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Los Esteros del Iberá protegen a los últimos yaguaretés del noreste argentino

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Fotografía sin fecha específica, cedida hoy por la Fundación Rewilding, que muestra a un yaguareté en Corrientes (Argentina). EFE/ Matías Rebak/Fundación Rewilding

Corrientes (Argentina), 1 feb (EFE).- En las profundidades de la reserva natural de los Esteros del Iberá se resguardan los últimos yaguaretés de la provincia de Corrientes: un proyecto de reintroducción de fauna lucha por hacer renacer la especie y generar poblaciones autosustentables para que el felino más grande de América vuelva a modelar el ecosistema.

A 150 kilómetros de la capital correntina, en el noreste de Argentina y atravesando otros 20 kilómetros entre tierra y arena, se encuentra el Portal San Nicolás, uno de los accesos turísticos al segundo mayor humedal del mundo, con 3,9 millones de hectáreas, por detrás del Pantanal -que abarca Brasil, Bolivia y Paraguay-.

La ruta está decorada por carpinchos (capibaras) asoleándose, ciervos que curiosean a distancia y algún zorro gris cruzándose de carril. Botes atracados a la orilla de la laguna Paraná marcan el final del camino. Desde aquí, resta navegar o volar 30 kilómetros hasta la Isla San Alonso, donde la Fundación Rewilding tiene su santuario para la resilvestración y control de toda la fauna en peligro de extinción de este lado del litoral argentino.

Rewilding nació en 2010 para revertir la extinción de animales y recuperar las funciones básicas de los ecosistemas. Sus proyectos, para conservar el medioambiente, están mancomunados con el Estado nacional y provincial, otras organizaciones y hasta filántropos locales y extranjeros.

Un corral de 1.200 metros cuadrados, en forma octogonal, alberga a una madre y una cría de yaguareté. Ella fue criada en cautiverio, su mundo termina en el alambrado, pero su descendencia será el futuro de la vida silvestre. Árboles, pastizales, arbustos y enredaderas son parte de la flora en el redil que ayuda a complementar la simulación de su ambiente.

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Una cámara trampa, convenientemente ubicada, capta cómo acicala a su cría sobre una casilla de madera, ubicada en altura y en el centro del refugio. Es la señal para que voluntarios y trabajadores de la fundación esparzan pedazos de carne en una jaula contigua. Seguirá el aroma para poder alimentarse, debe hacerlo para continuar amamantando.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) catalogó a la Panthera onca, nombre científico del yaguareté, como especie «casi amenazada». Estiman que en el mundo sólo quedan unos 64.000 ejemplares desde México hasta Argentina, aunque en Corrientes están extintos hace 70 años por culpa de los cazadores y la transformación de su hábitat en campos agrícolas o forestales.

«Los que provienen de cautiverio nos asocian con la provisión de comida y sería muy riesgoso liberarlos. Con ellos, la idea es generar crías sin contacto humano», explica a EFE Magalí Longo, coordinadora de conservación en el Centro de Reintroducción del Yaguareté, instalado en Iberá desde 2012.

Un segundo corral con características similares al primero, pero cubierto por lonas impermeables a los costados y con una extensión de 30 hectáreas, tiene la función de guarecer a la descendencia cuando alcanza la madurez para su posterior liberación.

En este lugar la comida entra viva. Cuando los yaguaretés perciban su presencia será el momento adecuado para poner en práctica sus habilidades de caza. Longo remarca que la presa debe aparecer sin más, como si la encontraran en su ambiente natural.

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«La descubren y la cazan. Esto se hace semanalmente. Actuamos como simuladores de la realidad que se van a encontrar fuera», amplía. En el centro también hay ejemplares silvestres que fueron rescatados de la mano del hombre. Los conservacionistas los cuidan hasta que los animales recuperan las fuerzas necesarias para ser liberados.

Los Esteros, que junto a sus lagunas y bañados integran uno de los reservorios de agua dulce más importantes de Argentina, podrían albergar hasta 100 yaguaretés en condiciones ideales. Actualmente, sólo 21 ejemplares rondan por este humedal, equilibrando y modelando el ecosistema. Es la punta de la cadena alimenticia.

Los especialistas observan durante 24 horas el comportamiento de estos mamíferos con un sofisticado sistema de cámaras ocultas en los rediles. «Buscamos que tengan una presencia esquiva, no es un animal que se acerque, sino uno que se quedará mirando al humano y luego se irá», indica la coordinadora.

Desde las múltiples pantallas puede verse a Tania junto a su cachorro, después de parir a tres camadas anteriores que fueron puestas en libertad. «Por esto son muy importantes los roles que cumplen los centros de rescate y zoológicos, porque permiten tener fuentes que perpetúen la especie», agrega.

De momento, los últimos yaguaretés de Corrientes permanecerán bajo el cuidado del segundo mayor humedal del planeta, mientras que su futuro dependerá del interés social por revertir la crisis climática que lo amenazó en primer lugar.

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Augusto Morel

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