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Crimen y Justicia

En Damasco, los bares vuelven a servir copas tras la llegada de los islamistas

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Jóvenes sirios en un bar de un barrio cristiano de Damasco el pasado 18 de diciembre. En los bares de los barrios cristianos de Damasco, los camareros vuelven a servir copas entre música pop en inglés y 'hits' árabes, en medio de la incertidumbre creada tras la llegada de los grupos islamistas que hace poco más de diez días derrocaron al régimen de Bachar al Asad. EFE/Noemí Jabois

Damasco, 20 dic (EFE).- En los bares de los barrios cristianos de Damasco, los camareros vuelven a servir copas entre música pop en inglés y ‘hits’ árabes, en medio de la incertidumbre creada tras la llegada de los grupos islamistas que hace poco más de diez días derrocaron al régimen de Bachar al Asad.

Mientras la comunidad internacional clama por preservar los derechos de las mujeres y las minorías en Siria, la capital va recuperando su pequeña vida nocturna en estos locales, que entre semana ya tienen casi todas las mesas llenas, aún sin saber qué les depara el futuro.

El ‘Mad Monkey’ cerró durante una semana entera después de que los insurgentes, liderados por la alianza islamista Organismo de Liberación del Levante (HTS, en inglés), llegaran a la ciudad.

«Teníamos miedo de todo el caos que hay, también la gente tiene miedo, aún lo tienen. El público no es como antes, están volviendo lentamente a sus vidas anteriores, pero aún es un poco aterrador para ellos», explica a EFE la dueña, Bissan Nseir.

«Decidimos abrir porque nadie nos dijo ni que abriéramos ni que no. Nadie nos dijo nada, así que probamos suerte», agrega.

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Visitas de HTS

Los grupos que se han desplegado por Damasco y que recién comienzan a establecer las piezas más básicas de un sistema administrativo parecen estar aceptando por el momento la presencia de estos establecimientos, aunque varios han recibido visitas de los rebeldes, entre ellos el ‘Mad Monkey’.

«Vinieron, nos pidieron la licencia del bar-restaurante y empezaron a hacer algunas preguntas realmente inapropiadas, pero lo manejamos, está bien. No siento que sea importante, porque ahora quedó en el pasado y estamos tratando de centrarnos en el futuro», relata su propietaria.

La extraña situación en el país hace que ni los proveedores de bebidas alcohólicas de este local sepan cuándo volverán a operar, si bien les han comunicado su intención de seguir.

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Sentado en la barra de otro bar cercano, Ahmad (nombre ficticio) explica a EFE como este lugar es su «espacio seguro» y como acudió a «emborracharse» el mismo día en que reabrió sus puertas.

«Estuvo cerrado durante unos días, porque la gente tiene miedo de los grupos islamistas. Pero es el modo por defecto, ya que todo es nuevo, la situación es nueva, el régimen ha caído y no conocemos un ambiente claro ni cómo va a ser», confiesa.

Sin nuevas normas que regulen de forma «clara» los estilos de vida, este damasceno y muchos otros han decidido seguir acudiendo a los mismos bares en los que se juntaban con amigos antes de la caída del régimen. «Hasta ahora es la misma vida que vivíamos, espero que siga siendo así», dice.

Sin embargo, cree que es pronto para saber qué pasará con este tipo de locales en el futuro, consciente de que tras los primeros indicios de aparente tolerancia se esconde una situación «jodida» de incertidumbre.

Lo que sí tiene claro es que si un rebelde cruzara esta noche la puerta del bar para ponerles impedimentos, optarían por la diplomacia y tratarían de convencerle de que los tragos y la música son parte de un estilo de vida que no están dispuestos a cambiar.

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¿Una prerrogativa cristiana?

Otro cliente, que también prefiere el anonimato, contrapone la poca presencia de HTS en barrios cristianos como este a los incidentes ocurridos en tiendas de alcohol de algunos suburbios musulmanes, donde algunas fueran incluso vandalizadas por la población.

«Creo que con su nueva mentalidad pragmática, HTS está pensando que si no toca los barrios cristianos, los deja hacer lo que quieran, aún tienen el resto el país. Podemos oprimir a cualquiera excepto a los cristianos, es un buen negocio, no me importa, así están pensando», mantiene.

«No se ve esa tolerancia en otras áreas, en una zona suní ahora mismo no puedes abrir una tienda de alcohol», añade, trago en mano, en un establecimiento hasta arriba de guirnaldas y otras decoraciones navideñas.

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En este sentido, el joven recuerda que la mayoría de los bares de Damasco se ubican en alguno de los pocos barrios cristianos, si bien la mayoría de sus clientes pertenecen a otras comunidades religiosas, cómo él mismo.

«La razón por la que estos bares se mantienen abiertos es para que HTS pueda decir que es tolerante, que es majo. Pero esa no es la realidad», concluye.

Noemí Jabois

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