, pero sin ellas muchas mujeres no tendrían acceso”.

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