Educación
Un susurro desde la eternidad
Por: Tamara Zurita
“Un susurro desde la eternidad” nace desde un momento de conexión profunda con las personas que han partido de esta tierra por la violencia ejercida hacia ellas (ellos).
Observo cómo se hacen cada año campañas de prevención de la violencia en las escuelas, campañas por la prevención de la violencia de pareja, pero aun así muchas personas sufren en silencio, porque la violencia aniquila, la violencia te mata en vida.
Al recordar tantas historias, mi corazón rompe en llanto. Mi mente se llena de imágenes, de personas que he conocido, pero también de aquellas que solo he sabido por los noticieros.
Algunas de esas personas me susurran desde la eternidad, otras me susurran desde este plano terrenal, aquellas (os) que sufren esa violencia diaria, silenciosa y muchas veces aceptada. Puedo escucharlos, puedo sentirlos, aún sin siquiera cruzar una palabra.
Puedo ver y sentir la angustia de madres y padres, ante la posibilidad de que alguien pueda hacerles daño a sus hijos (as) al ingreso a las escuelas. El acoso escolar es una realidad, así como también, adultos que “educan” a través del miedo y las amenazas constantes.
La posibilidad de un código rojo en las escuelas es una pesadilla de muchos adolescentes y sus familias. La ansiedad y la tensa calma es una realidad que se esconde pero que existe. Por otro lado, puedo sentir los juicios entre víctimas y victimarios, puedo sentir el fuego cruzado, la rabia, la impotencia…
Por otro lado, la violencia de pareja es mucho más común de lo que se cree, lo corroboro al ser la confidente de tantos niños y sus madres. Pero también es aceptada como parte normal de una relación de pareja. Es así cómo amamos y transmitimos el concepto de amor.
Pero la violencia que más acongoja a mi corazón es la violencia hacia los niños (as), una violencia que aniquila sus corazones, que los hace crecer relacionando el amor y el respeto con violencia, con humillaciones, con amenazas, con lágrimas, con sometimiento.
La violencia no son solo golpes, son silencios, son miradas, es el trato rudo, indiferente, es no hacernos cargo de aquello que le estamos transmitiendo a nuestros hijos (as). Es dejarlos solos, cuando aún nos necesitan, es confundir autonomía e independencia con abandono, es no estar cuando nos necesitan, es darles ese tiempo fuera y olvidarnos que nos necesitan para aprender a aceptar y gestionar las emociones.
Y así crecemos, con emociones no entendidas, con emociones no expresadas, sin conocernos, sin entendernos.
Por otro lado, puedo ver los esfuerzos de policías, educadores, líderes comunitarios por intentar poner fin a una realidad que ya se escapa de las manos, pero olvidando que también ellos fueron niños (as) criados en esta misma vereda, algunos con más o menos violencia, pero la gran mayoría con violencia, al fin y al cabo.
La violencia fue y es parte de la forma en que nos enseñaron a convertirnos en adultos.
La violencia es una realidad que está presente entre nosotros, pero solo la logramos ver en otras realidades, muy pocos la logran reconocer en su propia historia.
Muchos adultos justifican e incluso valoran esa violencia. “Soy lo que soy, gracias a esa nalgada”, “Gracias a mis padres que fueron estrictos conmigo, aprendí a respetar a los demás”, “Yo no entendía de otra forma”, son argumentos que hoy sabemos que son una “normalización de la violencia”, es decir, estamos tan acostumbrados que no lo vemos como un “acto de violencia”, le bajamos la importancia, y solo le decimos “crianza”.
Miradas que hacían temblar, zamarreos, tirones de pelo, cachetadas, empujones, silencios, negligencias son solo parte de esta violencia disfrazada de “crianza” Muchas personas me preguntan si la “culpa” de la violencia entonces, la tienen nuestros padres, nuestros antepasados. Mi respuesta es clara. Nadie, ni ellos ni tú tienen “la culpa”, Tus padres y tú, como adulto, han hecho lo que han podido con las herramientas que tenían, así se les ha transmitido y así lo han continuado.
Ya con mis ojos llenos de lágrimas y mi pecho apretado por el dolor, miro al cielo, elevo una oración y honro cada una de las vidas que ya han partido y a aquellas que día a día viven el miedo, la desconfianza y los malos tratos, sobre todo a mis queridos niños (as) y a ustedes que hoy leen este artículo, para que poco a poco vayamos escuchando, conteniendo y amando a nuestro niño (a) interno.
Dejo ir el llanto, la tristeza, la angustia, la desesperanza, el control.
Y es justo ahí, donde comienza la magia, donde comienza la transformación, donde resurge la esperanza, es ese el preciso momento donde comienzo a escuchar el susurro desde la eternidad… ¿Es posible que a través de la crianza consciente y respetuosa se pueda disminuir o eliminar los episodios de violencia, que muchas veces llevan a la muerte?
Taller el 25 de enero
En mi próximo taller “Un susurro desde la eternidad” reflexionaremos acerca de esta pregunta a través de una meditación guiada.
El encuentro será el 25 de enero de 4:30 a 5:30 (sesión en español) en el centro de Yoga Lucky Elephant en Ápex.
Tickets disponibles en www.tualiadaenlacrianza.com
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