Clima y desastres
Con incendios y calor extremo, España vive uno de sus veranos más letales: más de 1100 muertos

MADRID.– España atraviesa una de las peores emergencias ambientales de su historia reciente, con incendios forestales de gran magnitud, más de 382.000 hectáreas arrasadas, una ola de calor que dejó más de 1100 muertos y miles de evacuados, además del cierre del Camino de Santiago, una de las rutas de peregrinación más emblemáticas del mundo. Se esperaba ayer que el pronóstico de lluvia trajera un poco de alivio, aunque las autoridades pidieron mantener la alerta.
El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, advirtió ayer que, pese a la leve mejoría meteorológica tras el fin de la ola de calor, la situación seguía siendo crítica. “Quedan horas difíciles en la lucha contra las llamas. Pido a los medios de comunicación y a la ciudadanía que extremen las precauciones y que no nos confiemos”, señaló tras visitar el centro de mando de un operativo en Extremadura, región particularmente afectada por los incendios.
Ola de calor mortal
La emergencia se produce inmediatamente después de una ola de calor que se prolongó entre el 3 y el 18 de agosto y que dejó un saldo devastador: 1149 muertes atribuibles al exceso de temperatura, según el Instituto de Salud Carlos III. El sistema “MoMo” (Monitorización de la Mortalidad) estima las muertes relacionadas con fenómenos extremos comparando la mortalidad observada con la esperada según series históricas y ajustando por los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
Aunque no establece causalidad directa, las cifras reflejan el peso del calor extremo en la salud pública. Se trata de la segunda ola de calor del verano con consecuencias mortales: en julio ya se habían contabilizado unas 1060 muertes adicionales. Con estos datos, el verano de 2025 se convierte en uno de los más letales para España desde que existen registros.
Durante 16 días consecutivos, las temperaturas superaron los 40 grados en gran parte del territorio. Eso redujo de manera drástica la humedad del aire, la vegetación y el suelo, y convirtió el entorno natural en un combustible perfecto para el fuego. “Las olas de calor transforman la vegetación en un material extremadamente inflamable, lo que dificulta aún más la extinción de los incendios”, advirtió la Aemet.
El impacto de las llamas es igualmente inédito. Según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales, en lo que va de 2025 se calcinaron en España más de 382.000 hectáreas, una superficie equivalente a la de Mallorca. Es el mayor registro desde 2006, cuando comenzaron las estadísticas comunitarias, y multiplica por cuatro la media de los últimos 18 años.
Los incendios se concentran principalmente en Galicia, Castilla y León y Extremadura, aunque el riesgo persiste en todo el país. Pueblos enteros resultaron devastados, con viviendas destruidas, campos arrasados y ganado perdido. Agricultores y vecinos se vieron obligados a enfrentar las llamas con medios precarios antes de la llegada de los equipos oficiales.
El presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, confirmó que “la evolución es favorable”, aunque recalcó que las últimas semanas se vivieron bajo “circunstancias meteorológicas absolutamente excepcionales”. En Extremadura, el consejero de Presidencia, Abel Bautista, alertó que “aún estamos muy lejos de la estabilización total”.
Uno de los efectos más visibles de la crisis ha sido el cierre de un tramo de 50 kilómetros del Camino de Santiago, entre las regiones de Castilla y León y Galicia. El corte afecta a miles de peregrinos que cada verano recorren la ruta, declarada Patrimonio de la Humanidad y pilar de la economía turística de la zona. Las autoridades explicaron que la medida busca garantizar la seguridad de los caminantes y de los servicios de emergencia, ya que el fuego bloqueó accesos y generó humo denso en zonas boscosas. Hoteles y comercios de los pueblos del recorrido reportan pérdidas inmediatas por cancelaciones, en un verano que tradicionalmente concentra la mayor parte de su facturación anual.
Emergencia climática
Sánchez insistió en que la crisis es parte de un fenómeno mayor: la emergencia climática. “Nos lo dice la ciencia, nos lo dice el sentido común de agricultores y ganaderos: el clima está cambiando, la emergencia climática se está agravando y cada vez tiene mayor impacto”, afirmó, al tiempo que reclamó un pacto de Estado para enfrentar el problema de manera estructural.
El Servicio de Cambio Climático Copernicus de la Unión Europea advirtió que Europa se calienta el doble de rápido que la media mundial desde la década de 1980, lo que multiplica la frecuencia e intensidad de olas de calor, sequías e incendios.
Además de la variable climática, el investigador Adrián Regos, de la Misión Biológica de Galicia, apunta al abandono rural y la falta de gestión forestal como factores que aumentan el riesgo. “Grandes extensiones de vegetación no gestionada y pueblos despoblados llevaron a la acumulación de combustible para incendios forestales”, explicó.
El gobierno confirmó que las zonas arrasadas serán declaradas áreas de emergencia. Se esperan subsidios directos para damnificados, compensaciones a agricultores y ganaderos y fondos para restaurar infraestructuras destruidas.

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