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Crimen y Justicia

Una noche con los activistas israelíes que protegen a las aldeas palestinas de los colonos

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El palestino Saber Abu Aram se acomoda en un colchón sobre el tejado, donde va a dormir. EFE/Nuria Garrido

Qawawis (Cisjordania) 14 nov, EFE.- Cuando empieza a oscurecer en las aldeas palestinas de Masafer Yatta, rodeadas de asentamientos ilegales israelíes en las colinas del sur de Hebrón, el miedo se agudiza ante la posibilidad de nuevos ataques violentos de colonos. Son activistas israelíes como Itamar Shapira los que deciden dormir aquí para ofrecer cierta protección.

“Como israelí siento que tengo una mayor responsabilidad. No es fácil porque los activistas estamos muy aislados de la sociedad israelí y los colonos nos consideran judíos traidores. Más que proteger, lo que hacemos es acompañar, ayudar y socorrer a los palestinos. Nuestra presencia ayuda a rebajar la tensión”, explica a EFE Shapira, de 45 años.

Este israelí habla de lo que se conoce como ‘presencia protectora’, una acción solidaria que comenzó a finales de la década de los 90 entre activistas israelíes y voluntarios extranjeros – junto a palestinos- a fin de interceder y hacer de escudo ante los ataques de colonos en el territorio ocupado de Cisjordania.

De ataques esporádicos a diarios

Una casa de una aldea palestina de Masafer Yatta, rodeada de asentamientos ilegales israelíes en las colinas del sur de Hebrón. EFE/Nuria Garrido

“En un primer momento la ‘presencia protectora’ solo se hacía durante las mañanas, puesto que en la década de los 90 los ataques eran esporádicos y los colonos no se atrevían a irrumpir en las casas de los palestinos. Esto ha ido a más. De hecho, después de la covid detectamos que nuestra presencia era sobre todo importante en la noche”, detalla Shapira.

Solo durante el mes de octubre, y coincidiendo con la cosecha de aceituna en Cisjordania, la OCHA ha registrado al menos 264 ataques contra palestinos, el peor mes desde que las Naciones Unidas comenzaran a registrar estos incidentes en 2006.

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“Desde 2006, la OCHA ha documentado más de 9.600 ataques de este tipo. Alrededor de 1.500 de ellos ocurrieron solo este año, lo que representa aproximadamente el 15 % del total”, indicó el organismo de la ONU en un comunicado.

Pero lo que según Shapira, con más de una década de activismo, contribuye a mantener esta espiral de violencia es la “cooperación total” que existe entre los soldados israelíes y los colonos. Son rara – o nulas- las ocasiones en las el Ejército intercede y arresta a los agresores.

“Los colonos disparan ahora con mucha más facilidad, sobre todo, en las aldeas de Masafer Yatta y claramente el Ejército está con ellos. Y nos preocupa el número de ataques diarios”, lamenta. Además, muchas veces, los colonos son reservistas uniformados de las colonias cercanas, por lo que la distinción entre ambos es exigua.

El pasado 29 de julio, el activista palestino de 31 años Odeh Hadaleen fue asesinado en la aldea de Umm al Jeir, perteneciente a Masafer Yatta, de un tiro en el pecho a manos del colono israelí Yinon Levi. El ataque quedó grabado en vídeo, Levi fue detenido y puesto luego en libertad.

Vivir siempre en alerta

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Una aldea palestina de Masafer Yatta, rodeada de asentamientos ilegales israelíes en las colinas del sur de Hebrón. EFE/Nuria Garrido

Más allá de esta violencia, Shapira resalta cómo los colonos mantienen, además, prácticas para aterrorizar a la población palestina con el fin de que vivan en alerta constante o se vayan.

A finales de agosto, la familia palestina Abu Aram fue atacada por colonos armados que irrumpieron en Qawawis, rompieron las ventanas de su casa, destrozaron su coche y agredieron al padre de la familia; además de a los activistas que dormían allí.

“Desde entonces, esta familia nos llama mucho para que durmamos con ellos. De alguna forma, podemos decir que los colonos vienen menos si saben que hay voluntarios”, explica Shapira mientras aparca el coche en la entrada de esta aldea, donde pasará la noche.

Con él va Noa Bearman, una joven judía estadounidense también parte de la red de voluntarios de Masafer Yatta. “Si estamos nosotros, los colonos nos ponen más atención que a los propios palestinos. Y eso, ya es una victoria. No es la solución pero al menos reducimos el nivel de violencia”, explica.

La llegada de ambos a Qawawis desata la alegría entre un grupo de niñas palestinas y cierto alivio en la familia, que los recibe con un plato con comida.

“Antes del 7 de octubre del 2023 nada de esto nos ocurría. Llevamos dos años con mucho miedo. Y claramente, quieren forzar nuestra salida de aquí”, cuenta la madre palestina.

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Saber Abu Aram, otro miembro de la familia, se acomoda en un colchón sobre el tejado, donde va a dormir. Desde allí arriba observa una panorámica de la zona, y apunta con una linterna cuando escucha algún ruido o si los perros ladran.

A lo largo de la noche, Shapira se mantiene en comunicación con otros voluntarios, muchos jóvenes de diferentes países europeos que están durmiendo en otras aldeas por si ocurriese un ataque.

“Si algo pasa en otra aldea, tendremos que salir rápido”, advierte.

En medio de la noche, recibe una alerta de la irrupción de colonos -muchas veces adolescentes conflictivos con ganado- en la aldea próxima de Susiya, a la que rápidamente traslada a dos jóvenes voluntarios con su coche a fin de que pasen la noche allí.

“Es mejor que haya voluntarios en esa casa de Susiya, que ha sufrido muchos ataques. Una vez, incluso, los colonos quemaron la casa cuando los palestinos estaban dentro”, detalla.

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Aunque no es habitual, la noche en Qawawis transcurre con tranquilidad y sin graves incidentes, pero días después grupos de colonos organizados vuelven a atacar las aldeas de Masafer Yatta.

  Núria Garrido Gómez

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