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Crimen y Justicia

El campamento palestino de Beddawi, el primer objetivo de Israel en el norte del Líbano

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Transeúntes caminan por una calle del campo de refugiados palestinos de Beddawi, en el norte del Líbano, este miércoles. La población del campo de refugiados palestinos de Beddawi no se esperaba que sus laberínticas callejuelas copadas por marañas de cables eléctricos fuesen a ser objetivo de un bombardeo israelí como el del pasado sábado, el primero en el norte del Líbano en un año de violencia. EFE/ Noemí Jabois

Beddawi (Líbano), 10 oct (EFE).- La población del campo de refugiados palestinos de Beddawi no se esperaba que sus laberínticas callejuelas copadas por marañas de cables eléctricos fuesen a ser objetivo de un bombardeo israelí como el del pasado sábado, el primero en el norte del Líbano en un año de violencia.

Cuatro días después del ataque, solo unas ventanas sin cristales tapadas por lonas blancas y bordeadas por trozos de pared ennegrecida dejan adivinar el piso en el que murieron el comandante del movimiento islamista palestino Hamás Said Atta Allah Ali, su mujer y sus dos hijas pequeñas.

El campo se ubica a las afueras de la ciudad de Trípoli, una urbe de mayoría suní en la costa norte, considerada la más segura en medio de la campaña de bombardeos israelíes que desde hace más de dos semanas azota principalmente el sur y el este del país, así como los suburbios de Beirut.

Pese a los temores que el bombardeo del sábado ha generado entre los vecinos y al ambiente tenso que se respira en Beddawi, la vida prosigue en este campamento administrado de facto por comités populares y facciones palestinas.

Locales y desplazados

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Un grupo de niños se entretiene jugando a las chapas ajeno al ir y venir de mujeres con carros de la compra, y jóvenes que acuden a alguna de las tiendas que exhiben fotografías del asesinado líder político de Hamás Ismail Haniyeh pegadas en las cristaleras.

“Tras el bombardeo surgió un sentimiento de miedo. Normalmente estábamos acostumbrados a evitar los ataques israelíes, pero el último ataque causó preocupación a los habitantes, al igual que a los desplazados”, explicó a EFE el vecino Ahmed al Amin.

Al Amin es también el responsable del Departamento de Emergencias en el Club Cultural Árabe Palestino, que ayuda a varios cientos de desplazados recién llegados al campo procedentes del sur del país y las afueras de la capital.

“Tras el ataque (del sábado), se produjo un desplazamiento desde la zona del bombardeo, ya que la gente está aterrorizada porque no están acostumbrados a un ataque en el norte”, afirmó.

La primera semana, el pequeño centro estudiantil del club sirvió de albergue improvisado para familias de libaneses y palestinos que habían huido de la violencia, mientras que hoy funciona como una cocina para preparar las 300 raciones de comida que reparten a los afectados en días alternos.

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Los desplazados ya están alojados ahora en apartamentos de Beddawi ofrecidos por los vecinos, o en casas de familiares.

“Solo repartimos comida a las familias que están en el campamento de Beddawi, ya que somos un centro de voluntarios y no tenemos capacidad para repartir a otros campamentos, aunque intentamos recaudar donaciones y fondos”, apuntó Al Amin.

“Una causa que sigue”

Esta no es la primera vez que el campo recibe a cantidades importantes de desplazados, como ya ocurrió, entre otras veces, cuando Israel destruyó el antiguo campamento de refugiados de Nabatieh, en el sur del Líbano, en 1974.

Según datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), a lo largo de las décadas también se han producido diversas olas de desplazamiento inversas, de Beddawi a otros lugares cercanos.

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Sentado frente a su comercio, un tendero comenta que muchos de los nuevos desplazados viven hacinados en sus casas de acogida y que algunos han acudido al establecimiento para pedir mantas, “ya que treinta personas duermen en la misma habitación”.

También reconoce que los negocios se vieron afectados por la explosión de hace cuatro días, pero miedo no tiene.

“No vamos a tener miedo. Incluso si Estados Unidos y Europa interfirieran en esta guerra, ya tenemos un Dios que es el único que nos protege. No (nos protegen) EE.UU., Europa ni los árabes, que son los más involucrados”, lamentó el hombre.

“Tenemos un sentimiento de seguridad en el Líbano y tenemos una causa que sigue”, agregó.

Nació en territorio libanés, como casi todos aquí, después de que su familia tuviera que abandonar Palestina durante la ‘Nakba’ o ‘Catástrofe’ de 1948, cuando con la creación de Israel unas 700.000 personas fueron expulsadas u obligadas a huir, la mayoría para nunca más volver.

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Preguntado por la posibilidad de nuevos bombardeos en el norte del Líbano, el tendero explica que no cree en la idea de las áreas seguras.

“Creo que no hay ningún lugar seguro en el Líbano, los sionistas no dejan ni un lugar seguro aquí, en Siria, en Oriente Medio ni en Europa. No nos podemos sentir seguros con los sionistas”, concluyó.

Noemí Jabois

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