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En nombre de Said pero sin Said, el partido que nació para arropar al presidente de Túnez

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Partidarios del actual presidente tunecino, Kais Said, durante una manifestación en apoyo de su candidatura a la reelección. EFE/EPA/Mohamed Messara

Túnez, 4 oct (EFE).- El presidente tunecino y candidato a las presidenciales, Kais Said, no cuenta con un partido político propio pero sí con un grupo de fieles seguidores que hacen campaña en su nombre bajo la divisa del Movimiento 25 de Julio, fecha en la que el mandatario se arrogó plenos poderes, y que aseguran confiar en su proyecto personal pese a las críticas de deriva autoritaria.

Si bien Said ha llevado a cabo una batalla implacable contra los partidos, que considera «obsoletos» y responsables de la crisis que arrastra el país desde el inicio de la transición democrática, su principal apoyo proviene de esta nebulosa que reúne a militantes desconocidos cuyos discursos combinan el islam más conservador con el nacionalismo, el panarabismo, el anticolonialismo y el socialismo.

«Sabemos que es reacio a los partidos pero jurídicamente no podíamos hacer nuestro trabajo ni organizar manifestaciones sin autorización oficial. Lo formamos y le aseguramos que actuaríamos de manera diferente: sin financiación ni injerencia extranjera ni empresarios corruptos en nuestras filas», explica su secretario general Mahmoud Ben Mabrouk, que reivindica representar la voz de Said pese a no haberse cruzado con él desde los bancos de la facultad de Derecho.

El 25 de julio de 2021, Said, asistente de profesor en derecho constitucional aseguró que «en nombre de El Pueblo» congelaba el Parlamento, cesaba al Gobierno, suspendía la constitución y se hacía con prerrogativas «extraordinarias» para rectificar el proceso revolucionario que la élite política y económica había despojado a las clases humildes.

«Fue el nacimiento de la revuelta de un pueblo que ha sufrido mucho con los islamistas», recuerda Ben Mabrouk, cuyo ideario político se basa en una animadversión contra el partido Ennahda, que gobernó a través de diferentes alianzas durante lo que Said llama la «década negra» y al que acusa de alentar el terrorismo, saquear los recursos nacionales y organizar los asesinatos de dos líderes de la izquierda en 2013.

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Desde entonces «mantenemos una relación indirecta con Said a través de las instituciones como el Ministerio del Interior. Nosotros ponemos la luz allá donde hay un problema y él toma las decisiones. Formamos casi parte del Estado», se enorgullece este abogado, que apunta como propias algunas de sus iniciativas como la lucha contra el cartel bancario o la disolución de los ayuntamientos.

Gracias a este compromiso y el apoyo económico de sus bases, afirma, la formación cuenta ahora con oficinas en las 24 regiones del territorio así como fuera de sus fronteras, incluida Francia, a quien culpa de monopolizar sus riquezas y con la que mantiene «una relación envenenada».

 

El presidente de la «verdadera revolución»

Aunque no escatima en elogios al asegurar que «lo que ha hecho Said debe inscribirse en la historia de Túnez, es una verdadera revolución», insiste en que «este proceso no está sujeto a Said».

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«No es un cheque en blanco, le apoyamos a condición de que lleve a cabo reformas socio-económicas. Es el hombre ideal del momento, no podemos abandonar el camino a la mitad», asevera.

En el léxico «saidista», los «antipatriotas» designan a aquellos que critican o contradicen su poder; desde opositores, sindicalistas, periodistas, jueces, activistas o simples internautas.

Al menos 170 personas se encuentran encarceladas, denuncia Human Rights Watch, por su posición política o ejercer sus derechos fundamentales en base a textos liberticidas como el decreto 54, que castiga con hasta diez años de cárcel las noticias «falsas».

«En Túnez no hay problema de expresión para los ciudadanos o la prensa, los opositores pueden manifestarse con libertad. El problema es que no se puede cometer crímenes como injuriar a una persona o confabularse con potencias extranjeras para crear el caos. Nosotros mismos criticamos a Said, si no se critica no se puede avanzar», sostiene el portavoz «extraoficial» del dignatario.

Para Ben Mabrouk la victoria del presidente este domingo es indiscutible frente a sus dos rivales: el empresario Ayachi Zammel, en prisión provisional y condenado a 14 años de cárcel en tres casos por «falsificación» de patrocinios, y a su hasta no hace mucho colaborador y ahora opositor, Zouhair Maghzaoui.

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Por ello defiende una visión a largo plazo ya que, según él, el contador de Said se puso a cero a partir de la constitución ultrapresidencialista de 2022 -votada en referendo popular pese a una abstención del 70%- lo que le permitiría un tercer mandato a partir de 2029. EFE

Natalia Román Morte

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