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112 años del Titanic: el naufragio del transatlántico que continúa fascinando al mundo

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El Titanic partió del puerto de Southampton, en Inglaterra el día 10 de 1912. Pero no fue hasta el día 12 de este mismo mes cuando puso rumbo a Nueva York. En 2024 se han cumplido 112 años desde este momento.

En él viajaban más de 2.000 personas entre tripulación y pasaje, de hecho la mayoría del pasaje era de tercera clase. Minerva Piquero nos explica con ayuda de la realidad virtual cómo era la vida a bordo del famoso transatlántico.

Mucho se ha hablado ya de cómo se hundió este barco, pero ¿Cómo se movía? Se impulsaba gracias a una combinación de turbinas a vapor y de motores alternativos que alcanzaron una potencia de unos 30.000 caballos.

Este vapor se conseguía gracias a la combustión de carbón. Por eso, el Titanic transportaba miles de toneladas de este mineral para poder alimentar sus calderas.

Era capaz de conseguir una velocidad máxima que estaba en torno a los 23 o 24 nudos, es decir, unos 44 kilómetros por hora.

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En el famoso buque viajaban 2.224 personas: 907 eran miembros de la tripulación y 1314 eran pasajeros. Estos últimos se distribuían en tres clases distintas.

En primera clase, la más lujosa, se encontraban los magnates y aristócratas de la época. La más numerosa era la segunda clase, y, por último, en tercera la mayoría eran emigrantes en busca de una oportunidad en el en América.

Cada clase tenía diferentes alojamientos: Por su parte, los camarotes de segunda clase podían rivalizar con un hotel y los de tercera, aunque mucho más simples, superaban a los de segunda clase de muchas compañías.

Pero donde realmente se dejaba sentir el lujo era en los espacios comunes, especialmente en la famosa Gran Escalera de primera clase.

¿Qué se podía hacer a bordo del Titanic? Los pasajeros, además de creerse los reyes del mundo, podían disfrutar de actividades muy variadas: música en vivo, biblioteca, gimnasio, piscina… Por algo era el mayor transatlántico del mundo, aunque su destino se truncase la noche del 14 al 15 de abril de 1912.

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Varios factores contribuyeron al desastre: a esa latitud, en principio, no debería haber icebergs; además, la noche sin la luz de la luna y el mar en calma hicieron que el bloque de hielo resultara casi indetectable.

Sin embargo, el vigía de guardia en el momento del choque, Frederick Fleet, advirtió al primer oficial William Murdoch, que en ese momento sustituía al capitán al mando del Titanic, de la presencia del iceberg.

Este aviso llevó a Murdoch a tomar una decisión que resultaría fatal: intentar esquivar el iceberg virando a babor y deteniendo los motores.

Esto provocó que, a causa de la inercia del barco, el hielo terminara rasgando el casco por estribor, por debajo de la línea de flotación. Los compartimentos de seguridad comenzaron a llenarse a una gran velocidad, provocando una inundación que resultó mortal para el barco.

Telemadrid.-

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