Conecte con nosotros

Crimen y Justicia

Violencia colona en Cisjordania: gas pimienta a un bebé, animales asesinados a sangre fría

Publicado

en

Mahmoud Daghamin de 34 años, junto a su hijo Sadam y el resto de su familia. EFE/Magda Gibelli

        As Samu (Cisjordania), 4 nov (EFE).- Un moratón en el ojo del pequeño Sadam y la piel enrojecida del bebé Omri, al que aún le cuesta respirar, recuerdan el brutal ataque sufrido por la familia palestina de los Daghamin a manos de un grupo de colonos israelíes, que asaltaron su casa rociándoles gas pimienta y apalearon hasta la muerte a la mitad de su ganado.

Este es uno de los 536 ataques de colonos que contabilizó la ONU en el territorio palestino de Cisjordania en octubre, el mes más violento desde que tiene registros (2013) y que coinciden con la temporada de recogida de aceituna.

El 27 de octubre, a plena luz del día, unos cinco hombres enmascarados llegaron corriendo armados con palos a la modesta casa de los Daghamin, ubicada cerca del pueblo de As Samu, en el extremo sur de Cisjordania.

El matrimonio y sus cuatro hijos, de entre 6 meses y 7 años, se refugiaron en la casa cerrando a cal y canto puerta y ventanas, pero los colonos rompieron un cristal y rociaron su interior con gas lacrimógeno. La familia, explican a EFE, se tuvo que encerrar en una habitación.

Luego fueron al establo, donde las cámaras de vigilancia captaron las imágenes que dieron a conocer su caso: corderos estampados contra el suelo, apedreados con bloques de hormigón y apaleados hasta la muerte. Tras matar a sangre fría a diez animales, rompieron las lunas de su coche y vaciaron sus depósitos de agua.

Anuncio

Israel les impide cultivar o usar su pozo

Mahmoud Daghamin, de 34 años, con sus ovejas, afectadas por el ataque de colonos israelíes del pasado 27 de octubre. EFE/Magda Gibelli

Este ataque, que sigue a casi tres años de acoso a los Daghamin, resume la situación de miles de familias en la Cisjordania ocupada por Israel con un Gobierno de Benjamín Netanyahu que, según denuncian distintas organizaciones, ampara a los colonos que van poco a poco, con violencia, echando a los palestinos y ocupando sus terrenos de forma ilegal.

En el valle de los Daghamin, compuesto por pequeñas colinas salpicadas de olivos, las cinco familias de colonos que se asentaron allí en diciembre de 2023 ya han echado a tres de las siete familias palestinas de sus casas.

Están a unos 200 metros de la casa donde Wafa y Mahmoud viven desde hace diez años. Antes sacaban a pastar a sus ovejas y cultivaban con garbanzos o trigo sus terrenos. Pero con el 7 de octubre de 2023, todo cambió: de la noche a la mañana, el Ejército israelí decretó que esas tierras son terreno militar.

Se encuentran en la llamada Zona B de Cisjordania, un territorio cuya seguridad, según los Acuerdos de Oslo de 1995, comparten la Autoridad Palestina e Israel, pero en la práctica, relatan, solo el Ejército y la Policía israelí actúan allí, y lo hacen para proteger a los colonos. A sus llamadas de ayuda, explica Mahmoud, nunca acuden.

Anuncio

Desde que Israel lo clasificó como terreno militar -aunque sus tropas no lo usan para esos fines-, los Daghamin no pueden construir en sus tierras, tampoco cultivar ni sacar a las ovejas del establo o usar el agua de su pozo. Las fuerzas israelíes se lo impiden. El camino que conducía a su casa es ahora para los colonos, por lo que tuvieron que abrir otro, lleno de baches y que no se les permite asfaltar.

“No dejaremos nuestra tierra”

Mahmoud Daghamin de 34 años, junto a dos de sus hijos. EFE/Magda Gibelli

Mahmoud cuenta a EFE este domingo en su establo, junto a las diez ovejas que les quedan -una de ellas aún no respira bien de los golpes-, que ese día, cuando vio a sus hijos “llorando y desmayándose por el gas”, pensó que los colonos no eran personas, sino “bestias salidas de la selva sin ninguna conexión con la humanidad”.

Diariamente, relata, sufren algún tipo de acoso de las entre 10 y 20 personas que viven en las cinco casas de este inicio de asentamiento ilegal: sacan a sus animales a pastar por sus tierras, les amenazan, rompen sus cosas o se acercan en plena noche.

Desde el ataque, al bebé Omri le tienen que llevar cada día al hospital a que le apliquen oxígeno, le cuesta mamar y llora todas las noches, relata su madre Wafa. Sus tres hermanos aún sufren pesadillas, se lamenta.

Anuncio

A pesar de todo, Wafa y Mahmoud no piensan irse. “Hay miedo, pero no dejaremos nuestra tierra; es nuestra tierra, nuestro país”, dice él, y ella, que relata cómo los colonos han llegado a apuntarle con un arma, añade que solo pueden acostumbrarse porque “no hay otra opción”.

“Los niños tienen grabado en su memoria todo lo que están viendo. Cuando sean adultos, serán lo que sean, un médico o un pastor, y serán libres”, sentencia Mahmoud, al que solo le queda el consuelo de que su sufrimiento afecta a “toda Palestina”.

María Traspaderne

0
0

Trending