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Sector privado cubano aplaude las medidas de EEUU, pero aguarda cauteloso a su aplicación

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La Habana, 29 may (EFE).- Cuando el emprendedor cubano Juan Carlos Blaín logró su visa de negocios estadounidense, pensó que había dado el paso definitivo para operar al otro lado del estrecho de La Florida. Pero entonces descubrió que ningún banco norteamericano quería abrirle una cuenta.

Su situación puede cambiar ahora, tras el anuncio del Gobierno estadounidense de que el incipiente sector privado cubano independiente podrá abrir y operar cuentas bancarias a través de internet en la primera economía del mundo.

«Yo tenía una visa de negocios. Podía hacer una LLC (empresa de responsabilidad limitada), eso es muy sencillo. Pero no podía abrir una cuenta: a todos los bancos que fui me dijeron que no», recuerda a EFE Blaín.

Las sanciones de Washington sobre Cuba llevaban a los bancos a evitar a los clientes residentes en la isla como Blaín, quien quiere una cuenta para «trabajar directamente en EE. UU.», «pagar a proveedores» y «exportar servicios» para «ganar moneda fuerte».

«Cualquier paso hacia adelante evidentemente trae beneficios», dice este empresario cubano al frente de un operador logístico de productos alimentarios. No obstante, aguardará a ver cómo se implementa el anuncio.

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Esa cautela está ampliamente extendida en el sector privado cubano. Yulieta Hernández, consejera delegada de una constructora, asegura a EFE que se trata de una «oportunidad excelente», aunque la percibe como «el primer paso de muchos que hay que dar».

Interrogantes

El emprendedor y consultor empresarial cubano Oniel Díaz señala a EFE que es un «anuncio positivo», porque como cubano es «bien difícil insertarse en el sector bancario internacional», tanto por las sanciones estadounidenses como por los «problemas cambiarios» en Cuba.

La situación monetaria en la isla, sumida en una grave crisis, es caótica. Hay grandes dificultades para extraer de efectivo de los bancos -tanto pesos como divisas-, problemas de convertibilidad, y una dolarización creciente en una economía con tres tipos de cambio, dos oficiales y otro informal.

«Una medida de este tipo», prosigue Díaz, contribuye a «interrelacionar más la actividad económica de las (micro, pequeñas y medianas empresas) mipymes cubanas con muchos cubanoamericanos» en Estados Unidos y, «a que nos sigamos conectando más entre las dos orillas».

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No obstante, agrega, «habrá que ver la letra pequeña» y, especialmente, si las instituciones bancarias privadas en EE. UU. reaccionan con entusiasmo o reticencias, ya que son en último término ellas quienes deciden tras el levantamiento de la prohibición.

Hernández cree que serán «muy pocos» los bancos que se lancen a trabajar con empresarios cubanos porque la «percepción de riesgo es muy alta», entre otras cosas, porque Cuba sigue en la lista estadounidense de países que patrocinan el terrorismo.

Además, «un cambio de administración puede dar al trate con esta medida», señala sobre la posibilidad de que Donald Trump gane las elecciones el próximo noviembre y revierta las medidas del actual presidente, Joe Biden.

Cuba permitió el trabajo por cuenta propia en 2011 y diez años después levantó el veto a la empresa privada nacional, vigente desde 1968, aunque con limitaciones. Actualmente hay cientos de miles de autónomos y más de 10.000 mipymes, principalmente de hostelería, comercio minorista y construcción.

No obstante, la empresa estatal socialista -prioritaria para el Gobierno cubano- sigue siendo responsable mayoritaria del producto interno bruto (PIB) y del empleo, ya que controla muchos sectores clave (telecomunicaciones, seguridad, energía, sanidad, turismo).

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Las mipymes, que han contribuido a aliviar la escasez de alimentos en la isla, han sido con frecuencia víctimas de la polarización política cubana, pues unos sectores las acusan de atizar la inflación y ser punta de lanza de Washington, mientras otros denuncian que están controladas por la élite del sistema cubano.

Desde EE. UU. y la Unión Europea (UE) se ha alentado su crecimiento en los últimos años, al considerarlas en gran medida parte de la sociedad civil y motor de mejora de la situación económica en la isla.

La Habana calificó este martes de «limitada» la medida porque «excluye a la mayor parte» de los cubanos y «no tocan el cuerpo» de las sanciones ni modifica las más extremas, implementadas durante la primera legislatura de Trump. Criticó además que se trate de «separar artificialmente» a los sectores privado y estatal.

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