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‘Deséenme un buen viaje’, la crónica íntima de la despedida de Gina Montaner a su padre

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Miami (EE.UU.), 22 nov (EFE).- En ‘Deséenme un buen viaje’, Gina Montaner, hija del escritor y periodista cubano Carlos Alberto Montaner (1943-2023), un referente del combate por la libertad, narra los últimos días de la vida de su padre, su enfermedad y su largo adiós para trazar una crónica íntima tan hermosa como dolorosa, con el trasfondo de la eutanasia.

«Te pido que me ayudes a morir», le dijo sin preámbulos, serenamente, Montaner a su hija un día a principios de 2022 en una cafetería de Miami, consciente de que se enfrentaba a una enfermedad neurodegenerativa que le iba ganando la partida.

Su elección largamente meditada no tenía marcha atrás. Significaba «ir haciendo las maletas», volver a España, su segunda patria y la de su familia, a punto de cumplir los 79 años y con el aguijón del Parkinson clavado, para iniciar los trámites que le permitieran una muerte asistida dentro de la sanidad pública española.

Una vida con un propósito cumplido

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 Es el comienzo de la despedida de esta gran figura intelectual que deja una extensa obra situada bajo el signo del periodismo y la narrativa, del ensayo político y, por supuesto, del combate antitotalitario.

Ese día le pide en Miami a Gina Montaner, también periodista y escritora, que lo deje todo para ser su brazo firme y fiable en esta última etapa de la vida, de una vida irrepetible, de la que ella se convierte en un testigo de excepción en este relato honesto e intenso.

«No me sorprendió intelectualmente, pero emocionalmente fue muy duro. Teníamos una relación muy estrecha. Estábamos profundamente hermanados, por eso me pidió lo que me pidió», dice Gina Montaner emocionada este viernes en una entrevista con EFE, con motivo de la presentación de su obra en la Feria del Libro de Miami, evento que concluye este fin de semana.

Le desarmó entonces la «serenidad pasmosa, apabullante», sin amargura, con que su padre defendía su derecho a morir sabiendo quién era y se situaba ante la hora de la verdad.

Polo opuesto del intelectual frío, aburrido o soberbio, Montaner fue un pensador liberal vital, ameno, siempre brillante conversador y conferencista, y de un fino sentido del humor. Un hombre inmune a la jactancia que mantuvo el juego de la ironía hasta en los momentos finales, el mismo día que le practicaron la eutanasia.

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Esa mañana del 29 de junio de 2023, cuenta Gina, esperaban en su casa de Madrid al equipo médico que le practicaría la muerte asistida. Veía Montaner tranquilamente un informativo en televisión. La noticia de última hora era que Madonna estaba ingresada en cuidados intensivos.

«Si Madonna fallece hoy nadie se olvidará de la fecha de mi muerte», soltó de repente su padre, antes de pasar a expresar sus dudas de que el equipo médico llegara, dado tantos contratiempos burocráticos como había vivido su tramitación.

En Madrid, una nueva resonancia magnética había encontrado que Montaner padecía en realidad una Parálisis Supranuclear Progresiva (PSP), un tipo de Parkinson mucho más agresivo.

«Se me están muriendo las palabras»

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Montaner quería despedirse sin padecer los estragos de una enfermedad neurodegenerativa despiadada que le iba carcomiendo mental y físicamente. «Se me están muriendo las palabras», le repetía con entereza a su hija.

Gina Montaner expresa su profundo agradecimiento a la Asociación Derecho a Morir Dignamente por su fundamental ayuda desde la primera visita y el respeto por la dignidad de su padre. Un trato de delicada humanidad y acompañamiento que encontró también en la sanidad pública española.

«Los españoles se quejarán de la sanidad pública española, pero, con todos sus defectos, funciona muy bien», dice Gina Montaner, quien confiesa que la experiencia de cuidado de su padre, especialmente en los momentos finales, ha sido transformadora.

«Sentí más de cerca lo que significa la vejez, el deterioro, la vulnerabilidad, todo lo que un día seremos. Vivimos de espaldas a la marcha… Eso me hizo vivir algo con la vida y la muerte distinto», dice la periodista y autora de la novela ‘La mala fama’.

Fiel a ese temple forjado desde que con 20 años escapó de las cárceles castristas de Cuba, Montaner fue dueño también del último momento de su vida, incluso capaz de transmitir a su mujer, Linda, y sus dos hijos, Gina y Carlos, serenidad para aliviarles la tristeza en ese tránsito, tras una vida «llena de propósitos cumplidos, de acción y aventura, de obra», dice.

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«Una vida irrepetible», afirma sobre esta figura por excelencia de la razón y cazador de la mentira en sus miles de columnas políticas publicadas en España e Hispanoamérica, de su obra.

Relato de una despedida, ‘Deséenme un buen viaje’ narra con limpidez de estilo recuerdos que alojan una nostalgia conmovedora bajo la luz de la intimidad, recuerdos que se hacen sitio unos a otros para dar la inmensa talla intelectual y humana de Carlos Alberto Montaner.

Emilio J. López

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