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La inestabilidad en París y Berlín amenaza con paralizar el motor de la UE en meses clave

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Bruselas, 14 dic (EFE).- El vacío de poder en Alemania a la espera de sus elecciones en febrero y el encadenamiento de cuatro gobiernos en Francia en este año apuntan a un comienzo de 2025 convulso para la Unión Europea, sin líderes estables en sus dos mayores potencias económicas para enfrentar meses en los que se tomarán decisiones clave para el bloque europeo.

El canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente francés, Emmanuel Macron, que acaba de nombrar al centrista Francois Bayrou como primer ministro, enfrentan situaciones complejas a nivel doméstico, tanto en lo político como en lo económico, que podrían distraerles de los debates en Bruselas pese a que el impulso de sus países es a menudo un factor clave para sacar adelante decisiones sensibles o de gran calado en la Unión Europea.

París y Berlín son «irreemplazables como motores del proyecto europeo», una realidad que «va más allá de los acontecimientos coyunturales» como la inestabilidad política en ambas capitales, explica la investigadora de asuntos europeos del Real Instituto Elcano Raquel García Llorente.

«Las dinámicas internas perjudican al liderazgo europeo de estos partidos, pero la fuerza tractora de ambos no hay que desmerecerla», señala en conversación con EFE, donde reconoce el riesgo de que ambos líderes «actúen de manera descoordinada o miren a sus propias capitales» para atender de manera prioritaria sus problemas domésticos antes que los debates europeos.

No obstante, la analista apunta a que Francia y Alemania se han coordinado en su respuesta a los últimos grandes eventos internacionales, como la caída del régimen de Al Asad en Siria o su impulso a una iniciativa junto a otros cuatro países, incluyendo España, para comprometerse a seguir preservando la seguridad europea y transatlántica ante la amenaza rusa.

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Además, aunque García cree que «desde la inercia» ambos países seguirán teniendo un peso importante, subraya que otros perfiles como la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, o la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, han ocupado en cierto modo el vacío de liderazgo.

Yann Wernert, investigador senior del Centro Jacques Delors, coincide en que Von der Leyen está impulsando ese papel, pero advierte de que «no puede reemplazar al poder diplomático de los Estados miembros y su capacidad para movilizar fondos y activos» para áreas como la defensa.

Se trata de dos Estados miembros, apunta Wernert, a los que «es difícil saltarse»; sin ellos «no hay nadie para tomar las decisiones complicadas».

«¿Queremos algún tipo de herramienta de deuda común a nivel europeo? ¿Cómo implementamos la agenda de inversiones? ¿Estamos tomando las decisiones correctas sobre la unión de mercados de capitales? Hay algunas decisiones a nivel técnico, pero tiene que haber alguien arriba del todo para decidir y es difícil avanzar en este sentido sin Alemania y Francia», planteó el experto.

Para Wernert, en el caso alemán también entra un juego la cuestión de la legitimidad de las posturas que pueda adoptar el actual Gobierno alemán «sin saber qué clase de constelación política vendrá después o si tendrán las mismas prioridades».

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En Berlín, la ruptura de la «coalición semáforo» deja al país con un Ejecutivo en minoría hasta las elecciones del próximo febrero, en las que las encuestas apuntan a una victoria del conservador Friedrich Merz (CDU) aunque sin tener claro si necesitaría socios de coalición.

Debilidad económica

Esta crisis política llega cuando la economía alemana -muchas veces concebida como la locomotora de la UE- está a punto de cerrar un año prácticamente plano e incluso amagando con la recesión técnica por los problemas de su industria, en especial el sector del automóvil.

La Comisión Europea cree que las elecciones en Alemania coincidirán con cierto repunte de su actividad económica (pronostica un crecimiento en 2025 del 0,7 %, frente a la ligera contracción del 0,1 % de este año), una expansión que insuflaría aire al conjunto de la economía europea.

La ruptura del Gobierno, sin embargo, aboca a que no haya presupuesto para 2025 ni un presupuesto suplementario para 2024 que habría permitido a Berlín 11.000 millones adicionales en inversiones ante la mala situación económica.

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En Francia, el Nuevo Frente Popular y la extrema derecha de Reagrupación Nacional se unieron para tumbar el pasado miércoles el Gobierno de Michel Barnier, pero Macron, ha dicho que no dimitirá antes de las elecciones presidenciales de 2027, por lo que al menos el asiento de Francia en el Consejo Europeo se mantendrá estable.

No obstante, la crisis política se produce en un momento delicado para sus finanzas públicas y con un expediente abierto por la Comisión Europea por su elevado déficit público (de 5,5 % al cierre de 2023) que le obliga a hacer ajustes para embridar las cuentas si quiere evitar eventuales sanciones.

El Ejecutivo de Barnier había enviado ya a Bruselas un borrador presupuestario de 2025 y una senda fiscal para los próximos años que habían recibido luz verde de las autoridades comunitarias, pero se cuenta con que el siguiente Gobierno francés enviará de nuevo estos documentos con compromisos distintos.

En este contexto, distintos miembros del Eurogrupo recordaron a las autoridades francesas en su última reunión que no deben abandonar su promesa de disciplina fiscal.

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