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Crimen y Justicia

Gisèle Pelicot, el valor de una víctima convertida en icono feminista

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Gisele Pelicot EFE/EPA/GUILLAUME HORCAJUELO

Edgar Sapiña Manchado

Aviñón (Francia), 19 dic (EFE).- Por pura supervivencia, Gisèle Pelicot, se convirtió a sus 72 años en un icono feminista, para alzar la voz y seguir con vida, tras pensar en el suicidio al descubrir las 200 violaciones por sumisión química que sufrió durante una década.

Esta mujer decidió exponerse públicamente «para que la vergüenza cambie de bando», como defendió en el juicio que empezó el 2 de septiembre en el Tribunal de Aviñón (sureste de Francia) y del que este jueves se conocieron la totalidad de las sentencias.

Los 51 hombres sentados en el banquillo de los acusados fueron encontrados culpables en distinto grado, con penas que fueron desde los 3 años de prisión hasta los 20 dictados para el orquestador del plan para que la violaran estando inconsciente, Dominique Pelicot, su exmarido.

Por la dignidad mostrada durante todo el proceso, que ella misma pidió que fuera público, Gisèle Pelicot se convirtió, sin buscarlo,  en un símbolo feminista mundial y en una de las mujeres más influyentes del último año en Francia.

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«Gracias a todos vosotros tengo fuerzas para llevar esta lucha hasta el final. Esta lucha que dedico a todas las personas, mujeres y hombres, que en el mundo son víctimas de violencia sexual. A todas esas víctimas, quiero decirles: mirad a vuestro alrededor, no estáis solas», declaró a la prensa el 16 septiembre, la primera vez que habló al mundo.

Desde entonces recibió avalanchas de apoyo, en forma de manifestaciones, aplausos multitudinarios cada día del juicio y carteles de respaldo pegados en decenas de calles de la pequeña ciudad de Aviñón.

Pero a pesar de la entereza mostrada a lo largo del proceso, al que asistió sin esconder su rostro y en el que incluso miró fijamente la pantalla en la que se mostraban las decenas de violaciones que sufrió (registradas en miles de fotos y vídeos que hacía Dominique Pelicot), ella misma admitió que no sabe si será capaz de reponerse.

«Soy una mujer completamente destruida y no sé cómo me voy a levantar. No sé si mi vida dará para entender todo lo que me ha ocurrido», confesó.

Los actos del hombre que estuvo a su lado durante medio siglo, un narcisista egocéntrico con múltiples desviaciones sexuales, como describieron los expertos psiquiatras, lo pusieron todo en cuestión.

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Una vida feliz rota por las violaciones

La vida de Gisèle Pelicot está marcada por una infancia feliz, un desempeño profesional exitoso en la eléctrica pública francesa EDF y un matrimonio unido, tras una breve separación, como ella misma expuso ante el tribunal.

Gisèle y Dominique se casaron en 1973, con 20 años, en una unión que los padres de él rechazaron, y tuvieron tres hijos: David, Caroline y Florian.

Tras unos años en la región de París, en 2013 la expareja se instaló en Mazan, un pueblo de apenas 6.000 habitantes al sureste de Francia, para disfrutar de la jubilación.

Allí fue donde él dio especialmente rienda suelta a sus múltiples delirios, que habían comenzado en 2011.

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Hasta 2020 estuvo atentando contra la integridad física de su mujer, a la que puso en peligro de muerte por las altas dosis de ansiolíticos que le suministraba a escondidas, además de por las enfermedades de transmisión sexual que la expusieron a graves problemas de salud.

Por el camino, Gisèle vivía con múltiples pérdidas de memoria, que su entorno percibía con preocupación, especialmente sus hijos, que pensaban que padecía Alzheimer o una enfermedad similar, al constatar también una reducción de peso importante en pocos años.

Ella temía por su vida y estaba angustiada por la posibilidad de no ver crecer a sus nietos, como relató al tribunal, pero a pesar de consultar a varios médicos, estos nunca percibieron la magnitud del problema.

Las maniobras de su entonces marido, del que se divorció posteriormente, se descubrieron en 2020, tras ser detenido por grabar bajo las faldas de mujeres en un supermercado.

Por ella y por los que vendrán

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Pese a su fragilidad, Gisèle Pelicot decidió resistir. Por ella, por sus hijos, por sus nietos y por las generaciones futuras, igual que a todas las víctimas de violencias sexual, como expusieron sus abogados, Antoine Camus y Stéphane Babonneau.

«Tengo nietos que se apellidan Pelicot y no quiero que sientan vergüenza por su apellido, sino orgullo de su abuela», defendió al ser cuestionada por la abogada de un acusado, que le preguntó por qué decidió mantener el apellido de casada.

«Nos acordaremos de la señora Pelicot, mucho menos del señor Pelicot. Ya no habrá vergüenza de apellidarse así», añadió con firmeza.

Este jueves, a la salida de la vista final, Gisèle Pelicot afirmó su respeto a los veredictos ante una muchedumbre de periodistas.

Lo hizo a pesar del descontento de los cientos de personas que acudieron a Aviñón para apoyarla, y de buena parte de la sociedad francesa, que esperaban sanciones ejemplares para todos los culpables.

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También aseguró que no ha «lamentado en ningún momento» abrir las puertas de su juicio y mandó un mensaje a las «víctimas no reconocidas cuyas historias quedan en la sombra».

«Quiero que sepan que compartimos la misma lucha», afirmó.

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