Política
Exvicepresidente boliviano dice que el Estado Plurinacional no llegó a todos los indígenas
La Paz, 19 ene (EFE).- La falta de inclusión en el Estado de los pueblos indígenas de tierras bajas de Bolivia, distintas a las mayorías aimaras y quechuas andinas es «una debilidad» y un «reto» en la construcción de la «plurinacionalidad» del país, aseguró en una entrevista con EFE el exvicepresidente Álvaro García Linera (2006-2019).
Bolivia conmemorará este 22 de enero el ‘Día del Estado Plurinacional’, una jornada festiva instituida en 2010, un año después de la promulgación de la nueva Constitución, y en homenaje a la primera posesión presidencial de Evo Morales, en 2006.
La carta magna aprobada en 2009 supuso el cambio de denominación de Bolivia, que pasó de República a Estado Plurinacional, el reconocimiento de 36 naciones indígenas a través de sus lenguas nativas declaradas oficiales y la inclusión de la wiphala, la bandera multicolor que representa a los indígenas de tierras altas, como símbolo nacional, junto a otras modificaciones.
García Linera afirmó que la plurinacionalidad de Bolivia consiste en el traspaso del «poder económico y político» a los indígenas y la «reorganización de la identidad boliviana» a partir de las poblaciones nativas, principalmente aimaras y quechuas.
Para el exvicepresidente, ese proceso se consolidó con la victoria de Morales en 2006 y tuvo un «corte abrupto» en 2019, cuando «los sectores medios criollos tradicionales botan del Estado (y) del poder político a los indios».
La crisis de 2019 que derivó en la renuncia de Morales a la Presidencia, es considerada por el oficialismo como un «golpe de Estado», mientras que la oposición reivindica que fue un descontento social por un fraude electoral en los comicios de ese año que fueron anulados.
«Antes de 2006, el Estado no solo era un Estado monocultural, sino un Estado racializado que excluía el poder económico, el poder político y el poder de representación de las mayorías indígenas», remarcó.
Indígenas de tierras bajas
García Linera dijo que «hay una impronta muy fuerte» de los grupos mayoritarios aimaras y quechuas (del sector andino) en el Estado y la economía del país, mientras que la huella de los «pueblos minoritarios» (de tierras bajas, es decir, oriente, chaco y la Amazonía) «no han logrado una presencia y reconocimiento fuerte».
«Esta es una de las tareas pendientes tanto de 2006 -del Gobierno de Morales- como de ahora -de la Administración de Luis Arce- (…) incorporar en el poder del Estado a las minorías indígenas», precisó.
El exvicepresidente señaló que el Movimiento al Socialismo (MAS), partido de Morales y Arce, es principalmente «un fenómeno de tierras altas», conformado por aimaras y quechuas, y que pese a haber reconocido la plurinacionalidad «le ha costado mucho volverla (un) hecho de poder».
«Esa es una limitación de la plurinacionalidad, una debilidad. Pero si uno la ve en proceso histórico, ese es uno de los retos para ampliar la plurinacionalidad», apuntó.
División del MAS
García Linera mencionó que la centralidad de los indígenas se mantiene «aun en la división» del MAS, entre quienes respaldan a Evo Morales y quienes decidieron apoyar al presidente Luis Arce, porque «la política (boliviana) se sigue moviendo en torno a los indios».
La división en el partido oficialista comenzó a fines de 2021, cuando el exgobernante recomendó a Arce que haga algunos ajustes a su gabinete, algo que el mandatario ignoró y a lo que siguieron acusaciones mutuas de corrupción y traición, que no han cesado.
Quien fue vicepresidente de Morales afirmó que Luis Arce representa una versión «light o moderada» de la plurinacionalidad con sectores «más acomodados», mientras que el exjefe de Estado es «una versión más endurecida», pero también «más plebeya y pobre».
También señaló que pese a esa división en el MAS, que llamó una «tragedia», ambas corrientes «la moderada (de Arce) y la más profunda (de Morales)» no pueden legitimarse «sin los indios, sin los sindicatos (y) sin los gremios».
En cambio, los partidos de oposición han tolerado la plurinacionalidad y la centralidad de los indígenas, pero no al punto de «comprenderla ni aceptarla», dijo García Linera.
El proyecto de las derechas se basa en la idea de «una Bolivia ilusoria, una Bolivia Barbie. Una Bolivia blancoide, rubia y que habla inglés, en la que los indios son un estorbo», agregó.
Gabriel Romano
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