Crimen y Justicia
«No es un caso aparte»: el feminismo francés pide ver más que lo insólito del caso Pelicot
París, 18 dic (EFE).- No es un fenómeno insólito, sino la consecuencia de una sociedad patriarcal, y la conmoción social que ha causado el juicio de Aviñón se diluirá si no hay también cambios legales y sociales, alertan asociaciones feministas francesas ante los veredictos por las violaciones a Gisèle Pelicot.
«No es un caso aparte, es parte de una sociedad patriarcal donde todos los días, casi cada minuto, hay una violación», resalta Aliénor Laurent, copresidenta de la asociación feminista francesa Osez le féminisme, en una entrevista con EFE en París.
«Es una excepción porque ella puede tener un juicio», matiza también Laurent, ya que se estima que en Francia el 80 % de las denuncias por agresiones sexuales quedan archivadas.
Tanto Osez le féminisme como otras organizaciones feministas francesas acompañaron durante los últimos tres meses el proceso judicial en Aviñón por las agresiones a Gisèle Pelicot -víctima de sumisión química por parte de su entonces marido para que decenas de hombres la violaran-, en respuesta al llamamiento de esa mujer para que «la vergüenza cambie de bando».
Se ha tratado de un proceso excepcional y muy mediático por la crueldad de los hechos juzgados, pero también por la valiente actitud de la propia víctima, de 72 años, al pedir que el juicio fuera público.
«Ella tiene la cabeza alta» y eso ha sido un símbolo «muy fuerte», evalúa Anne-Cécile Mailfert, presidenta de la Fondation des Femmes, en conversación con EFE.
Para Mailfert, al igual que para Laurent, otro de los elementos más relevantes de este juicio consistió en mostrar que los agresores eran hombres comunes de todo tipo, de entre 22 y 67 años en el momento de los hechos, y de todas las profesiones.
«Son hombres de todas las edades -recuerda-, sus vecinos, todos en un radio de 50 kilómetros de su pueblo. Eran hombres con los que se cruzaba en el supermercado, en la panadería, vecinos, miembros de asociaciones deportivas locales, etcétera. Todos estos hombres, que parecían personas perfectamente decentes, resultaron ser personas que la agredían una vez dormida».
Ni los que participaron en las violaciones -unos setenta durante una década según las grabaciones realizadas por el propio Dominique Pelicot, aunque solo se ha podido identificar a medio centenar para juzgarlos-, ni los que no llegaron a hacerlo, pensaron jamás en ir a denunciar, lo que para Mailfert demuestra que se trata de un problema generalizado.
«Eso es lo que las feministas ya sabíamos, pero permitió que otras personas, la población francesa, lo vieran. Y eso ha contribuido a acelerar una toma de conciencia», reflexiona la presidenta de la Fondation des Femmes.
Laurent es algo más pesimista a la hora de valorar ese posible impacto social, en especial entre los hombres, a tenor de las conversaciones que mantuvo en los últimos meses.
«Dicen que son monstruos, son psicópatas» y por ello los hombres sienten que no les «concierne», lamenta la copresidenta de Osez le féminisme, quien considera que de esa manera no habrá reflexión sobre cómo sus «acciones pasadas o futuras» pueden reproducir o transigir con la violencia machista.
La exigencia de una ley integral
En lo que sí hay más coincidencia es en que la conmoción creada por el juicio será algo anecdótico si no llega acompañada de medidas legislativas y de cambios socioculturales estructurales, algo especialmente complicado en el contexto de bloqueo político actual en Francia.
Es algo que impide aprovechar el «impulso» generado por la lucha de Gisèle Pelicot, lamenta Mailfert, cuya fundación, al igual que Osez le féminisme y cerca de medio centenar de asociaciones más, presentaron conjuntamente en octubre una batería de 130 medidas para crear una ley integral contra las violencias sexuales.
«Gracias a la valentía de Gisèle Pelicot, que decidió hacer público el juicio de los violadores de Mazan (el pueblo donde vivían, próximo a Aviñón), ya nadie puede hacer la vista gorda ante el horror de la violencia sexual y su espantosa banalidad», expresó entonces esa coalición de agrupaciones feministas.
Reclamaron tanto cambios institucionales de alto nivel, como un Ministerio de Igualdad de pleno derecho, como reformar el sistema judicial y crear tribunales específicos para los casos de violencia machista, pasando por medidas como educar a la policía o formar en igualdad desde la escuela.
Por el momento, sin embargo, el juicio de Aviñón no se ha materializado en avances concretos, aunque el efímero Gobierno de Michel Barnier hizo pequeños anuncios el pasado 25 de noviembre (en coincidencia con el Día Internacional para Eliminar la Violencia contra la Mujer), que fueron irrisorios según las asociaciones feministas.
En las discusiones para seleccionar a su reemplazante, François Bayrou, las cuestiones de igualdad no han tenido relevancia, por lo que tampoco hay especial optimismo de cara al futuro inmediato.
Nerea González
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