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El campo uruguayo, escenario natural del filme ‘El viento que arrasa’

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Fotograma cedido por Cimarrón Cine de la película argentino-uruguaya 'El viento que arrasa' donde se aprecia una escena en el campo uruguayo. EFE/ Cimarrón Cine

Montevideo, 8 jun (EFE).- La naturaleza del campo uruguayo se luce como “un personaje más” en ‘El viento que arrasa’, el filme que lleva al cine la “humana” y “vincular” historia que centra la novela homónima de la escritora argentina Selva Almada.

Así lo destaca a EFE en el marco de su estreno en Uruguay la directora, Paula Hernández, a quien le resulta “precioso” cerrar en el país “el ciclo” del filme coproducido entre Argentina y Uruguay, que “viene dando vueltas” por festivales desde 2023.

Es que, según la realizadora, el rodaje de la película, filmada en 2022, duró casi siete semanas en las que se recorrió “de punta a punta” el país, cuyos verdes paisajes rurales dieron vida desde el lenguaje audiovisual a la primera novela de la autora finalista del Premio Booker Internacional 2024 por ‘No es un río’.

“Yo tenía en mi cabeza un paisaje como de la Mesopotamia argentina y al concretarse la decisión de que se filmaba acá salimos a buscar esos decorados y aparecieron otros nuevos que le dieron un gran potencial a la historia. La naturaleza en la película es como un personaje más, así que fue muy lindo hacerlo acá”, dice Hernández.

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Humana y vincular

Concebida como una “road movie” o película de carretera, Hernández explica que esta acompaña el recorrido del reverendo evangélico Pearson y su hija Leni yendo de pueblo en pueblo como misioneros hasta que por una avería de auto dependen de la ayuda de un mecánico y su hijo que están “en las antípodas” de su fe.

Para Hernández, traducir la novela al relato cinematográfico fue un desafío, pues pasó de una narración que “va y viene en el tiempo” a un filme en que todo sucede “de manera más lineal” y en que, además, decidió contar la historia desde la mirada de Leni, una hija cansada de una vida nómada abocada a asistir a un padre cegado por su fe.

A cargo de su interpretación, la argentina Almudena González, revela que se divirtió “un montón” con la composición de un personaje para el que tuvo que “bucear” en zonas desconocidas, pues es una chica “que vive en el campo, es evangélica y tiene muchas menos herramientas para conocer el mundo” que ella.

Sobre el filme, que apreció rodar junto al veterano actor chileno Alfredo Castro y al también reconocido español Sergi López, así como con su “par”, el joven argentino Joaquín Acebo, dijo que le dejó aprendizajes y le parece que su historia “toca a todos”.

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“Es una película sumamente vincular y humana, que habla sobre la opresión que pueden ejercer los padres, esos vínculos de poder (…), la búsqueda de la libertad cuando uno crece y empieza a insertarse en el mundo de otra manera, a tener una subjetividad y una individualidad”, valora.

Llevar la palabra

La decisión del Gobierno del ultraliberal Javier Milei de reducir al mínimo la actividad y el presupuesto del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) de Argentina, desató una crisis en el sector audiovisual del país, para el cual,  Hernández “muy compleja”.

“Hay un ataque totalmente desmedido y feroz a la cultura en general, al cine en particular. Una mirada sobre que todo el que hace cine es un delincuente y eso es bastante estigmatizante y doloroso”, dice la realizadora de ‘Los sonámbulos’ o ‘Lluvia’.

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A lo que agrega que “es muy difícil” que en Argentina se hagan películas “sin el amparo de una ley de cine”, así como sin un instituto, escuelas de formación, festivales o un mercado como el de Ventana Sur, González coincide en que lo que está pasando es “gravísimo”.

“La cultura no es solo una identidad nacional, también es trabajo. Hay gente que le tiene que dar de comer a su familia o pagar un alquiler. Pero yo creo que no nos pueden y no nos van a exterminar. Vamos a seguir filmando, estando juntos”, resalta.

En esa línea, a lo que subraya que es momento “de estar en la calle” porque “hay pocas posibilidades de conversar (con las autoridades)” y “lo que no se cierre se va a desfinanciar”, Hernández dice que, más allá de la lucha sindical, queda mostrar las películas.

“Así como Pearson lleva su palabra religiosa, (hay que) llevar la palabra del lugar que tiene el cine, de lo que implica no solo culturalmente sino como una industria”, resume.

Alejandro Prieto

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